Capitulo 1: Kosei

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Un bebé en China, fue el primero en manifestar un Kosei.
O, por lo menos, el primero en darse a conocer a la sociedad. Sin embargo, es seguro, que para ese momento, cientos o tal ves miles de niños y niñas, debían haber corrido la misma suerte.

Cuando muchas más de estas habilidades salieron a la luz, los países del mundo buscaban una solución o al menos el conocimiento respecto a que era lo que estaba sucediendo.

Durante ocho años, los altos mandos que conocían la verdad, lo ocultaban detrás de informes y estudios, que afirmaban que esos casos eran tan sólo un puñado en el planeta.
La gente común seguía aferrada a su mundo cotidiano, pasando el tiempo entre el trabajo y el hogar.

En las costas de Japón, en una pequeña ciudad, no era muy diferente, los habitantes vivían sus días sin mayores preocupaciones.
Al terminar el día, los adultos volvían a sus hogares, los ancianos paseaban por el lugar y los niños jugaban en el parque.

Dentro de esa pequeña rutina de paz y tranquilidad, Izuku y Katsuki, dos niños de casi cuatro años, vivían sus días entre juegos y sonrisas, asistiendo juntos al preescolar durante la mañana y jugando juntos en el parque durante la tarde, ambos a cargo de la madre del pequeño Izuku Midoriya, la amable señora Inko Midoriya cuidaba de ambos infantes, mientras los padres de Katsuki trabajaban.

El señor Bakugo, un hombre amable de cabello castaño y anteojos, trabajaba en el hospital de la ciudad. Masaru poseía una gran pasión por ayudar a los demás, pasión que ejercía al trabajar como médico.

Por su parte, la madre de Katsuki; Mitsuki Bakugo, era una respetable y reconocida abogada, logró un gran reconocimiento través de su actitud fuerte y naturaleza agresiva.

La vida del menor de los Bakugo, era bastante alegre y tranquila, no le preocupaba el trabajo de sus padres, él era feliz de jugar con su amigo peliverde mientras sus padres trabajaban, a pesar del trabajo de sus padres, estos siempre se daban el tiempo de compartir en familia.

Sin embargo, esta tranquilidad, se vio perturbada.
Una tarde de abril, luego de la celebración del 4º cumpleaños de Katsuki, el pequeño se encontraba buscando insectos en el jardín, en compañía de su amigo Izuku, bautizado con el nombre Deku, por parte del rubio.

Mientras los señores Bakugo y la señora Midoriya compartían un té en el parque, escucharon un fuerte grito de parte del pecoso, rápidamente los adultos se dirigieron a donde se encontraban los niños.

Grande fue la sorpresa que se llevaron al observar que las manos del pequeño Bakugo se encontraban rojas, con claros signos de quemaduras, de forma inmediata, Masaru tomó a su hijo y atendió las quemaduras.

Katsuki se encontraba asustado y las palabras no salían de su boca, mientras Inko interrogaba a su hijo para saber que había ocurrido. Izuku no dejaba de llorar, sin poder explicar qué le había sucedido a su amigo.
Ambos padres decidieron que lo mejor era llevar al infante al hospital, tratar sus manos y luego aclarar la situación.

Una vez en el hospital, luego de tratar las quemaduras, las cuales, al parecer habían sanado de forma bastante rápida. Se realizaron unas pruebas de sangre, al no tener heridas graves, el niño fue enviado a su hogar en lo que se obtenían los resultados de sus estudios.

Una semana más tarde, después del incidente en el parque, los resultados de los análisis de sangre estaban listos, los padres de Katsuki tuvieron una reunión con el director del hospital, el profesional les informó que lo que su hijo padecía, era aquella enfermedad que las autoridades habían nombraron como Kosei.

Mitsuki escondió el papel con los resultados de los análisis, el doctor les había recomendado que manejaran la situación con extrema discreción, cosa que inquietó a ambos padres, sin embargo decidieron seguir su consejo.

Para Katsuki, las semanas continuaron con normalidad, inmerso en su mundo de juegos y fantasías. Sin embargo su amigo Deku se preocupaba por él.
-¿Kacchan?- lo llamó el pecoso-. ¿Estas bien? ¿Que pasó con tus manos?

Bakugo lo miró un momento, dudoso al no saber que decirle. Exhaló un suspiro, pero cuando se disponía a hablar, su madre lo llamó.
Rápidamente el pelicenizo se puso de pie y se despidió de su amigo, corriendo hacia su madre.
Izuku quedó sentado en el parque, mirando como se alejaba.

En reiteradas oportunidades, el pecoso trataba de preguntar que era lo que había ocurrido, sin embargo siempre era interrumpido.
Finalmente un día mientras se encontraban en el preescolar, Izuku decidió volver a preguntar, Katsuki lo tomó de la mano y lo llevó corriendo hacia un lugar escondido en el patio, en ese lugar, estiró sus manos y le mostró al pecoso cómo salían pequeñas explosiones de estas.
-¿Kacchan?- lo nombró asustado- .¿Qué es eso?
-Es un Kosei- mencionó el rubio-. Es un poder, como el de los superhéroes. Mi papá dice que no debo decirle a nadie, aunque la vieja bruja dice que tengo que aprender a utilizarlo, para no dañar a nadie.
-Es genial!!- gritó el pecoso- Kacchan es asombroso!!

Al escuchar un ruido, la maestra sé dirigió hacia los niños, observando como había un poco de humo en la mano de uno de ellos.
-Niños, es hora de guardar sus cosas, sus padres vienen por ustedes- la mujer llamó a los pequeños, mientras miraba de forma inquietante al rubio.

Kirāhando キラーハンドDonde viven las historias. Descúbrelo ahora