Capítulo 23: Sangre

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La sangre no dejaba de brotar. Aún si tratará de quitarlas, con cada movimiento, las enormes garras sólo se incrustaban más y más en su hombro derecho.

Mordió sus labios a causa del dolor. Estaba perdiendo mucha sangre, deltoides y pectorales ardían por el esfuerzo. Debía liberarse lo antes posible.

Con dificultad levantó su brazo izquierdo, creando una gran explosión en el rostro del animal, sin embargo este no liberaba su agarre.

¡Mierda! Si continuaba así, ese monstruo no tardaría en acabar con él.

El anciano sólo observaba la escena. Sin duda disfrutaba ver al rubio cubierto de su propia sangre.
Pese a que le había servido por tantos años, había cometido el error de querer traicionarlo, que ingenuo había sido.
Él supervisaba cada movimiento de ese Campo, ese miserable intento de amotinamiento solo le había dado la excusa perfecta para eliminar al menor y estrenar su nueva arma.

-Té daría la opción de una muerte rápida- Habló el mayor -Aunque para ser sinceros, es un deleite verte en ese estado-

Entre quejidos de dolor, sólo pudo dirigir una roja mirada asesina hacia el anciano.

El Nomu giró sus garras en el interior, provocando desgarradores gritos de dolor  por parte del rubio.

-Este es el final que mereces ¿No lo crees?- Continuó Garaki -Eres un asesino, tu destino es morir sólo, sin nadie que trate de ayudarte. Después de todo ¿Quién querría tenderle una mano a quien tiene las suyas manchadas de sangre inocente?-


 Después de todo ¿Quién querría tenderle una mano a quien tiene las suyas manchadas de sangre inocente?-

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Midoriya corría a gran velocidad, esos malditos pasillos parecían no tener fin.
A pesar de haber estudiado cada centímetro de ese lugar, cada corredor era exactamente igual al anterior.
No podía perderse, necesitaba llegar con Kacchan, asegurarse de que estuviera bien.

Pudo oír el ligero ruido de unas explosiones, apresuró su paso en esa dirección. Mientras se acercaba, el nauseabundo olor a carne quemada cosquilleaba en su nariz.

~...no dejara de atacarte sin importar el daño que reciba~  Escucho a lo lejos la voz de un hombre, seguida de un grito.

Corrió aún más rápido, sus piernas ardían por el esfuerzo. No podía detenerse, necesitaba averiguar de donde provenían esos ruidos

Las explosiones se oían cada ves más cerca, pero aún así parecía que nunca llegaría.

~...es un deleite verte en ese estado~ Podía oír.

Un desgarrador grito de dolor, hizo que por un instante su corazón se detuviera.
Era Kacchan, necesitaba de su ayuda.

Cuando estuvo lo suficientemente cerca, pudo oír con claridad las horribles palabras de aquel hombre.
Se atrevía a decir que Kacchan moriría, qué nadie lo ayudaría.

La ira en su interior, provocó que ingresara a esa oficina sin siquiera idear un plan, sin medir los riesgos.

Observó la escena incrédulo. Kacchan se encontraba acorralado en una de las paredes del lugar, su hombro derecho era atravesado por las enormes garras de un grotesco ¿animal?, no lo sabía con claridad, lo que sí sabía es que el charco en el piso indicaban que el rubio había perdido bastante sangre.

Corrió en dirección a él, sin embargo un fuerte golpe lo lanzó al otro extremo de la habitación. El monstruo lo había golpeado con la mano que tenía libre.

-¡¿Qué mierda haces aquí Deku?!- Vociferó el rubio.

-¡¿Qué crees qué hago?!- Gritó el pecoso poniéndose de pie. -¡¡Te dije que no tratarás de hacer todo por tu cuenta!!. ¡Todos estamos aquí para poner fin a estos malditos Campos!-

El anciano observó la escena bastante desconcertado, ¿Qué diablos hacia ahí ese sujeto?, se supone que lo habían asesinado, que el rubio se había encargado de él.
Tal parece que ese mocoso no solo había tratado de amotinarse en su contra, estaban tratando de destruir Yunitto. ¿Acaso ese maldito científico le había contado la verdad sobre los Kosei?, necesitaba averiguarlo.

—Vaya, veo que tienes un amigo- Habló el anciano tratando de hacer hablar a alguno de los dos -Que curioso, jamás creí que a alguien pudiera interesarle una basura como tú-

Las palabras del hombre sólo hacían que Midoriya se enfureciera aún más. Corrió en dirección al viejo, dándole un fuerte puñetazo en el rostro.

Garaki se tocó la mejilla incrédulo. ¿Ese mocoso se había atrevido a golpearlo?.
Antes de que pudiera siquiera hablar, el peliverde lo tomó por el pecho, golpeando y golpeando sin detenerse.

-¡No te atrevas a hablar así de Kacchan!- Habló furioso -Él no es una basura y mucho menos está solo. Ha cargado con bastante peso sobre sus hombros y se ha mantenido de pie. Incluso si sienta que ya no puede más, yo estaré ahí para él-

Katsuki rió por lo bajo, vaya ese nerd si que le estaba dando una paliza al anciano.

Sin embargo, el horrendo experimento de Garaki había comenzado a moverse nuevamente. Quitó las enormes garras, girándose en dirección al pecoso.

-¡Agh!- Exclamó el rubio al caer al piso, bastante sangre salía de su herida.
Tal parece que el ataque no solo había desgarrado sus músculos, si no también había fracturado su clavícula, le era prácticamente imposible mover su brazo derecho.

Pese al dolor, no podía permitir que esa cosa llegara a Deku. Con bastante esfuerzo tomó su mano derecha levantándola sobre sus piernas.
Agradecía enormemente que el Nomu no fuera muy veloz.

Con su otra mano, formó un pequeño círculo sobre la palma contraria, disparando una explosión bastante concentrada en dirección al animal.

El enorme monstruo giró violentamente en dirección al rubio, sin embargo el disparo había sido bastante certero. El enorme cuerpo sin vida cayó sobre él, golpeando su cabeza contra el piso.

Ante el ruido de la enorme explosión, Izuku dejó de golpear al anciano, el cuál ya había quedado prácticamente inconsciente.

Su verde mirada viajó hacia el otro lado de la habitación, observando el momento justo en que el grotesco animal caía sobre el rubio.

Corrió rápidamente en su dirección, con bastante esfuerzo quitó el pesado cadaver.
Kacchan se encontraba inconsciente y su rostro estaba cubierto de sangre.

-¡No! ¡No, no, no!- Sollozó el peliverde - ¡Kacchan! ¡¡Kacchan despierta!!-

Levantó el mentón del ojirrojo y posicionó el oído sobre su pecho, no podía oír su respiración, tampoco sus latidos. Desesperado rasgo la camiseta, necesitaba reanimarlo.

Sus verdes ojos se llenaron de lagrimas. Ahí, sobre el pálido pecho del rubio y cubierto de sangre se encontraba ese pequeño relicario.

Comenzó a realizar las compresiones, mientras las lágrimas no dejaban de brotar, resbalando por sus pecosas mejillas.

(Uno... Dos... Tres... Cuatro...)
-¡¡Por favor Kacchan!!-

(Cinco... Seis... Siete... Ocho...)
-¡¡No me dejes!!-

(Nueve... Díez... Once... Doce...)
-¡¡No quiero perderte!!-
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Kirāhando キラーハンドDonde viven las historias. Descúbrelo ahora