꧁Cap. 11꧂

325 47 4
                                    

★¸.•☆•.¸★ 🄻🄾🅂 🄶🄴🄼🄴🄻🄾🅂 🅈 🄴🄻 🄽🄸🅁🅅🄰🄽🄰 ★⡀.•☆•.★

25 años atrás. El Reino Caído.

La Unión había escuchado rumores que la reina de uno de los reinos más prósperos del mundo humano era nada ni nada menos que el oráculo perdido hace ya 20 años en las profundidades de la tierra conocida.

La Unión había estado en busca de aquel oráculo durante años, convencidos que era una amenaza para la raza humana por su capacidad de ver las infinitas ramas del futuro posible y su capacidad de cambiar lo que hiba a pasar si así se le apetecía. Ni siquiera las más hábiles videntes o brujas eran capaz de hacer lo que un oráculo podía hacer. Cambíar la rama del tiempo y con ello, cambiar el futuro más probable.

La Unión temia que el oraculó llegaba a aliarse con aquellos seres que estaban dispuestos a exterminar a costa de miles de muertes tanto humanas como fanatasticas, podría ayudarlos a ganar la guerra y con ello, como pensaban, acabar con la especie humana y establecer sus dominios. Pero, también había una ventaja par la Union. Si llegaban a capturar al oráculo con la excusa de ser una amenaza inmortal para los humanos ya que los oráculos nunca mueren, podían utilizar sus habilidades para ganar la guerra y acabar con aquellas criaturas que tanto perseguían. No importaba el modo, teniendo el oraculó, nada los detendría.

Mitsuki había sabido eso desde que aceptó casarse con el rey Masaru, pero, sabiendo que ese era un destino incorregible cuado las primeras revueltas causadas por la Unión comenzaron a invadir el reino, Mitsuki no tuvo más opción que hablar con su esposo, una noche libre de nubes dentro de los aposentos reales.

—Masaru...— dijo la reina llamando la atención de su esposo.

—¿Qué pasa querida?— preguntó Masaru dejando su libro de lado para acercarse a su esposa y sentarse en la cama a sus pies.

—Las revueltas allá fuera...— dijo Mitsuki volteando su vista hacia el cielo de verano -Son por mi... la Unión vendrá por mi.

—Yo me encargaré de eso, no permitiré que nadie llegué a ti— dijo Masaru seguro de sus palabras.

—¿Sabías lo que soy cuando te casaste conmigo?— preguntó Mitsuki encarando su vista escarlata en los de su marido —Soy un oráculo y un oraculó no se equivoca— entonces ella tocó si vientre y dijo de una manera casi fría pero a la vez preocupada:

—Estoy embarazada, Masaru. Son gemelos. Ambos se parecerán un poco a mi, una hermosa niña y un valiente niño— Masaru escuchó a su esposa atento sin dejar su sorpresa de lado ante la declaración de Mitsuki pero, continuando Mitsuki, dijo algo que dejó helado a Masaru:

—No sobrevivirán si me quedo aquí, Masaru. Y yo moriré junto con ellos.

>>La Unión logrará llegar a mi y me llevará y me hará perder a los dos retoños que tengo en mi vientre con tal de ganar la guerra contra las criaturas magicas.

—Querida, te juró que yo...

—¡¡¡No puedes hacer nada, Masaru!!!— gritó Mitsuki encarando su vista sobre su esposo desesperada al igual que el rey sobre que podria hace para salvar a sus hijos —Ningún humano puede— Mitsuki volvió su vista y viendo la solución en el resplandor de cielo nocturno dijo en un tono de reserva casí melancólico en su voz:

—Él único modo de salvarlos es enbarcarme a través del mar del Norte hasta el único lugar donde podrán estar a salvo y crecer como hermano y hermana. El último lugar donde cualquier humano no nacido ahí no puede llegar...

El Nirvana de los Mares (Kacchako)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora