꧁Cap. 5꧂

602 87 4
                                    

★¸.•☆•.¸★ 🄲🄰🅂🅃🄸🄶🄾 🅈 🄿🄴🅁🄳🄾🄽 ★⡀.•☆•.★

Kirishima caminaba por los pasillos ardientes de la fortaleza del rey en busca de Iida, esperando que por aquel Dios que habitaba en los cielos, Katsuki no lo matara por todo lo que le había hecho a las sirenas.

Aunque, ciertamente, Kirishima observo en su amigo un cierto toque de paz y alegría en aquellos ojos que no reflejaban más que desesperación y un tormento duradero, le daba cierta esperanza de creer que el rey, ahora que tenía a una reina a su lado y había logrado recobrar su forma humana, iba a tener cierta benevolencia y generosidad con el general de la reina y al menos no lo mataría.

Pero, el corazón del rey es escraboso y simplemente, cualquier cosa podía ser posible cuando se trataba de Katsuki Bakugou. Podía ser el hombre más bondadoso y generoso de la tierra o un tirano cruel y manipular si se empeñaba en serlo, todo depende la situación a la cual se ponga aprueba.

De pronto, al llegar a la entrada de la fortaleza y ver lo que sus compañeros le estaban asiendo al acompañante de Uraraka, nuevamente puso su dominio en ellos y dijo con voz clara y firme:

—Ya dejenlo en paz. Ustedes no son ni juez ni verdugo para decidir que hacer con el general de la reina del Nirvana. El rey, en cambió, es la máxima autoridad de esta isla y el solicita su presencia en la sala del trono para juzgarlo. Así que sueltenlo o tendré que ir yo para hacer que lo escupas, idiota— dijo Kirishima al ver que uno de los dragones tenía a Iida adentro de la boca apunto de tragarselo mientras el pobre pelinegro gritaba y pataleaba dentro de las fauses del dragón para intentar evitar que este se lo tragara.

—Le quitas la diversión a la vida, Kirishima— diciendo eso, el dragón lo escupió al suelo y se comenzó a alejar de él dejando a Iida cubierto de baba y un olor asqueroso de las fauses del dragón mientras él mantenía un rostro entre impactado, confundido y en shock que no hizo más que sacarle una sonora carcajada a Kirishima.

—El rey quiere verte, así que te aconsejó que agarres tu espada, te limpies y trates de comportarse lo mejor que puedas ante él. Katsuki odia a cualquiera que se pase de listo con él— dijo Kirishima acercando su rostro al de él con una sonrisa divertida —Vamos, el rey no le gusta esperar—  Kirishima comenzó a caminar a la entrada de la fortaleza esperando que Iida lo siguiese, pero, en cambio, el pelinegro se levantó rápidamente del suelo y dijo con voz firme y severa mientras se limpiaba los rastros de baba de su rostro.

—Te exijó saber donde está Uraraka. ¡¿Qué hicieron con ella malditas bestias?! ¡Diganme ahora o las matare a cada uno de ustedes, malditas escorias!— Se formó un silencio mortal en el cual Iida pensó que los habia intimidado pero, antes que pudiera hacer algo más, todos los dragones -incluyendo a Kirishima- comenzarán a reír divertidos por la ignorancia y estupidez del general. ¡¿Quién sería tan idiota para exigirle algo a un ejército de dragones hambrientos?!

"Este idiota definitivamente quiere morir" pensaron al unísono mientras Iida desenfudaba su espada pensando que aquellos gruñidos y rugidos era de amenaza.

—¡Se me olvidó que este idiota no tiene sentido de supervivencia!— dijo Kirishima riendo —Tú no tienes derecho a exigir nada, caballero. Nosotros obedecemos al rey— y entonces tomando a Iida entre sus fauses, lo levantó del suelo para comenzar a caminar a la camara del rey a pesar de los múltiples insultos y exigencias que Iida le daba el dragón para que lo bajara.

—Cállate, si no quieres que te coma antes de llegar ante el rey— dijo Kirishima deseando que Iida entendiera su lenguaje para callarlo antes de desaparecer por la puerta de la fortaleza internandose en los pasillos y puertas infinitas que se extendían por varios kilometros bajo la montaña ardiente de la isla.

El Nirvana de los Mares (Kacchako)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora