Capítulo V

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Jenna

No me apetecía ir mucho a la fiesta, pero Reyna me dijo que necesitaba despejarme y salir de la cabaña y en parte tenía razón. Fuimos a su cabaña porque era donde guardábamos nuestras ropa de fiesta, todo el campamento ya estaba en ella pero nosotras éramos las últimas, como siempre. Abrimos el armario y empezamos a buscar ropa, saqué un vestido granate de tiras que me llegaba hasta los tobillos y tenía una abertura a un lado. Reyna decidió coger un vestido de color verde oscuro de tiras anchas y que le llagaba hasta debajo de las rodillas pero le quedaba pequeño.

-Todo lo que hay aquí me queda pequeño.

-Tengo una solución.

La guié hasta mi cabaña otra vez y abrí mi baúl, de ahí saqué la ropa que mi madre había llevado la última vez que fue al baile de campamento, no perdón la antepenúltima, porque después fue con mi tío porque mi padre había muerto. Era una camiseta apretada, de manga corta y color violeta, la falda era larga de color violeta y azul.

-Jenna no me puedo poner eso era de tu madre, quería que te lo pusieras cuando llegara el momento.

-Sí, me acuerdo, pero mi momento aún no ha llegado, el tuyo sin embargo sí. Vamos póntelo, ella estaría encantada de que hoy lo llevarás puesto.

No dijo nada más y se lo puso. Después arreglarnos un poco ya nos fuimos al gran comedor, había quitado las mesas y pusieron dos encada lado para que hubiera espacio en el medio para el baile. Ya estaban todos allí, noté su mirada, bueno mejor dicho, sus miradas.

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Leo

Noté como alguien entraba por la puerta. Era ella. Estaba increíble, bueno esa palabra no llegaba ni a describir como se veía en realidad. Noté como mis hermanos también la miraban, la miraban igual que yo. Sin embargo Carlos no la miraba a ella, miraba a Reyna. Sonreí y me acerqué hasta ellas seguido de mi amigo.

-Señoritas-dije mientras los dos hacíamos una inclinación, ella se rieron un poquito.

-¿Te gustaría bailar conmigo?- le pidió Carlos a Reyna.

-Claro.

Y con eso los dos se fueron a la pista de baile sujetados de la mano, Jenna los miraba a ellos y yo la miraba a ella.

-Estás...bua- menuda manera de decir que estaba guapísima.

Ella sonrió y bajó su mirada hacia su vestido.

-Me sorprende que me lo digas, porque las muletas le quitan un poco de belleza a todo.

-De eso nada.

Me miró de arriba abajo, llevaba un pantalón marrón con una camisa blanca, sencillo pero elegante.

-Tú también muy guapo.

Los dos sonreímos, me quedé mirándola fijamente hasta que reaccioné.

-¿Quieres...bailar?- que pregunta más tonta, le acabo de pedir bailar a alguien que casi no puede andar, bueno si decía que si me las apañaría para poder bailar.

-Em...-miró sus muletas y luego su pierna mala- claro, porque no.

Dejó sus muletas a poyadas en la pared y yo le agarré de las manos para que no perdiera el equilibrio, paso a paso fuimos hacia la pista de baile. Íbamos un poco lentos pero no me importaba porque con bailar con ella ya era feliz. Cuando llegamos le rodeé de la cintura con una mano y ella puso la suya al rededor de mi cuello y las que nos quedaban libres nos la agarramos. Empezamos a bailar al ritmo de la música, nos costaba pero lo conseguíamos poco a poco.

Sáterix II: Un mundo extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora