Uno tenía demonios que lo consumían. El otro estaba casado felizmente.
Ellos no necesitaban amarse. Uno estaba roto. El otro intentaba arreglarlo sin éxito.
No se necesitaban y al mismo tiempo, no podían estar lejos del otro.
O donde Louis termina e...
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Harry nunca se consideró así mismo una persona celosa o posesiva y al mismo tiempo, sería mentira decir que nunca en su vida había experimentado el miedo de perder a una persona que amaba. Tan pronto dejó de leer el mensaje de Elizabeth, se imaginó muchos escenarios dónde Louis sonreía, pero era Stan quien se las llevaba, era él quien lo sostenía y era él a quién Louis adoraba
Por una fracción de momento, se olvidó de Amy. Se olvidó que estaba llorando en algún rincón de la casa, que esperaba un bebé, de sus años de relación y solo podía pensar en Louis. Todo lo que tenía en mente era Louis, hasta que la voz de su esposa lo detuvo cuando estuvo a punto de salir de la casa.
— ¿Solo te irás? -preguntó como si quisiera hacer a Harry recapacitar sobre lo que hacía. Estaba rota, triste, ausente y le rompía más el alma ver la mirada casi desinteresada de Harry — ¿No vas a quedarte…? ¿Solo te irás?
— Amy tengo que trabajar.
Pero Amy notó enseguida lo que Harry quería ocultar; la forma cobarde en la que huyó de sus ojos y sus manos se movieron ansiosas. Amy sollozó llena de cólera mientras con pasos temblorosos se acercaba a él pero se quedaba lo suficientemente lejos como para no tocarlo.
— ¿Trabajar? ¡Basta de puta vez! -gritó rompiendo en llanto — ¡Solo dime de una maldita vez que te irás para estar con alguien más y deja de tratarme como si fuera una estúpida! ¡Mejor dime qué te vas a verla antes de mentirme de esa forma!
Harry no podía seguirle mintiendo. La amaba pero no como el primer día. No como solía hacerlo. Ya no le cosquilleaba el pecho al verla, y por un momento fue consciente de sus acciones, de lo que hacía y sobre todo, del daño que causaba. Ella no merecía estar ahí, llorando de esa forma por alguien que tal vez ya no la amaba como antes. No podía seguir con esa mentira.
— No voy con ella -murmuró temblando, era la primera vez que afrontaba el problema —. Me voy para estar con él.
Amy parecía no creerle mientras se acercaba y lo tomaba del cuello de la chaqueta para mirarlo a los ojos y luego empujarlo con brusquedad — ¡Deja de utilizar a Louis como excusa! -demandó enfadada con las manos hechas puños — ¡Y dime la verdad!
— No estoy mintiendo, Amy. Ya no. No más. Mírame y dime si crees que lo estoy haciendo.
Amy se tomó su tiempo: el aire escapándose silenciosamente de sus pulmones mientras observaba los ojos de Harry con ese fulgor que ella reconocía con la cabeza gacha, no le pertenecía. Harry ya no la miraba de esa forma que ponía su mundo de cabeza. Sus ojos lucían vacíos para ella, mientras que cuando hablaba de Louis, tomaban un brillo cósmico y parecían desesperados por volver al trabajo. En el fondo siempre lo supo, pero nunca quiso admitirlo.
