Capítulo 12: Demonios

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Abrió los ojos de golpe, no sabía donde estaba.
Se encontraba recostado sobre unas mantas en el piso, su pecho estaba descubierto dejando a la vista unos vendajes en su costado derecho, pasó la mano por su rostro, no traía su mascarilla.
Lentamente trató de ponerse de pie.

-No te esfuerces- Habló el peliverde con voz neutra, estaba sentado en el piso a unos metros de él, observando el techo del lugar, que parecía ser un viejo almacén. -Aún no te recuperas del todo-

-¿Dónde estamos?, ¿Qué fue lo qué pasó?- Cuestionó el rubio confundido.
-Recuerdo que alguien atacó a Chisaki. ¿Dónde está Kirishima?, ¿Qué pasó con el?-

-Él.. él esta bien, fue a buscar algo de comida- Respondió Midoriya, mientras bajaba la cabeza ocultándola entre sus brazos.
Sentía una mezcla de emociones en su pecho, ¡vaya!, el rubio si que se interesaba por sus amigos. Por el pelirrojo.

-¿Y qué fue lo que pasó?- insistió el pelicenizo.

Izuku levantó levemente su rostro, fijando sus verdes ojos en la mirada rubí del otro, suspirando tomó su relicario y se lo quitó del cuello.

-La aparición de la enfermedad denominada Kosei, hizo que muchas personas perdieran a sus seres queridos, a la mayoría se les decía que sus hijos habían muerto al nacer o que al cumplir cuatro enfermaban gravemente, presentando una particularidad. Yo recuerdo a alguien, un viejo amigo que poseía un Kosei- Narró el peliverde.

-¿A que diablos va eso?- cuestionó el ojirojo.

Midoriya apretó fuertemente la cadena en su mano, mientras continuó hablando. -Éramos inseparables, realmente no sé como nos conocimos, desde que tengo memoria él estuvo ahí, por lo menos así fue hasta poco después de que cumpliera cuatro años-

Inquieto, miró si el rubio reflejaba alguna emoción, al no ser así, le extendió su relicario.

El de ojos rojos miró aquella pequeña fotografía, en ella se podía observar a un pequeño niño de pecas, cabello verde rizado y ojos del mismo color. Sonreía abrazado de otro niño, de aparentemente la misma edad, de ojos rojos y cabello rubio ceniza puntiagudo.

-¿Lo recuerdas?,¿Me recuerdas a mí, Kacchan?- Preguntó el pecoso.

El rubio no respondió, se encontraba sumergido en sus pensamientos.
¡¿Kacchan?!, hace demasiado tiempo que no había oído ese apodo, sólo había una persona en el mundo que lo había llamado así, un pequeño de cabello verde alborotado, el pequeño de esa fotografía.

El silencio por parte del otro, hizo que Midoriya desesperará.
-¿Ka-Kacchan?, ¿iDe verdad eres tú?!, ¿Realmente estás vivo!?.... El accidente, i¿Cómo es posible?!.... Todo este tiempo, i¿Dónde estuviste?!...... ¡15 años Kacchan!, ¡Hemos llorado tu muerte durante 15 años!!!..- Gritó el peliverde mientras se ponía de pie.

Katsuki continuó en silencio, era él, ese niño en la fotografía. Vagos recuerdos llegaron a su mente, del pecoso y él jugando en el parque, de su familia abrazándolo el día de su cumpleaños, de aquellos días en donde era libre, donde no tenía que cumplir órdenes, cuando era un ser inocente, cuando era feliz.
Levantó su roja mirada encontrándose con la del peliverde.

-Si estuviste vivo todo este tiempo, ¿Por qué no volviste a casa?- Habló Izuku, mientras unas lágrimas se deslizaban por sus mejillas.

Katsuki sintió que su corazón se aceleraba. Esa verde mirada, le hacían querer admirarla por la eternidad, protegerla y sumergirse en ese bosque de tranquilidad.
Deseaba abrazarlo, entregarle su calor mientras lo miraba a los ojos, pero no podía permitirle acercarse demasiado, debía protegerlo de la bestia que vive en su interior, no quería fallarle, pero ya lo había hecho.

El peliverde no podía saber la verdad, cargaba con demasiadas muertes en sus manos, estaba conectado al mismo infierno y no lo arrastraría con él.

<<Quería a Izuku, pero no le permitiría conocer sus demonios>>

-Y..yo- Habló el rubio. -Yo no sé quién es Kacchan, no se de quién hablas, toda mi vida he vivido en Yunitto-

El pecoso lo miró incrédulo, ¡Eso no podía ser verdad!, él era Kacchan.
O tal vez eso es lo que quería creer.

-L..lo lamento, no quise incomodarte. Seguramente te confundí con él- Habló cabizbajo, mientras limpiaba las lágrimas en su rostro.

-No hay problema- respondió el rubio, entregando aquella cadena con el relicario al muchacho.

Kirāhando キラーハンドDonde viven las historias. Descúbrelo ahora