꧁Cap. 31꧂

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Un amanecer rojo se levantaba en el horizonte en una escena que para muchos, era mejor olvidar.

La costa antes rosa y azulada, estaba teñida de un tono carmín por la sangre de los humanos que había sido derrotados dejando no más que un camino de cuerpos combinados con los que era parte de esta isla.

A pesar de la victoria, nadie gritaba con fervor o alegría en la costa. Las bajas en la batalla tanto nirvenses como humanos, oscurecian la mirada de aquellos que sobrevivieron y los que se encontraban heridos.

Katsuki se limpiaba rastros de sangre de su rostro y su cuerpo después de una larga batalla que duró una larga noche teñida en sangre.

Kirishima se acercó a él, con algunas escamas rasgadas y cortes que dejarán nuevas cicatrices, con una mirada apagada desplazando su habitual sonrisa en una mueca triste y sería.

—¿Cuántas bajas?— preguntó Katstuki procediendo a limpiar su espada con el agua limpia del arroyo que colindaba con el mar.

—1553 y contando— Katsuki soltó un gruñidos frustrado y miró a Kirishima con una mirada que pocas veces había visto.

—A pesar que ganamos la batalla, que aquellos humanos que no murieron cometieron suicidio antes de caer en nuestras manos no dejando más que sangre derramada en nuestras arena blanca.. ¿Por qué...? ¿Por qué siento que algo no está bien?— preguntó Katsuki con duda y temor en sus ojos —No vi a Toga en ninguno de esos barcos y no entiendo el porqué. ¿Acaso... mi madre se equivocó? ¿Por primera vez en su existencia... ella se equivocó?

Antes que Kirishima pudiera contestar un pequeña onda tocó la mano de Katsuki que están sumergida en el agua haciendo que el rey pusiera toda su atención en ella.

Definitivamente algo no estaba bien.

(...)

Kota ya no podía más, había estado corriendo desde la madrugada hasta el amanecer aguantando el dolor de su cuerpo por la adrenalina que corría por sus venas pero, cuando el cansancio de varias noches en vela y casi en ayuno completamente lo azotaron después de varias horas de correr sin parar a descansar, incluso vomitó por el esfuerzo que había hecho para llegar a la costa y avisarle al rey del peligro que corre su reina pero, era demaciado responsabilidad para un niño, un niño que a pesar de tener más edad que el mismo Katsuki... Aún seguía siendo un niño que aún no comprendía que era la guerra.

Se dejó caer de rodillas al suelo mientras se recuperaba agotado limiandose los restos de vómito de su boca con su ceño fruncido en una mueca de impotencia y sus ojos cubiertos en lágrimas.

¿Acaso sólo eso podía hacer? ¿Esperar que alguien lo encontrará para avisarle al rey demaciado tarde? De pronto el sonido de un arroyo cercano lo hizo volver en sí y usando su magía que estaba ligada al agua... supo que ese arroyo desemboca en el océano. Así que usando sus últimas fuerzas se levantó tambaliente y camino con un esfuerzo descomunal hasta llegar al tan ansiado arroyo escondido en el interior del bosque.

Se dejó caer nuevamente en el suelo mientras colocaba su mano en el agua y haciendo un esfuerzo descomunal para que nada pertubara, sintió las palpiciones de alguien más a través del agua. Las palpitaciones de la mano del rey.

Así que usando la poca magía que había aprendido, mandó un mensaje hecho hondas a través del arroyo diciendo una advertencia que llegó a los oídos del rey.

"Kats... La reina está en peligro... Un barco logró llegar al Mar Ocultó y ahora se encuentra en los pasadizos que se conectan con todo el Nirvana. Ya deben haber llegado a la reina... ¡Ve rápido, antes que sea demaciado tarde!"

El Nirvana de los Mares (Kacchako)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora