Capitulo 16: Kirāhando

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Lo despertó el agua fría y la áspera voz de un hombre.
-Buenos días bello durmiente- decía en tono sarcástico -Espero que hayas tenido un sueño reponedor-

Katsuki abrió lentamente los ojos, acostumbrándose a la incandescente luz proveniente del foco sobre su cabeza. Intentó levantar las manos para protegerse los ojos, pero se las habían esposado a la espalda.

-Espero que este hospedaje fuera digno de la mascota favorita de Garaki- continuó burlándose aquel hombre.

No dijo nada, bajó el rostro mientras continuaba sentado en esa silla metálica.
Podría haber forcejeado para liberarse, explotar esas esposas, romperle la cara a quienes osaron capturarlo y escapar de ese agujero, sin embargo el rubio ni siquiera lo intentaba.

-Tengo que admitir que me sorprende verte tan derrotado, eso no es digno de ti- Insistió el mayor.

Continuó con la mirada en el suelo.
Fuerzas, ya no las tenia. Solo podía sentir esa oscuridad envolviéndolo, ya no quería luchar, no tenia porque hacerlo.

-¡Por Dios!, Sí eres el Ángel de la muerte. Las manos asesinas, el maldito "Kirāhando"- Gritó aquel hombre golpeando la pequeña mesa al frente del rubio. -Haz asesinado a cientos, tal vez miles. Sin una pizca de duda en esa maldita mirada sangrienta-

Bakugo no dijo nada, solo rió de forma irónica.
¿Kirāhando?, Vaya, ese apodo no lo conocía. Pero sin duda era bastante apropiado para él. Sus manos eran las de un asesino, estaban llenas de sangre, había acabado con la vida de muchas personas, sin importar sexo u edad. Investigadores, políticos, ladrones e incluso niños que habían tratado de huir de Yunitto, él los había ejecutado, sin preguntarse qué habían hecho, sin dudar.
Solo se había limitado a obedecer y asesinar.

Aquel hombre tomó el rostro del rubio, obligándolo a levantar la cabeza.
-¿Qué mierda es lo que tramas?- habló con una mirada de furia en esos azules ojos. -¿Por qué asesinaste a Chisaki?,¿Fue Garaki?, ¿Él te lo ordeno?-

El rubio desvió la mirada. -Nadie me lo ordenó, solo me enteré de la verdad- habló por fin.

-¿De que verdad hablas?- Cuestionó el contrario.

-De está supuesta enfermedad- Respondió como si fuera lo más obvio del mundo.
-De cómo ese maldito me arrancó de los brazos de mis padres. De como nos convencieron de que el resto había muerto y  nos entrenaron, simplemente para cumplir sus estupidos deseos.-

La mirada del ojiazul cambio a una de sorpresa. -¿Y que planeas hacer ahora que conoces la verdad?- Cuestionó

-¿Hacer?, No hay nada que hacer.- Rió Katsuki -Me rindo-

El hombre soltó el rostro del rubio, camino lentamente hacia la salida de esa  pequeña habitación. Abrió la puerta, deteniéndose antes de salir.
-¿Hablas enserio?- preguntó incrédulo.

-Ya nada importa- Habló cabizbajo el menor.  -No tengo un camino que seguir. No hay nada que pueda hacer. Tal vez lo mejor, es morir en este maldito lugar-

El hombre simplemente salió del lugar, apagando la incandescente luz y cerrando la puerta tras suyo.
Dejando al rubio sumergido en la oscuridad, no solo de la habitación sino también aquella que lo envolvía desde su interior.

Desde el exterior, una mirada triste lo observaban

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Desde el exterior, una mirada triste lo observaban. No podía creer nada de lo que había oído. Un asesino, el rubio era un asesino y más increíble aún, se había rendido.
Necesitaba hacer algo, no iba a dejarlo, no le permitiría rendirse.

Katsuki no sabia cuanto llevaba en ese lugar, el tiempo simplemente parecía no importar

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Katsuki no sabia cuanto llevaba en ese lugar, el tiempo simplemente parecía no importar. Sumergido en su miseria, ni siquiera levanto la vista al oír a aquel hombre ingresar nuevamente.

-Te traje algo de comida- Hablo mientras encendía la luz del lugar y dejaba el plato sobre la mesa.

El rubio no lo miro, no respondió.

-Es algo deprimente verte así- Continuó aquel -¿Cómo es que el mejor soldado de Yunitto ha llegado a este estado?-

Silencio, permaneció en silencio.

-¿Acaso no tienes un objetivo o algo que lograr?, ¿Encontrar a tu familia? ¿O ha alguien querido ahora que conoces la verdad?-

-No tengo nada- respondió aún con la mirada baja - Tu lo dijiste, he asesinado a miles, sin una pizca de duda. ¿Quién podría interesarse en alguien así?-

-Siempre hay un idiota- respondió el mayor -Tres en tú caso. No han dejado de preguntar por ti-

Levanto la cabeza, observando a aquel hombre de cabello negro y piel cubierta de cicatrices.

-Vaya, veo algo de interés de tu parte- Rió el pelinegro.

Él ojirojo soltó una pequeña risa de incredulidad mientras negaba moviendo la cabeza.

-Como oíste, esos tres no han dejado de molestar- Continuó hablando mientras tomaba asiento frente al rubio.
-Ya me tienen harto. En especial ese mocoso. "¿Cuándo podré hablar con Kacchan?, ¿Cuándo podré hablar con Kacchan?"-
Dijo en tono burlesco, tratando de imitarlo.
-Su voz es bastante irritante. Y los otros dos, insisten en que podrías ayudar. La chica incluso ya ha ideado un plan. Uno donde eres una pieza fundamental-

Katsuki sintió una especie de calidez creciendo desde su interior, una pequeña luz de esperanza. Eran esos tres idiotas, lo habían buscado, se habían preocupado por él.

Negó mentalmente. No, no podía arrastrarlos consigo.

Pero una voz en su interior le decía que no se rindiera, que luchara.
-¿Ayudar en qué?, ¿Cuál plan?- Cuestionó.

El mayor sonrío de forma victoriosa -En mostrarle a la sociedad la verdad detrás de los Kosei. En liberar a todos los niños y jóvenes que vivieron engañados al interior de esos campos, como nosotros- Habló acercando su rostro al del rubio.

Bakugo abrió los ojos sorprendidos. Claro que era él, aunque tuviera el rostro cubierto de cicatrices y el cabello de un color distinto. Era aquel chico, el que con su fuego consumió la vida de aquel soldado. Esa mirada azul, era la misma que observo ese día, el día qué ingresó a Yunitto.

Chasqueó la lengua sonriendo orgulloso, de la misma forma que lo hacia antes.
-¿Que tendría que hacer?-










Tenía una oportunidad, podría vengarse de ese maldito viejo, podría ganar su libertad.

Kirāhando キラーハンドDonde viven las historias. Descúbrelo ahora