Capítulo II

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Me despertó un golpe en mi cama, me levanté de golpe y casi me di un golpe contra el techo, no me había dado cuenta que la litera era tan alta.

-Arriba olgazán, hoy tenemos mucho que hacer.- dijo un chico que debía ser de mi edad.

Tenía su pelo negro desordenado, se debería de haber acabado de levantar. Bajé de la cama y esperé a que todos fueran al baño, como no yo siempre el último por lento, tenía que empezar a ser más rápido. Cuando por fin logré entrar en el baño pude ver por una pequeña ventana como la chica de ayer se enfrentaba al otro chico de ayer, no el herido el otro, a ambos les salía fuego de las manos, sería ese su poder. La chica cayó al suelo rendida mientras su compañero sonreía. Unos chavales de otro elemento se acercaron por atrás y le echaron agua encima, ¡era agua helada aun por encima! La chica chilló cuando el agua hizo contacto con su cuerpo, su amigo reaccionó y se acercó a ella, calentó sus manos y la calentó de nuevo. ¿Qué le había pasado?

-Vasa salir ya del baño.- dijo alguien desde el otro lado de la puerta.

Reaccioné y me aseé lo más rápido que pude. Cuando salí, el chico de antes ya parecía más arreglado, tenía un jersey azul oscuro y unos pantalones del mismo color, el jersey tenía a la derecha arriba un cáliz pequeño con una pequeña llama azul. Agua, comprendí, me tendió un chandal igual que el suyo y me dijo que me lo pusiera.

Me guió hasta fuera y me fue haciendo un pequeño resumen de todos  los elementos.

-Tierra, son unos orgullosos y engreídos, se creen los mejores solo porque su entrenadora fue la que organizó todo esto; los de Aire, son humildes y tímidos, te llevarás bien con ellos; los de Hielo, bueno... son un poco fríos al principio pero cuando cogen confianza son muy majos; y por último los de Fuego, son peligrosos y callados, pero el ser callado no es bueno, no sabemos lo que pueden estar maquinando en esas cabezas a lo mejor pueden estar pensando en como matarnos a todos, te recomiendo no ser sus amigos y no por lo que te acabo de decir.

-¿Porqué hay tan pocos?

-Esa es la razón por la que te digo que no te hagas sus amigos. El poder del fuego es muy difícil, la mayoría mueren siendo muy jóvenes, porque ese poder es muy peligroso. Dicen que ayer mismo murió uno. Muy pocos pasan la prueba inicial, la que vas a hacer tú ahora. Todos los que ves ahí llevan dos años o más.

Me volvió a guiar hasta donde estaban el resto de los de agua el entrenador ya estaba explicando, solo que cada uno estaba a lo suyo, haciendo cada uno una cosa diferente. Cuando llegué todos dejaron de entrenar y fuimos a sitio de ayer, todos los elementos de estaban sentando como ayer. Hoy me fijé que los de fuego se sentaban alejados de los demás, también vi que los dos amigos faltaban.

-¿En que consiste la prueba?

-Los de agua somos los segundos más poderosos, entonces te tienes que enfrentar a uno de fuego.- lo miré sorprendido- tranquilo al de fuego le quitan los poderes un tiempo con una especie de poción.

Eso no es justo, pensé, pero nada aquí lo era. Me pusieron en medio del "teatro" ,así es como lo llamaban, vi como a la chica de ayer le daban la poción. Ella se debilitó un poco, su amigo le cogió la cara con las dos manos y le sonrió. Ella se puso enfrente mía, yo la verdad no sabía que hacer. La entrenadora de Tierra nos dio la señal para que empezáramos a luchar. Ella me iba a pegar un puñetazo pero yo lo esquivé, seguía lanzando golpes y yo los esquibaba todos hasta que uno me dio en toda la cara e hizo que me sangrara la nariz. De repente sentí un cosquilleo, me erguí y estiré mi mano, elevé a la chica del suelo, la estaba ahogando, pero no sé por qué en ese momento ya no me importaba.

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Me estaba ahogando, no podía respirar. Se me estaba yendo la vista cuando pude ver como Rais le hacía un placaje y lo tiraba al suelo. Dejé de sentir ese tiro y caí al suelo, tosí varias veces, Rais se acercó por detrás mía y se agachó para ver si estaba bien.

-Lo-lo-losiento.- dijo el chico.

-Eso...no lo puede...hacer una persona...de agua.- dije medio ahogada

-No,-dijo la entrenadora de Tierra mientras se acercaba a el chicos- este chico tiene los cinco elementos.

Me quedé sorprendida, ese chico tenía los cinco elementos, podía vencer a la Niebla. La entrenadora suprema, así era como la llamábamos los de Fuego, hizo un gesto con la mano y dos hombres se llevaron al chico a rastras hasta el bosque.

-Porque lo ha hecho.- le repliqué- Él podría vencer a la niebla.

-No digas tontadas niña.

-Ella tiene razón.- apoyó Rais.

-Bo, Calro, vigila a tus alumnos.

Mi entrenador se acercó a nosotros mientras nos alejaba de allí. Yo me resistía para no irme y seguir discutiendo.

-Lyn,-me dijo-déjalo.

Yo le hice caso y me dejé llevar.

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 Los hombre me tiraron en un camino que estaba en medio del bosque y se fueron volando, literalmente, volando. Yo seguí el camino hasta que llegué a una casa que había en el medio del bosque, no parecía estar abandonada porque estaba en muy buen estado, lo único que puede que necesitara un poco de arreglo era la maca que estaba colgada entre dos árboles. La quité de ahí y pude una nueva que me encontré por la casa. Después volví a entrar y me fijé más en cómo era la casa. Según entrabas a la casa estaba el salón, este al fondo a la izquierda tenía una puerta que daba a la cocina y a la derecha estaban las escaleras para subir. Arriba había dos habitaciones con un baños cada una, también había una sala con unas pocas armas y dos sillones. Por último había una escalera para subir al desván, supongo.

Volvía bajar y salí de la casa, necesito algo de comida si no será un poco difícil sobrevivir. Fui hasta el pueblo más cercano, allí había mercaderes por todos lados, me gustaba mucho que los pueblos estuvieran llenos de mercaderes porque daban como una alegría al pueblo que puede que no se viera en otras épocas del año. Me acerqué a echar un vistazo a lo que había y compré un poco de comida. De repente un chaval, que debía de ser no mucho más pequeño que yo, pasó corriendo por mi lado haciendo que casi se me cayera la bolsa que llevaba con las cosas. Le iba a decir algo cuando vi que unos chicos lo estaban persiguiendo. Los seguí hasta un callejón y allí dejé la bolsa en el suelo y me acerqué a los chicos.

-Oye, vosotros, dejadlo en paz.

-¿Y tú quien te crees para hablarnos así?- dijo uno.

-A ti no te importa.

Me intentó pegar pero yo le frené el puño, la verdad no sabía como lo había echo, pero de repente una raíz salió del suelo y tiró al resto de los chicos lejos de allí. El chico al que le tenía agarrado el puño al ver lo que acababa de pasar salió corriendo con la mano dolorida, el chico al que había ayudado también se asustó y salió corriendo. Yo me quedé allí un momento antes de coger la bolsa e irme.



Sáterix II: Un mundo extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora