Capítulo IX

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Capítulo IX

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Capítulo IX

─ ¿Y? ¿Ya dejó al polizonte? ─ Alian exhaló pesadamente el humo de su puro, observando con sus ojos profundos y sagaces al hombre frente a él.

─ No. Y, siendo honesto, dudo que lo haga. Creo que tu hija se enamoró, jefe─ respondió Clint, obteniendo un bufido como respuesta del hombre.

─ Amor...─ repitió en voz baja, como paladeando la palabra mientras recorría con la mirada las brillantes brasas que producía el cigarro─ Mi chica es más lista que eso y lo sabes...─ aseguró, apagando el cigarro contra el cristal cortado del cenicero. Él quería creer eso, que su hija era lista y que no caería tan fácilmente y, mucho menos por un policía, pero, debía reconocer que algo había cambiado en ella desde que lo conociera. Lista y todo, seguía siendo una mujer─ Aunque, me temo que cometimos un error al dejarla involucrarse hasta este punto con él.

─Se lo advertí, pero, no quiso escucharme...─ le recordó Clint, ganándose un grave asentimiento del hombrón frente a él.

─ Es terca como su madre, de eso no hay duda. ¿Ya hablaste con el chico Barnes, como te ordené?

─ Sí. Dice que el poli es un buen tipo. Vive con su madre, es primo de su novia, está recién egresado y parece ir en serio con Natasha. Aunque, ella no se haya comunicado con él en estos días, pero él sigue buscándola...─ respondió automáticamente, sin mostrar mayor expresión en el rostro.

─ Me alegro de que haya decidido tomar distancia, es un primer paso. No importa cuán en serio vayan. Ella no puede estar con un policía, fin de la historia─ sentenció, con voz firme.

─ Lo sé─ "Y es una lástima", quiso añadir el menor, pero, aquello lo dejó para sí mismo. Nunca antes había visto a Natasha comportarse de aquel modo, vivir pendiente de alguien más, soñar despierta o sonreír sin razón alguna.

Ella era la hija del cabeza de familia, la próxima heredera del negocio familiar, tenía todo su destino trazado desde la cuna y siempre lo había asumido con tranquilidad y buen humor. Sabía quién era, sabía lo que quería y sabía lo que estaba dispuesta a hacer por conseguirlo. Pero, de un tiempo a esa parte, las cosas habían cambiado de un modo radical y su antigua seguridad se iba deshaciendo como un castillo de naipes, justo frente a sus ojos, sin que él pudiera hacer nada para ahorrarle el sufrimiento y las dudas. Y eso le dolía, muchísimo. Alian, por su parte, seguía sopesando en su mente todos los detalles del asunto. Siempre supo que Natasha crecería y se enamoraría, algún día. Que querría formar una familia y asentarse con alguien y eso estaba bien, era lo justo, era la ley de la vida.

Pero, nunca se imaginó de que caería de ese modo por alguien tan diferente a ella. Si hubiese sido el hijo de alguno de sus lugartenientes, habría sido lo ideal. El chico Barnes era la mejor elección, pero, él había decidido buscar a una muchacha fuera de su círculo y, más aún, ninguno de los dos había mostrado jamás la intención de ver al otro como nada más que un hermano. Por otro lado, Natasha jamás lo habría dejado interferir en la elección de una posible pareja. La chica era terca como una mula, igual a su difunta madre. No, él no habría podido hacer nada frente al asunto. Lo único que le quedaba por hacer era mover sus influencias para, de un modo discreto, alejar al chico de su preciosa muñeca.

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