Capítulo I

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Estaba jugando tranquilamente con mi madre, la verdad es que parecíamos unos críos, pero ella ya era adulta y yo un adolescente. Caí al suelo entre carcajadas y mi madre se fue a sentar a su silla ya cansada. Entré en casa y cogí dos vasos de agua y dos trozos de pan con mermelada. Estábamos comiendo tranquilos cuando un hombre llegó, mi madre se levantó y me dijo que no me levantara. Se acercó a el hombre y empezaron a hablar, yo no alcancé a oír lo que decían yeso me frustraba, no sé por qué. Mi madre volvió seguida del hombre, pensaba que iba a hablar conmigo, pero ella entró en casa y el hombre me cogió por las axilas mientras me arrastraba hacia el bosque. Yo le gritaba a mi madre mientras daba patadas, ella estaba viendo por la ventana y no estaba haciendo nada. Cómo me podía hacer eso mi propia madre, la única persona que había estado conmigo en todos estos años.


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Dos años atrás:

Estaba cansada, ya no podía más, tenía quemaduras y ese dichoso dragón no se moría, por qué. Lo había intentado todo pero nada funcionaba, me quedaba sin fuerzas y sin ideas. Me levanté del suelo para otro asalto. De mis manos salieron llamas, me iba a arrepentir bastante de lo que iba a hacer. Formé una barrera pequeña a mi alrededor, el dragón iba a atacar pero yo hice más alta la barrera para que no me hiciera daño a mi. Pude notar como su fuego hacía contacto con el mío, empecé a andar con esfuerzo hasta que noté que el dragó ya no escupía fuego. Bajé la barrera y pude ver que el dragón estaba como recargando el fuego, fue ahí cuando hice una bola de fuego y esperé a que abriera la boca, cuando la abrió le lancé la bola de fuego antes de que él me escupiera a mi. El dragón al no venírselo venir echó a volar y se alejó de allí. Por fin. Me senté en el suelo pero luego me di cuenta que un jurado me estaba mirando y fue cuando me levanté de un salto. Ellos estaban anotando algo en sus hojas, yo estaba nerviosa, esperaba haberlos impresionado, esperaba que me dejaran quedarme aquí y no me obligaran a volver a casa, yo no quería ir a casa.

-Bueno, no es que lo hayas hecho muy bien.- dijo la profesora de Tierra.

-¿Cómo?-se quedó sorprendido el profesor de Fuego, mi futuro profesor si me dejaban entrar.

-Pero como no has muerto, estás dentro.- declaró el profesor de Agua.

Yo solté todo el aire que me había estado aguantando, ya estaba más tranquila.


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El hombre me llevó hasta un descampado donde había unas escaleras y en el centro un cáliz. El hombre me dijo que esperara enfrente del cáliz y que si se me ocurría irme no lo conseguiría. Él se alejó dejándome a mí solo, yo esperé impacientemente. Oí unos pasos llegar, giré la cabeza pero esta vez no venía el hombre, si no que venía otras cinco personas adultas y en las escaleras se empezaban asentar adolescentes de entre mi edad o un poco más mayores o más pequeños. Cuando ya se habían sentado todos fue cuando los adultos se pusieron delante mía. Una mujer de vestido verde estiró los brazos y unas plantas empezaron a crecer sobre el pie del cáliz. ¿Qué coño estaba pasando? Después de eso se dio la vuelta hacia mí con una gran sonrisa, me extendió su mano hacia el cáliz. Yo me acerqué a él y miré dentro, nada, no había nada. Todos me estaban mirando y yo no entendía nada.

-Tienes que colocar las manos en el borde del cáliz.- me dijo un hombre con armadura en el oído.

Yo hice lo que me dijo y de la nada salió agua del cáliz. Aparté las manos rápido y me eché hacia atrás, el otro hombre me sonrió y yo no entendía por qué.

-Bienvenido al elemento Agua. Yo soy tu profesor y junto con tus compañeros aprenderás a controlar tu elemento.

Me guiaron hacia una cabaña donde había unos chicos, esa debía de serla cabaña de chicos. Todos se giraron hacia mí cuando entré y unos cuantos fueron a darme unas palmaditas en la espalda, puede que fueran mis compañeros de entrenamiento. Me dijeron cual era mi litera, me gustaba mucho, mi litera era la de arriba y daba a la ventana, a si que podía ver el campo. Esperé a que un chico saliera del baño para poder entrar, allí me quité la camiseta y vi que tenía una marca en el antebrazo, una gota de agua. Me aclaré lacara para despejarme y volví a salir, cuando salí ya estaba cada uno en su respectiva litera. Yo subí a la mía y miré por la ventana. Me quedé un poco sorprendido cuando vi lo que pasaba, había uno chico y una chica que llevaban a uno de sus compañeros en brazos hasta la enfermaría. El chico tenía unos cuantos cortes y quemaduras. Intenté no pensar en eso e intenté dormirme hasta que por fin lo conseguí.


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Mis compañero y yo estábamos intentando frenar a la Niebla, aunque sabíamos que era imposible, solo alguien que controlara los cinco elementos podía hacerlo, y esos no éramos ninguno de nosotros. Pero nuestro profesor nos había dicho que nos habían mandado a nosotros a enfrentarnos a ella, porque no vaya a ser que ninguna persona de otro elemento muera, a si que mandan a los de fuego que no les importamos a nadie. Bueno el caso es que, como era de esperar, no pudimos con ella. Lo que pasa cuando la niebla hace contacto algún elemento en solitario es que ese elemento te puede hacer daño a ti. La niebla tocó un poco la barrera que habíamos formado entre los dos, yo me quemé un poco y mi compañero me empujó hacia atrás para que no me hiciera más daño pero él seguía sosteniendo la barrera y fue así como se quemó y se hizo esos cortes. Entre otro compañero y yo lo alejamos de allí y los que quedábamos con vida salimos corriendo de allí, la Niebla cuando quiere se mueve rápido.

Mi compañero, Rais, y yo llegamos de últimos ya que teníamos que cargar con Roi, mi compañero herido. Lo llevamos hasta la enfermería, allí el resto de la patrulla Fuego sacó todo lo que estaba encima de la mesa para que pudiéramos poner a Roi encima. El enfermero nos mandó salir a todos de la enfermería para que le dejáramos espacio para trabajar. Yo no paraba de ir de un lado para otro mientras mis manos temblaban, siempre que pasaba algo parecido no podía evitar ponerme así, pero era peor cuando estaba sola entonces ahí si que me ponía muy mal. El enfermero salió, no tenía muy buena cara, los únicos que nos habíamos quedado éramos Rais y yo, los otros se habían ido a descansar. Nuestro entrenador estaba apoyado en la pared un poco por detrás de nosotros. El enfermero fue a hablar con el entrenador, el enfermero volvió a entrar para dejarnos solos. El entrenador negó con la cabeza mientras me tocaba el hombro , después a mi amigo y se alejó. Se me escaparon las lágrimas, era mi culpa, era mi culpa que Roi hubiera muerto. Rais me giró hacia él y me abrazó mientras me acariciaba la cabeza.



Sáterix II: Un mundo extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora