꧁Cap. 25꧂

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En el transcurso de tres horas desde que Uraraka había regresado enferma y Katsuki había ido a gritarle a medio castillo por descuidarla de esa manera, los delirios de la castaña habían aumentado considerablemente al punto de estar tan inquieta que Tsuyu se peleaba con ella para que se recostara y descansara pero, sin que ella parara de llamar a Katsuki en ningún momento y preguntandole a todo momento a Tsuyu si se encontraba bien y en donde estaba.

Sabía que la principal causa de estos delirios era el hecho de haber estado lejos del rey por un largo periodo de tiempo y su mente aún no podía encontrar calma ni descanso al no tener la presencia del rubio a su lado y Tsuyu aseguraba para si misma que el rey era un factor importante para que Uraraka se recuperará y no había ni rastros de él desde que la había pedido cuidarla hasta que él regresará. Cosa que la enojaba de sobremanera a la peliverde.

Estuvo pensando en todo el rato que habia cuidado a la castaña y llego a la conclusion que era necesario que le pidiera a Katsuki que desde ahora, él se hiciera cargo de Uraraka en el transcurso de que ella estuviera enferma ya que lo que más necesitaba en ese momento era a Katsuki y él sería el único a quien ella le hiciera caso para calmarla y tranquilizarla.

—Ochako, ya te lo he dicho. Tienes que acostarte— dijo Tsuyu como séptima vez en ese rato cuando Uraraka inrentataba levantarse e ir en busca del rey.

—Pero... Pero yo... necesito a Katsuki, ¿él... estara bien?— lo decía igual que un delirio pero, se notaba la preocupación en su rostro y la mirada de pánico y terror por pensar que le había pasado algo.

—Él ya se encuentra aquí, Ochako. Vendrá a estar contigo cuando tenga tiempo, pero si no te acustas no estarás bien para resibirlo— Uraraka obedeció a regañadientes y Tsuyu volvió a poner el trapo húmedo sobre su frente para intentar bajarle la fiebre.

Entonces, la puerta fue abierta y grande fue el alivió de Tsuyu al ver al rey entrar por esa puerta con su peculiar olor a ceniza en su cuerpo.

—¿Cómo está?— preguntó el rey cerrando la puerta con delicadeza para no perturbar el sueño de su reina.

—No tan bien. Queda inconsciente a ratos y cuando despierta, lo único que quiere es encontrarte y me es casi imposible deternerla antes que se levante de la cama y empeore todo.

—¿Los delirios son tan fuertes?— preguntó Katsuki notablemente preocupado.

—Si, así parece. Pero, aunque no estoy en posición para pedírselo, quiero que me hagas un favor— Katsuki la miró alzando una ceja mientras veía la mirada segura de la peliverde y sin más opción se cruzó de brazos y le dio el permiso para expresarse.

—Habla.

—Ochako lo único que pide es tenerte a su lado y es preciso que tú este junto a ella en todo momento y que no te alejes de ella, Katsuki— dijo Tsuyu con voz firme y sincera —Es vital para su recuparación que sienta calma y protección para tranquilizarse y en este momento, tú eres lo que más necesitaba la reina para recuperarse.

—En eso no tienes que preocuparte— Tsuyu se quedó callada para dejar continuar al rey —No iba a permitir que nadie más la cuidara a excepción de mi. Ya he hecho los preparativos necesarios. Mande al idiota de Kirishima después de darle la paliza de su vida para avisarle al bastardo dos caras que él está a cargo hasta que Uraraka se recuperé y tú, te vas a encargar de llamar a tu novio cuervo para que le hecho un vistazo a mi reina, ¿entiendes? Por algo los hechiceros se encargan de curar a los enfermos en el Nirvana. Así que dile que haga su trabajo y venga— Katsuki habló tan rápido que Tsuyu entendió a duras penas lo que él decía, pero estando más que satisfecha al entender que él se quedaría a cuidar a Uraraka, se levantó y aceptó ir a llamar a Tokoyami para darle una revisión a su reina.

El Nirvana de los Mares (Kacchako)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora