Capítulo XIV

446 70 10
                                    

Capítulo XIV

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Capítulo XIV

─ Tenemos otro─ anunció uno de los agentes, entrando a la sala de homicidios con una carpeta entre las manos.

─ ¿Otro? Dios mío, si continúan así, van a vaciar la ciudad...─ bufó Stark, dejando caer la cabeza sobre el escritorio.

Debido a la contingencia que había surgido gracias a la guerra de familias que se desató luego de la muerte de Alian Romanoff, la jefatura los había ascendido, a ambos para que ayudaran a los detectives de homicidios con los casos que seguían y seguían apareciendo. Cadáveres y más cadáveres aparecían cada día, abandonados en las calles en bolsas de basura, tirados en el muelle, colgados de un puente en el centro de la ciudad. Cómo y quién los había asesinado sin que nadie viera nada, era un completo misterio. Ni siquiera las cámaras de tránsito habían captado el momento en el que colgaron a dos famosos sicarios en una de las avenidas más concurridas de la ciudad.

Steve miró el alto de carpetas que tenía junto a su escritorio y suspiró, peinándose el cabello hacia atrás con los dedos. Si bien él sospechaba quién era la que estaba detrás de esa carnicería, no tenía ninguna prueba y, sin pruebas, no podían hacer nada contra ella. Por otro lado, no quería hacer nada contra ella. Su tiempo en la fuerza le había enseñado que aquel era el modo de vida de las personas involucradas en el bajo mundo y, si lo pensaba fríamente, no se había perdido ninguna vida importante. Asesinatos, tráfico de drogas, robo a mano armada, robo con intimidación, trata de blancas, corrupción... aquellos eran los antecedentes de esas personas, personas que llevaban años dañando a la comunidad y su ausencia no era, necesariamente, algo malo.

Por otro lado, su vocación lo llamaba a resolver los casos, independientemente del pasado de la víctima. Era su trabajo, era lo que amaba hacer, lo que siempre quiso hacer. Pero, ¿podía realmente enfrentar la realidad? ¿sería capaz de arrestarla, de condenarla, de arruinar su vida de ese modo? La batalla moral que se desataba en su mente lo había mantenido las últimas noches en vela y se notaba en las profundas sombras bajo sus ojos, en sus hombros caídos y en la mueca de preocupación junto a sus labios. Algo grande estaba pasando y él no se decidía aún a intervenir... convirtiéndose en el cómplice de un delito atroz.

─ Campanita, estoy hablándote─ dijo Stark, apareciendo en su línea de visión y sacándolo de su ensimismamiento.

─ Lo siento, Stark─ se disculpó con una ligera sonrisa, volviendo su atención a los papeles dispersos sobre su escritorio─ ¿Qué me decías?

─ Hace un tiempo atrás, cuando estábamos investigando los robos, tú dijiste que tenías una pista... pero, jamás me contaste si la seguiste o si conseguiste algo de todo eso─ su mente regresó en el tiempo, a los meses felices que había compartido junto a Natasha.

Recordó la forma desvergonzada y encantadora que ella tenía de manejarse, sus sonrisas coquetas, la forma en la que lo besaba, como si fuese el último beso que fueran a compartir. Recordó sus formas llenas bajo sus manos, el calor de su aliento, sus caricias suaves... y pensó que sí, que había obtenido mucho de eso. Obtuvo su primer amor real, su primer corazón roto. Pero, lo más importante que obtuvo fue un dolor que aún no podía superar y que lo hacía soñar con ella, pese a que sabía que ambos eran las dos caras de una misma moneda y que, al igual que el sol y la luna, jamás podrían encontrarse en un punto medio.

Opposite AttractsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora