꧁Cap. 30꧂

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Kota había notado algo extraño. Había llevado el conteo de cuantas nabes habían derribado por sugerencia de Denki y, no importaba cuanta veces lo contaba, siempre terminaba faltando una.

Kota desidió buscarla por su cuenta, y usando aquel artefacto que conocía los mares del mundo como su propia esencia, buscó a través del mar Afrodita para poder encontrar aquel barco perdido, y al encontrarlo... El miedo más grande que había sentido lo invadió.

Aquella nave había sido capaz de rodear el ejército de Katsuki y ahora se encontraba navegando el Mar Oculto, el lugar donde las cámaras y pasillos interminables conectaban con toda la isla.

Kota estaba atemorizado. Se suponía que ningún humano conocía ese mar, pero, de algún modo, lo sabían y ahora, tenía el asceso ilimitado para atacar cualquier parte de la isla, los puntos seguros que Katsuki había designado.

Kota no lo dudó dos veces, y tomando aquel artefacto y guardarlo en su bolso, se conveció a si mismo que Kaminari estaría bien sin él y salió de las Ruinas Elementales en busca del campo de batalla para avisarle a Katsuki sobre esto. La vida de su pueblo y su reina estaban en peligro y... Él era el único que lo sabía.

Así que corriendo entre la espesura del bosque, siguío el ardor naranja del fuego de la guerra que ardía más allá del horizonte de la montaña. Sólo esperaba... Llegar a tiempo, antes que algo horrible pudiera pasar.

(...)

—Teniente Himiko, ¿no deberíamos atacar al pueblo resguardado en las montañas de los elfos como usted lo mencionó?— preguntó uno de sus seguidores mientras caminaba entre los pasadizos interminables y camaras en penumbra siguiendo a la teniente.

—Una cosa es llegar a él y otra cosa muy diferente es sobrevivir la hipotermia y congelamiento que sentiremos al llegar. Es casi imposible llegar a la cima y sobrevivir en el proceso. Sólo un verdadero Nirvano pues escalar su cumbre y sobrevivir y no podré yo sola contra un ejercito de elfos dirigidos por el Príncipe.

—Pero, tampoco lo veo prudente, dirigirse a un nido de los dragones sólo para capturar a la reina...— fue detenido por un cuchillo que apretó ligeramente su cuello con sintiendo el frío filo del metal contra este mientras Himiko tenía una mirada sería pero que reflejaba sadicidad y crueldad en ella.

—Capturar a la reina es mucho más importante para mí de lo que crees. Además, es el primer paso para capturar al rey... Por que, teniendo al rey del Nirvana, tenemos al reino— Himiko retiró la cuchilla del cuello de su compañero dejando un pequeño corte fresco en él y sonrió bajo la masacre mientras decía con tal seguridad y manía que cualquiera le temeria a los arranques de la mujer.

—Además, quiero a hablar a solas con quien le robó el corazón al rey del Nirvana. Tengo cosas importantes que hablar con ella— y con esas palabras que helarian hasta el corazón del más valiente, siguieron su camino a través de aquella oscuridad infinita que los rodeaba solamente disipada por un par de antorchas que alumbraban los pasillos y cavernas de aquel lugar en el corazón subterráneo del Nirvana de los Mares.

"Así que mi hermano está peleando a muerte por Ochako... Interesante..."

(...)

Uraraka se despertó inquieta al sentir algo fuera de lo común, así que dirigiéndose hacia la ventana de su habitación y mirar hacía a fuera, notó un extraño brilló anaranjado brillar en la dirección del mar Afrodita. La batalla había comenzado.

Uraraka apretó los puños fuertemente y cerró los ojos frustrada. Todo está guerra era por ella y las criatura del Nirvana estaban dando su vida para protegerla, a ella... A alguien que ni siquiera había nacido aquí o que no compartía nada con esta isla mas que el amor que compartía con su rey. Incluso... dudó si había sido lo mejor enamorarse de él, ¿Le había costado tanto tener estos sentimientos hacia Katsuki para esto? No... No eran sólo sus sentimientos... Si no también los del rey. Toda su existencia fue un anhelo para él, Katsuki la había esperado por largos años... Años en donde la soledad y la locura comenzó a dominar su ser. Ella fue el resplandor de esperanza que tanto necesitaba, aquel aliento de vida que tanto añoraba y, ahora tenía que entender que está guerra, la guerra que se fomentaba en sus costas, era sólo para defender aquello que Katsuki tomó por muerto hace mucho tiempo, la razón para seguir viviendo y luchar para ver un nuevo amanecer junto a ella.

"Qué ingenua he sido..."

"Qué bien que te des cuenta, Ochako"

Uraraka dió un respingo y cayo al suelo por el susto de oír aquella voz inundar su mente.

—"¿Quien... Quien...?"— comenzó a murmurar dando vueltas en su lugar como buscando la dueña de aquella voz extra y terrorificamente familiar.

"¿Quien sabe?" dijo aquella voz soltando una risa divertida. Uraraka tuvo la sensación que se divertía con ella como un gato lo haría con un ratón.

"Escucha y lo sabrás, Ochako"

—"¿Escuchar? Si lo estoy haciendo"— Se envalentó Uraraka para responder a esa voz femenina.

"¿No el rey te lo había enseñado ya?... Que tonta eres para no recordar..."

Uraraka estaba tan atemorizada como para no poder repricar pero, luego se dio cuenta de algo... ¿Cómo ella sabía eso?

"Tal vez el rey obtuvo el poder de un Dragón Alfa... Pero... yo conseguí algo mucho mejor que se me manifestó apenas abandone mi antiguo hogar. El don de ver las ramas que se manifiesta en el futuro de cualquiera... saber que harán en su momento... y usarlo y modificarlo para mí beneficio...









El poder de un Oráculo"

De pronto, Uraraka se concentró con todo lo que tenía para escuchar lo que el Nirvana le decía y escuchó claramente como le gritaba aterrado un nombre y una acción.

¡La hermana! ¡No voltees atrás! ¡Toga Bakugou! ¡No mires atrás!

Pero su curiosidad ganó más que su razón y volteandose hacía atrás con el miedo más horrible que ha sentido en su vida, pudo ver claramente unos ojos felinos que reflejaban locura y una sonrisa tan sádica que le heló la sangre con solo verla mientras un sonrojo se apoderaba de las mejillas de la Hermana por el extasis que sentía.

—Me da tanto gusto verte de nuevo, princesa Uraraka...— y antes que Uraraka pudiera gritar, sintió un pinchazo en su cuello y como un líquido extraño se introducía en su cuerpo y como de un momento a otro se sentía mariada y sus piernas fallando de repente cayendo al suelo siendo lo último que vió la sonrisa sádica de Toga mientras un murmullo se colocaba en su mente:

"Te encontre"—

Afuera de la habitación de la reina, su escolta esperaba que Himiko saliera con la reina y para su sorpresa, la puerta se abrió dejando ver a la rubia cargando a Uraraka en su hombro como si fuera algo normal y le sonrió a todos con una sonrisa infantil pero a la vez sádica mientras decía:

—Ahora a esperar al rey— y comenzó a caminar ignorando el desastre a su alrededor.

Sangre azul y roja pintando las paredes como una pintura abstracta y dos cuerpos inertes en el suelo faltantes de partes en ellos reposando en el suelo lanzando un grito silenciado de horror y agonía.

Una sirena y un humano que se odiaban, quien diría que morirían juntos protegiendo a la reina.

El Nirvana de los Mares (Kacchako)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora