Capítulo XXVI
Las redadas continuaron toda esa noche y parte del día siguiente. Los pocos lugartenientes que lograron huir de las primeras redadas se parapetaron en casas de seguridad, tal como Natasha había predicho y eso generó algunos enfrentamientos menores con la policía. Afortunadamente nadie resultó herido y cada procedimiento fue exitoso. Sin embargo, cuando Steve, seguido de un equipo SWAT entró en uno de los edificios donde se esperaba encontrar la mayor resistencia, no encontraron nada. Revisaron cada departamento cuidadosamente, encontrando un sinfín de evidencia: drogas, armas y dinero que fueron requisadas inmediatamente. Pero, de los criminales, nada. Por eso fue tan sorprendente cuando, finalmente llegaron al último piso y allí, en medio del penthouse habían, al menos treinta hombres maniatados y amordazados, atados los unos a los otros para que no pudiesen soltarse con tanta facilidad. Los rodeaba una enorme cinta de regalo roja y no parecían muy felices con su apariencia de regalo gigantesco.
Los policías se observaron entre ellos, incrédulos, pero, Steve sabía perfectamente quién había sido el autor de aquel singular regalo. Mientras el equipo SWAT los soltaba para esposarlos y llevárselos, el joven policía recorrió el departamento buscando armas y pruebas y, detrás del bar, bajo una copa de vino, encontró una pequeña nota: "Disfruta tu regalo, primo", decía la nota y Steve no pudo más que sonreír, irónico. Primo. Bucky aún lo llamaba así, pese a que sabía que él ya estaba enterado de su nueva ocupación... ¿realmente esperaba que lo dejara permanecer junto a Wanda? ¿Realmente quería seguir en una relación con ella? "Tú sigues enamorado de la jefa de la mafia", le recordó su conciencia y suspiró, escondiendo la nota en su bolsillo antes de seguir a sus compañeros. Cuando finalmente terminaron de procesar a todos los prisioneros capturados esa noche, Steve estaba agotado.
Había trabajado casi veinte horas seguidas y todo lo que quería era regresar a su departamento, echarse sobre su cama y dormir una semana. Sin embargo, la imagen de Natasha sentada en su sofá echó por tierra sus planes. La muchacha se veía diferente. Cuando se encontró con ella en su casa, lucía mayor, vestida como una mujer de negocios, con aquel traje sastre y los tacones de aguja. Era claro que había asumido cabalmente su lugar como jefa de su familia y había cambiado su estilo para demostrar el nuevo poder que ostentaba. Ahora, en cambio, lucía como antes. No se había alisado el cabello y sus rizos volvían a envolverle el rostro. Llevaba un simple vestido de tirantes rojo, una chaqueta de denim y, junto a ella, descansaba una bolsa de lavandería donde podía distinguir la forma de la chaqueta que tomó prestada el día que estuvo en su casa. Steve cerró la puerta tras él y dejó su bolso sobre el sofá con tranquilidad, fingiendo que su corazón no había dado un salto y que sus piernas no temblaban nada más saber que estaba ahí, esperándolo.
Natasha se veía tranquila. Lo observaba con la mirada sosegada, como si no hubiese entrado en su departamento por la fuerza, ni fuesen enemigos naturales.
─ ¿Qué haces aquí, Natasha? ─ preguntó en voz baja, mirándola finalmente a los ojos.
─ Vine a devolverte tu chaqueta─ respondió, enseñándole la bolsa de lavandería, como si él no la hubiese visto antes. Sonrió, pero, al ver que no le correspondían la sonrisa, su semblante se demudó y, repentinamente, lució nerviosa─ Y... quería darte las gracias...
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Opposite Attracts
Fiksi Penggemar¿Qué pasa si tus amigos están desesperados por conseguirte pareja y te juntan con la persona menos indicada? ¿Importan las etiquetas cuando el amor es verdadero?