Capítulo 19: Fecha

121 34 2
                                    

Habían pasado casi dos semanas, tiempo en el cual permaneció bajo estricta vigilancia.

Si, habían llegado a un acuerdo, ayudaría en ese loco plan, pero aún así no permitirían que recorriera el lugar arriesgándose a que escapara o algo por el estilo.
A Bakugo no le importaba, podría tomar venganza del maldito viejo.

Ese tal Dabi lo visitaba constantemente, informándole los puntos y pasos a seguir en ese plan, así como también su papel en él. Sería quién ingresara a Yunitto y con el sistema de seguridad desactivado, atacaría desde el interior.
Prácticamente toda la misión estaba sobre sus hombros, confiaban en que Garaki aún lo considerara su fiel soldado.

Su rol en ese plan solo era conocido por unos pocos, Dabi, ese tal Hawks y él.
No arriesgarían revelar información que podría poner nerviosos al resto.
Tanto por el resto de La Liga, que le temían, cómo por sus amigos, que se preocuparían por él, especialmente ese científico peliverde.

Permaneció en ese enorme lugar, apartado en una pequeña zona destinada para él y su entrenamiento.

A pesar de que le había permitido ver a sus amigos, el rubio prefirió no hacerlo.

El pelirrojo y la rosada habían tratado de hablar con él, pero desistieron luego de reiteradas ocasiones donde simplemente no les abrió la puerta.
Deku, por el contrario era bastante testarudo, sin falta cada día llegaba al lugar, tocaba la puerta y permanecía ahí un par de horas, esperando que abriera.

Deku, por el contrario era bastante testarudo, sin falta cada día llegaba al lugar, tocaba la puerta y permanecía ahí un par de horas, esperando que abriera

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Finalmente había llegado la fecha prevista, Bakugo saldría en dirección al Yunitto un par de días antes que el resto.

Se encontraba guardando sus cosas, así como también un pequeño intercomunicador que le había entregado el pelinegro.
Esa noche Hawks se encargaría de escoltarlo hasta la salida del lugar, es por eso que no presto mayor atención al ruido de la puerta siendo abierta a sus espaldas.
-Estoy casi listo- Habló sin levantar la vista.

-¿Kacchan?-

La voz del peliverde hizo que se detuviera un momento.
-Ya te dije antes, que no conozco a ese tal Kacchan- respondió sin girarse, continuando en lo suyo.

Midoriya se acercó lentamente al rubio -No mientas por favor, sé que eres tú-

-Estás confundido, eso es todo- Contestó de forma calmada.

-No lo estoy. Lo sé, sé quien eres- Habló firmemente Izuku

-No sabes nada de mí. Sólo déjame en paz-
El peliverde estaba mejor sin él. Katsuki estaba seguro de eso.

Midoriya tomo el brazo del contrario.
-Kacchan, no trates de alejarme de ti. No quiero perderte, no otra vez-

-¿Por qué insistes en lo mismo?- Cuestionó algo molesto el rubio.
Ya le era difícil tratar de aparentar que no lo conocía, y Deku no le facilitaba las cosas.

-Porque sé que eres tú. Y sé que tu también lo sabes- habló obligando al rubio a girarse.

-¿Cómo puedes estar tan seguro de eso Deku?- gritó exasperado levantando la cabeza.

-Porque me lo acabas de confirmar- Respondió mientras colocaba sus manos en las mejillas del más alto.

-Vaya mierda- Rió de forma irónica, dándose cuenta de lo que había dicho.

El pecoso acarició suavemente su rostro. Ahí, por un leve momento Katsuki se permitió cerrar los ojos y sentir esa calidez.
Sin duda esas manos, aúnque de apariencia tosca y llena de cicatrices, le transmitían paz y tranquilidad.

Se alejó rápidamente del pecoso, recordando su situación.
Aunque se sintiera a gusto con él y lo quisiera, no podía permitirle conocer sus demonios, sin duda Deku se alejaría aterrado luego de saber los crímenes que había cometido. No se sentía capaz de soportar eso.

-Aunque nos hayamos conocido antes y sabes mi nombre. Eso no quiere decir que sepas quién realmente soy- Habló Bakugo mientras se sentaba en la cama cubriendo su rostro.

Izuku lo observó con una mirada de tristeza, le dolía tanto verlo en ese estado. Sin duda cargaba con mucho peso sobre su espalda.
-Yo sé quién eres y también sé por lo que has pasado-

-No sabes ni una mierda. He hecho cosas de las que no me puedo sentir orgulloso- Habló el rubio alzando levemente la mirada. -Sólo quiero terminar con esto, así que por favor lárgate y déjame en paz-

-No me importa lo que has hecho- Respondió el pecoso arrodillándose a la altura del contrario.

-Sé que no tuviste otra opción. A pesar de tener las manos manchadas con sangre, yo te quiero y lo haré por siempre- Lentamente levantó el rostro de Katsuki depositando un suave beso sobre sus labios.

El suave contacto hizo que el corazón del rubio latiera velozmente, levantó la vista, rubí y esmeralda se conectaron.
Al igual que en esos viejos departamentos donde se encontraron, sus miradas se perdieron en la del otro.

Esta vez fue el rubio quien comenzó a besarlo de forma torpe, acariciando el rostro cubierto de pecas.

Lentamente subió el ritmo, besando su cuello y recorriendo su espalda debajo de su ropa.

Las suaves manos removieron lentamente la ropa de peliverde. Sus mentes dejaron de razonar y sus impulsos tomaron control del momento, pequeños gemidos y suspiros inundaban el lugar.

En esa habitación expresaron su amor, su corazón y sus alma se convirtieron en uno sólo. Sus cuerpos se sumergieron en el deseo, brindándoles un lugar de paz y tranquilidad, donde no importaba el resto, donde podían ser ellos mismos.

Abrazados en esa suave cama, Izuku descansaba su rostro sobre el pecho del otro.
-Kacchan, por favor, no trates de hacerlo todo solo- Susurró el peliverde.

El rubio no respondió, solo besó la frente del pecoso suavemente. Cerrando los ojos, ambos se quedaron dormidos.


Lentamente abrió sus verdes ojos al sentir el lugar vacío a su lado, se sentó rápidamente en la cama observando todo a su alrededor, estaba solo

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Lentamente abrió sus verdes ojos al sentir el lugar vacío a su lado, se sentó rápidamente en la cama observando todo a su alrededor, estaba solo.

Su mirada viajó al reloj que parpadeaba en la mesa de noche, las 5:00 am.
No pudo evitar que las lágrimas rodaran por sus mejillas al ver la fecha.

Eran las 5:00 am del 20 de Abril.

Kirāhando キラーハンドDonde viven las historias. Descúbrelo ahora