Capítulo 40

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-¿Un poco de champán, Harry?- preguntó Hermione mientras agitaba una flauta de cristal frente a él.

Harry negó con la cabeza y levantó la copa que ya tenía. -No, el zumo de calabaza está bien para mí-. Aunque no hubiera estado embarazado, Harry no era muy bebedor. Recordaba demasiado bien a su tío en sus borracheras y el alcohol le atraía poco.

Los gemelos se habían superado para la fiesta de celebración. Fuegos artificiales en el interior, suficiente comida y bebida para el resto del año, pero Harry no tenía muchas ganas de celebrar. No todavía, no cuando Severus no había regresado. Oh, Harry sabía a dónde había ido, eso era obvio. Harry sabía lo posesivo y protector que era Severus con él, sobre todo ahora que estaba embarazado. Severus había ido a ver a Narcissa Malfoy y a averiguar lo que sabía. Pero, ¿por qué tardaba tanto?.

A medianoche, Harry empezaba a estar realmente preocupado, no sólo curioso. ¿Había sido una trampa? ¿Era Narcissa Malfoy una simpatizante de los mortífagos todo el tiempo?.

Justo cuando estaba a punto de renunciar a la fiesta e ir a la caza de Severus, el timbre de la puerta tintineó, recordando a Harry cómo había buscado a Severus por primera vez hacía ya casi un año. Harry miró a su alrededor y se sintió aliviado al ver a su marido de pie. Los copos de nieve yacían dispersos en el pelo de Severus y en los hombros de su capa, como la sal esparcida sobre un filete carbonizado. El frío había sonrojado las mejillas de Severus y sonrió en cuanto vio a Harry en el asiento de la ventana.

Harry se levantó, sintiéndose un poco mareado y balanceándose ligeramente mientras intentaba controlar el mareo. Severus estuvo a su lado en un instante, con la preocupación surcando su frente. -¿Estás bien?- preguntó Severus.

-Sí. Sólo un poco cansado-, respondió Harry. -Creo que es hora de que nos vayamos a casa-.

Severus asintió y se dirigió a los Weasley para hacerles saber que ya se iban. La señora Weasley volvió a mirar a Harry. -¿Necesitas irte tan pronto, querido?-.

-Harry necesita descansar-, dijo la tía Agatha. -Sobre todo en su estado-.

Los ojos de todos se abrieron de par en par, antes de patinar sobre el vientre de Harry y éste sintió que se sonrojaba bajo el escrutinio. No todos conocían sus nuevos atributos físicos y la mayoría parecía escandalizada, como no podía ser de otra manera. Bueno, ahora estaba al descubierto.

-¿Harry? ¿Estás embarazado?- Hermione se apresuró a abrazarlo. -¡Felicidades!-.

-Gracias-, dijo Harry. -Todavía es pronto-.

Después de eso fue un aluvión de preguntas.

¿Cuándo vas a dar a luz?.

¿Has tenido náuseas matutinas?.

¿Sabes si es niño o niña?.

Harry se limitó a dejar que Severus se defendiera de las preguntas, pero finalmente, por fin, se escaparon y aparecieron de vuelta a casa, con los brazos de Severus apretados alrededor de él. Harry se inclinó, presionando su cara contra el hombro de Severus y sintiéndose a la vez protegido y amado por el familiar aroma de su marido. Sándalo, anís y otras especias que no podía identificar.

Severus se apartó del abrazo de Harry, pero sólo para quitarles la capa. Luego volvió, apretando todo su cuerpo contra el de Harry y besándolo sin aliento. Severus era salvaje, frenético, besando a Harry como si creyera que éste era un producto de su imaginación y que iba a desaparecer si no seguía con la embestida. Y era una embestida, no cabía duda. Harry casi podía sentir el deseo posesivo que vibraba en Severus y despertaba un deseo igual en él mientras se besaban y se besaban, Harry presionado contra la puerta de su habitación.

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