Capítulo VII

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Jenna

Me besó, no me lo podía creer la verdad. Los primeros días parecía que me odiaba y ahora esto. Tengo que admitir que me gustó, no me aparté, solo se lo seguí. Cuando nos separamos nos sonreímos pero no mucho tiempo porque de repente se cayó al suelo por Beck lo había empujado.

-¿Se puede saber que coño haces?

Leo se levantó del suelo como si nada y empujó a su hermano pero este solo se movió dos pasos para atrás por el impulso.

-¿Qué pasa hermanito?¿Celoso?

Entonces él le pegó un puñetazo a Leo y después se lo devolvió el otro. Así empezó una pelea. Yo intentaba hablarles pero no me oían.

-Ya vale- lo cogí a uno por cada brazo, pero no funcionó de mucho porque me empujaron los dos al suelo.

Como no tenía las muletas caí mal y me di un golpe en la cabeza, no era grave, pero dolía muchísimo. En ese momento llegó Lois y él sique fue capaz de separarlos.

-Jenna-Sam vino corriendo desde su cabaña y me ayudó a levantarme, después me dio mis muletas.

-Todos a vuestras cabañas- ordené, pero nadie se movió-¡Ya!

Y ahí si que se movieron todos. Cuando yo entré en la mía ya estaban todos recogiendo, mi compañero se acercó a mí y me pidió disculpas por lo que había dicho. Yo le perdoné, no era la primera vez que decía cosas sin pensar a cualquiera. Ayudé a todos a recoger y luego nos fuimos a dormir, ya estaba cansada de este día y lo único que quería era que llegara mañana para poder volver a nuestra rutina de siempre. Mañana tocaba entrenamiento, nos distribuiríamos el campo de las gradas y entrenaríamos allí, ¿cómo si no tenemos profesores?, no sé, pero nos las arreglaríamos.

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Leo

Tendría que ir a pedirle perdón a Jenna, bueno y mi hermano también. En la cabaña lo estuvimos hablando y nos comportamos como unos auténticos gilipollas. Mi hermano pequeño también se le notaba un poco celoso pero por lo menos no se había unido a la pelea, en vez de eso la detuvo. Es increíble como una chica puede tener loquitos a tres hermanos. Pero también tenemos que pensar que, somo hermanos, no tenemos que pelearnos por esas cosas, nos tenemos que apoyar. Carlos ayer hizo de psicólogo de los tres para solucionar el problema entre nosotros y la solución fue.

-Dejadla en paz, si a ella le gusta alguno de vosotros ya lo dirá. Pero no os peleéis, no la atosiguéis y sobre todo no seáis unos cabrones que no saben utilizar las neuronas.

Después de ese maravilloso discurso tan motivador de nuestro amigo, decidimos hacerle caso en lo que decía. Salí por la mañana de mi cabaña y vi que no había nadie en las suyas.

-¿Pero donde se metió la gente?- dije para mi mismo.

Fui en dirección a las gradas y los encontré a todos allí divididos en grupos, estaban... ¿entrenando? Obviamente no podían con los poderes, entonces lo que hacían eran entrenar con armas. Me asusté ,¿y si nos querían matar mientras dormías o algo así?

-¿Qué estáis haciendo?-todos me miraron.

-Entrenar-la que me contestó fue Jenna-, ¿qué te importa?

-Para...¿matarnos?

-No-me volvió a contestar pero esta vez me sonrió-, porque necesitamos entrenar.

-Nosotros os podemos ayudar- dijo Carlos a mi espalda que iba acompañado de mis hermanos.

Jenna y Reyna se miraron y la segunda asintió como dando su aprobación. Fue así como nos unimos todos y empezamos a entrenar juntos, a la par.

Sáterix II: Un mundo extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora