Enamorando a mi Crush [Completa]

18.El engreído vampiro

18.El engreído vampiro

—Casi no uso esa luz porque me molesta —dijo Cristóbal, había sacado el aro de luz de su closet y coloqué el teléfono ahí en medio para tener mejor luz, eso hacia que sus ojos lucieran jodidamente hermosos.

—Tus ojos se ven hermosísimos —dije terminando de ajustarlo— volverás locas a las chicas.

—Quieres sexualizarme —dijo girando los ojos.

—Quiero hacerte una estrella —me acerqué a él para arreglarle el cabello desordenándoselo un poco—, vamos, confía en mí, si ya tienes a todo el instituto desmayado de amor por ti, entonces la romperás en internet.

—¿Todo el instituto eh? —dijo, sus manos fueron a mis caderas y acercó sus labios a mi abdomen dejando un ligero beso ahí, ahogué un gemido estremeciéndome por completo— ¿eso te incluye?

Maldición, ya estaba demasiado caliente ahora.

Aclaré mi garganta separándome de él, y es que lo esquivaba cuando se ponía así de coqueto conmigo, porque me alborotaba las hormonas y probablemente él lo sabía.

No quería... darle rienda suelta porque me iba a terminar enamorando.

—¿Algún día dejaras de ser engreído, Vampiro? —dijo terminando de ajustarle la intensidad al aro de luz.

—No —dijo Edward—, no lo creo.

—Vale, en 3, 2...

Comencé a grabar y Cristóbal comenzó a tocar un cover de Radiohead – Creep, la forma en la que sus dedos se deslizaban por la cuerdas como si fuera natural, me hipnotizaba, al mismo tiempo que movía la cabeza ligeramente a su ritmo, me parecía fascinante... cuando terminó, no tardé nada en subirlo a internet. Cristobal tomó mi teléfono para observar el usuario que había creado y el video.

—¿De verdad me colocaste Vampiro Craft? —dijo incredulo con un sonrisa burlona.

—Necesitabas un nombre artístico, y tienes cierto aire a Edward Cullen. —le dije.

—Que graciosa.

Cristóbal tomó un porro de su gaveta y lo prendió, el humo enseguida llenó toda la habitación.

—¿En serio? —dije incrédula.

Botó el humo como no fuera la gran cosa.

—¿Quieres? —dijo tosiendo un poco.

—Obvio no —repliqué—, por favor, Cristóbal, debes dejar eso

—Hey, el trato es para cuando salga a la universidad, así que mientras relajate. —dijo volviendo a aspirar un poco y sosteniendo el aire.

—Te estas matando —dije.

—Un poco no mata —soltó el humo—, prueba.

Al ver que lo rechacé se encogió de hombros.

—Vale, no te obligo, miedosa. —sonrió.

—Es que no quiero terminar como tu —solté—, tengo un futuro mejor que irme de la ciudad para huir de toda esta mierda.

Después de que lo dije fue que entendí que no debí decirlo.

¿Pero qué pasaba conmigo? ¿por qué dije eso?

Él apretó la quijada.

—No hables de lo que no sabes. —dijo.

—¿Qué se supone que no sé? —refuté— ¿Que te metiste con la gente equivocada? ¿Qué a pesar de tenerlo todo quisiste meterte en esto?

No sabia por qué de repente estaba molesta, creo que era tristeza y decepción de verlo en esta condición.

Cristóbal solo me miró y le iba a dar otra profunda fumada al porro, pero se la quité de las manos y me lo fumé yo sin pensar.