Capítulo XVIII

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Jay

Había dejado a Jenna escondida entre unos árboles para que Argost no la viera mientras yo iba a buscar a Eira. Corría los más rápido que podía por si estaba herida. Cuando llegué me la encontré en el suelo con la mano en el abdomen y arrastrándose por el suelo para intentar llegar hasta el inicio del bosque.

-Eira.

Fui corriendo hacia mi hermana y ella giró su cabeza hacia mí y me sonrió. Se intentó levantar pero no tenía fuerza, la agarré por los brazos para levantarla pero ella se quejó y entonces la volví a tumbar sobre mis piernas.

-Prométeme...

-No empieces, te voy a sacar de aquí.

-No me queda mucha fuerza, a si que escucha. Prométeme que cuidarás a Eira y que le contarás historias por la noche de cuando éramos pequeños, le encantan.

-No, no hará falta que se las cuente yo, porque lo podrás hacer tú misma.

Mis ojos se llenaron de lágrimas.

-Sabes que no. Te quiero mucho, hermanito.

Y después de eso sus ojos se cerraron para nunca volverlos a abrir, la abracé mientras se me caían las lágrimas.

-No, te necesito, no puedo perderte hermanita, aún no. Por favor.

----------- ☾ -----------

Rais

Enterramos los pétalos de Alex y el cuerpo de Eira en el cementerio que tenía Jay en su jardín. Nadie habló, solo nos quedamos mirando las tumbas mientras la lluvia caía sobre nosotros. Yo fui el primero en entrar llevándome a Jenna conmigo para que no cogiera un resfriado por estar debajo de la lluvia tanto tiempo. Cuando entramos a la casa la llevé al baño y le dije que se diera una ducha calentita para no ponerse enferma, cuando salió le empecé a secar el pelo con la toalla para después peinárselo con el cepillo.

-Mamá y el tío Alex serán nuevas estrellas en el cielo, ¿verdad?

-Si y muy brillantes.

Se levantó con cuidado de la cama para no hacerse daño en la pierna y yo le ayudé a bajar las escaleras.

-¿Me acompañas a la cocina?- me preguntó.

-Pues claro.

En la cocina yo cogí un trozo de pan y ella se acercó a un cajón de donde cogió una carta, me la tendió y yo me quedé un poco sorprendido.

-Es de Hais, me dijo que la guardara y cuando lo viera necesario te la diera, creo que ahora es necesario.

-Que lista eres.

La abrí y empecé a leer.

" A ver, por donde empiezo, a si.

Querido Rais, seguro que ya es el momento, esta carta no va a ser muy larga porque se me está acabando la tinta pero espero que me llegué para contarte todo.

En el poco tiempo que te conozco te has convertido en mi mejor amigo, mi hermano y por eso solo te escribo esta carta a ti. Aún sigo teniendo el barco de mi madre, en la costa de Sáterix, la tripulación está un poco esparcida por ahí después de la muerte de mi madre y mi partida. Quiero que los encuentres, que los reúnas y que les cuentes la historia de por qué no estoy. Quiero que tu seas el nuevo capitán del Hais.

Con amor, tu hermano Hais

PD: Lleva a Meg contigo."

-¿Es bueno?

-Es genial, pequeñaja. Pero Meg y yo nos tendremos que ausentar un tiempo.

-Es lo mejor, después de todo, ¿pero volverás?

-Por supuesto que volveré.

Como una niña de cuatro años podía pensar así, ni un adulto lo hacía. Volvimos al salón y ya estaban todos allí.

-Mira Jenna, te hice unas muletas- dijo Jay mientras se las tendía, luego nos miró a todos- me tendré que ir durante unos años para arreglarlos problemas que tengo en toda la sociedad y en algunas otras.

-Meg y yo también, tenemos unas cuantas cosas que hacer.

-¿Qué?

-Ya te contaré.

-Pues supongo que Lyn y yo cuidaremos de ti- dijo Nen mientras cogí a la pequeña en brazos.

-¡Si!-dijo ella emocionada.

Al día siguiente recogimos todos nuestras cosas y nos despedimos, hasta los dos perros se despidieron porque Fusco, el perro de Jay, se iba con él. Dolía despedirse, pero hay veces que es lo que tienes quehacer para poder curarte a ti y así poder estar con los que más quieres.

----------- ☾ ----------

Lyn

En cuanto el resto se fue nosotros recogimos nuestras cosas y las de Fusco y nos fuimos también para ir al Campamento. Vi como Nen cogía varias botellas de alcohol y entendí al momento lo que quería hacer. Empezamos el camino pero nos desviamos un poco para ir hacia el bosque, allí estaba, la casa donde me crié. Nen echó las botellas de alcohol al rededor de toda ella, después yo hice una llama y la lancé hacia la casa. Empezó a arder y los tres nos quedamos mirando como lo hacía. Cuando ya estuvo lo suficiente quemada Nen apagó la llamas, ya no quedaba nada de ella.

-Que gusto- dijo Jenna sonriendo.

-Verdad-le contesté yo mientras le sonreí a ella.

Seguimos nuestro camino hasta llegar al Campamento, allí Serra nos recibió con un abrazo a cada uno, ya no llevaba aquellas raíces en los brazos.

Nos instalamos rápido, Nen y yo nos graduamos y nos hicimos profesores porque todos los anteriores se habían ido porque no querían problemas, Jenna se juntó con los de Hielo mientras aprendía cosas nuevas de ellos.

Unas semana después, Nen y yo nos encontrábamos paseando por el bosque cuando el me cogió del brazo para pararme y girarme hacia él.

-Necesito decirte una cosa- yo atendí- Desde ese día que te encontré y dejé que entraras a mi casa entendí lo que me dijo Calro antes de morir.

-¿Qué te dijo?

-Que serías los mejor que me iba a pasar en la vida y tenía razón.

Yo no entendía nada.

-Lyn desde que te vi hasta la primera vez que me insultaste, te he querido con todo mi corazón, eres la única que me abrí tanto, la única que me hacía sentir bien y sé que a lo mejor para ti no es lo mismo pero...

-Cállate anda.

Me acerqué y le di un beso, cuando me alejé vi su cara de sorprendido, pero después a los dos se nos dibujó una sonrisa en la cara. Me cogió por la cintura para acercarme a él y nos volvimos a besar.

Paz. Paz era lo que sentía ahora, lo que sentiría siempre a partir de ahora.

Sáterix II: Un mundo extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora