Finalmente habían llegado a Tokio. Lograr ingresar fue sencillo, al parecer las enormes alcantarillas de la ciudad no tenían mayor vigilancia.
Por su parte, el Centro Nacional de Salud apenas contaba con dos guardias en el acceso principal durante la noche. Esto llamó la atención del Capitán, si en ese lugar obtendrían las pruebas, ¿Cómo es posible que contara con tan poca seguridad?
Era muy probable que se tratara de una trampa, pero ¿Quién la había ideado?, ¿Acaso ese científico trataba de engañarlo a él y su compañero?.
Si ese fuera el caso, ya lo tenía cubierto. Él se encargaría de revisar muy bien cada rincón de ese lugar, mientras el pelirrojo custodiará cada movimiento del científico.
Con un gesto sencillo se separaron por los oscuros pasillos del edificio.
Midoriya se dirigió hacia la sala de archivos, desde un computador central, se dispuso a acceder a la red de información.
A su lado, Kirishima vigilaba el lugar y los movimientos del pecoso.-¿Cuánto tiempo te tomará conseguir las pruebas?- Cuestionó el de dientes afilados mientras sostenía el arma en sus manos.
-No mucho, solo debo acceder a la documentación vinculada con los Kosei y filtrar aquellos datos que podemos utilizar como pruebas- Respondió el pecoso.
El silencio ponía nervioso al pelirrojo, quería salir rápidamente de ese lugar, demasiada tranquilidad le daba mala espina.
-¿Cuál es el Kosei del capitán?- Pregunto el pecoso mientras continuaba tecleando, descargando de los archivos de la red cualquier dato que les podía ser de utilidad.
Kirishima lo miró confundido.- ¿Por qué lo preguntas en este momento?-
-Bueno, es sólo que me llama mucho la atención que a pesar de ser tú superior, el no utiliza su particularidad-
Habló Midoriya.
-Al comienzo creí que no tenía una, pero él, al igual que tú, se sorprendió cuando dije que la enfermedad no mató a los que desarrollaron Kosei, incluso estamos aquí consiguiendo las pruebas.
Luego tú mencionaste que fue un prodigio, controlando y perfeccionando su Kosei rápidamente. Es por eso que me intriga--No lo sé, tal vez trata de pasar desapercibido- respondió Eijiro.
Al peliverde no le convenció esa respuesta, tal vez podría averiguar por su cuenta sobre la particularidad del capitán, pero para eso necesitaba saber más.
Si tan solo pudiera conocer su nombre o ver su rostro.
El capitán se encontraba pistola en mano, recorriendo las salas de ese lugar, no había nadie en ese edificio público a esas horas, aunque siendo el Centro Nacional de Salud, alguien debía vigilar.
Se dirigió a la sala de control de las cámaras de seguridad.
Abrió lentamente la puerta, el guardia de vigilancia no estaba.Eso ya era demasiado extraño.
Lentamente se acercó a las pantallas, podía observar a Kirishima y Midoriya, estaban solos, al parecer recolectando la información.
Bajo su arma y se acercó para desactivar esa cámara y borrar el registro de ellos.
Su pie se topó con algo, se acercó al piso para averiguar que había sido aquello.
Grande fue su sorpresa al descubrirlo.Era un hombre de unos treinta años, con un evidente sobrepeso, su uniforme claramente indicaban que era el guardia de seguridad del lugar, en su rostro reflejaba una expresión de sorpresa, así lo demostraban su ojos bien abiertos y su boca ligeramente separada, pero sin duda lo que más llamaba la atención era el enorme agujero en su frente, de donde la sangre no dejaba de brotar.
Le habían disparado, eso era más que evidente.
La sangre aún escurría y el cuerpo aun estaba tibio, eso solo podía indicar una cosa....
No estaban solos en ese lugar.Fijó su vista en la pantalla nuevamente, no estaban; el científico y su autoproclamado amigo, no se observaban en la pantalla. ¿Dónde diablos se habían metido?
Rápidamente salió de la sala en dirección a donde se supone debían estar los otros dos.De pronto la luz de uno de los pasillos se encendió, miró sorprendido en todas direcciones.
A su espalda un sujeto lo observaba, parado en medio del pasillo, con las manos en los bolsillos de su pantalón y en su rostro una extraña máscara, parecida al pico de un ave.Apuntó rápidamente su arma en dirección al hombre. -¿Quién mierda eres?-
-Vaya forma de saludar a tus superiores, 895- Habló de forma calmada el hombre.
El rubio abrió los ojos sorprendió, esa voz la conocía.
-¡¿Instructor Chisaki?!, ¿Qué hace aquí?, el viejo Garaki dijo que lo ascendieron a Gran General- Habló mientras guardaba su arma.-Que curioso, iba a hacerte la misma pregunta.-
Respondió el ex-instructor.
-Tenias una misión, eliminar a alguien tengo entendido. ¿Por qué no lo has hecho aún?, ¿Por qué estás ayudando a quien se supone debías asesinar?. No creí que te convertirías en una rata traicionera, sabes tan bien como yo lo que hacemos con esas ratas, de hecho anteriormente tú mismo té has encargado de unas cuantas--N..no es eso señor- Habló con voz temblorosa el rubio.
Era increíble como aún, con tan solo unas pocas palabras, ese hombre podía ponerlo nervioso.
Desde que ingresó al campo, Chisaki se había asegurado de quebrantar la voluntad del menor, si este no lo obedecía o opinaba de forma distinta, él se encargaba de "corregirlo", constantemente lo golpeaba hasta el cansancio, lo hacía observar como cenaba mientras el chico pasaba días sin comer, incluso lo había obligado a dormir en la intemperie en frías noches nevadas.
Logrando eliminar cualquier sentimiento de rebeldía en el muchacho, por lo menos ante su presencia.-E..el gobierno nos ha mentido- habló a su superior, tratando de mantener la calma. -El resto de los niños y niñas no han muerto, nadie a muerto por los Kosei-
Chisaki se acercó lentamente a él - ¡¿Ah si?!, vaya es una pena- respondió calmado, mientras sacaba su mano derecha de su bolsillo y miraba lo que parecía un reloj.
-Acaso, ¡¿Lo sabías?!- vociferó el menor, sorprendido. Mientras dirigía su mano al arma en su pantalón.
Antes de que lograra tomarla, sintió un fuerte dolor en su cuello, como una descarga eléctrica. Dirigió su mano a la zona enfocando la mirada a su ex-Instructor, este solo lo observaba mientras presionaba un botón de aquel artefacto.
El rubio cayó de rodillas al piso, sentía como si su cabeza fuera a estallar.
-¡¿Crees que viviendo tantos años rodeados por fenómenos como ustedes, no tendría mis métodos para controlarlos si intentaban revelarse!?- Chisaki dió una fuerte patada en el estómago del menor tirándolo al piso. -Estabas en la cima, eras el mejor y te dejaste manipular por ese científico idiota- Hablaba de forma despectiva mientras le pisaba el rostro, causando un grito de dolor en el menor.
Este trató de levantar sus manos para atacar al mayor con su Kosei, la rabia en su interior solo le hacía querer asesinar a ese maldito.
Pero su cuerpo no se movía, ese maldito dolor taladraba su craneo.-Es una pena perder mi mejor creación, pero siempre se puede conseguir a otro niñito llorón- Habló mientras jalaba por el cabello al menor y le apuntaba su arma en la cabeza.
El frío cañón del arma presionaba su nuca, sin poder moverse no había nada que pudiera hacer, eso sólo le causaba rabia e impotencia.
El plomo acabaría con su vida, así como él, había acabado con la vida de tantos otros.Tragó grueso y cerró los ojos, esperando el disparo.
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Kirāhando キラーハンド
FanfictionUna rara enfermedad ha terminado con la vida de la mayoría de los niños y niñas del mundo. (O eso es lo que Katsuki Bakugo creía) Bakugo a sobrevivido, pero a perdido mucho más que aquellos a los que él cree muertos. Fue enviado a Yunitto731, un bru...