Capitulo 160

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(Narra Emilio)

¿Quién no desearía tener entre sus brazos a semejante escultura como lo es mi amado esposo?

Tengo la enorme satisfacción, de decir que soy el Alfa más afortunado del mundo, al tener a un Omega como Joaquin en mi vida. Este hermoso ser, se ha vuelto todo para mí. Es todo lo que necesito para ser feliz el resto de mi vida.

Mi bebé Bonito es la definición de perfección y amo hacérselo saber cada día.

- Cariño - Llame mientras lo llevaba entre mis brazos hasta la cabaña.

- ¿Mgh? - Soltó, ya que iba tan concentrados dejando miles de marcas en mi cuello, que ni siquiera podía responder correctamente.

- ¿Te he dicho lo perfecto que eres? - Reí al escuchar el obseno sonido de sus labios haciendo chasquidos mientras los separaba de mi cuello.

- Muchas veces Emi. ¿Puede este Omega perfecto solicitarle a usted mi rey que por fin me la meta por favor? - Solté una enorme carcajada al escucharlo - No te rías imbécil. Llevo horas necesitando que me tomes rudamente sobre la cama y tú me haces esperar cada vez más.

Sentí la tensión apoderarse de mi. Y es que Joaquin tiene una manera tan especial y única de decir las cosas, que sea como sea, siempre logra haceme flaquear y que mi cuerpo se erice, anticipando todo lo que sucederá muy pronto.

- Si su majestad lo desea - Me acerqué a su oído - Prometo hacerle todo lo que deseé, hasta que no pueda formular palabra alguna y reclamé más, por su Alfa.

Joaquin se apretó a mi cuerpo y soltó un gemido bajo, pero tan excitante y caliente, que no pude retener más mis deseos carnales. Necesitaba poseer una vez más a mi sexy esposo. Hacerle ver las estrellas por milésima vez y que toque el cielo con mis movimientos y pasión.

Al llegar a la cabaña, me dirigí con mi Omega, hasta la habitación, sin voltear a ver hacia otro lado. Únicamente con dirección a la habitación, que ansiosa esperaba por sus anfitriones hace varias horas.

En todo el camino, Joaquin siguió succionando mi cuello, dejando visibles marcas y dejando su aroma impregnando en mi. Sus manos recorrían mi espalda y mi cabello, mientras sus caderas se movían delicadamente sobre mi pelvis y entre susuros me rogaba, poseerlo toda la noche. Los deseos de mi amado esposo, son órdenes para mí.

Entramos a la habitación y para ese momento, estaba con media camisa desabrochada.

Con las manos de mi Omega sobre mis pectorales y sus labios aún devorando mi cuello y elevando el nivel de excitación entre nuestros cuerpos.

- Ya Osorio, por favor, Mgh~ - Me seguía rogando entre gemidos y suspiros necesitados.

- Tranquilo Mochi, que la noche es larga - Susurré sobre su oído roncamente. Dejándolo caer sobre la cama.

La habitación tenía tan espléndida vista hacia el mar, que aquella noche de pasión, sería mucho más memorable por la compañía del hermoso paisaje y la belleza de sus colores.

Mi sensual Omega, abrió sus piernas para mí. Mientras llevaba sus manos hasta los botones de su camisa, comenzando a desabotonar uno por uno, para dejarlo a medias y morder su labio sensualmente, mientras bajaba sus manos hasta su abdomen aún cubierto por parte de la camisa y después, bajando estás mismas, por sus muslos.

- ¿Qué esperas gatito? - Su voz. Oh por la madre luna, su voz sonaba tan dominante y sensual, que casi hace flaquear a mis piernas.

- No corras cariño. Te aseguro que cuando esté entre medio de estas sensuales piernas, no me sacarás de ahí, por largas horas.

El Omega de la MafiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora