Capítulo VI

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Al volver a casa estaba agotado, casa, lo había llamado casa. Bueno llegué a casa y detrás mía entraba Lyn, me había machacado en el entrenamiento de hoy, pero parecía que la había satisfacido. Miré en la despensa que teníamos para cenar, no mucho la verdad, preparé lo que pude con ayuda de mi compañera, cuando terminamos de cenarnos sentamos en la mesa, unos en cada punta. La mesa no era muy grande, solo cabían cuatro personas. Empezamos a comer en silencio, ella no decía nada y a mí tampoco se me ocurría nada de que hablar. Cuando terminamos Lyn recogió su plato y lo fue a dejar en el fregadero, yo hice lo mismo. Ella iba a ir al sofá pero le dije.

-Hoy duerme en la habitación y date un baño caliente, que dudo que echarse agua fría del río todos los días sea bueno.

Ella me dio las gracias y subió a la habitación, yo encendí un fuego para entrar en calor, estaba siendo un invierno muy frío, y cogí la manta que había allí. Me tumbé en la cama pero no daba pegado ojo, me levanté y subí arriba.

La puerta de la habitación estaba medio abierta y pude ver como estaba Lyn sentada en el borde de la cama. Ya se había dado un baño y tenía el pelo mojado. Miró la mesilla de noche que estaba al lado de la cama y tumbó la foto del chico, después sin si quiera mirar dijo.

-Entra si quieres.

Yo me quedé sorprendido al ver que sabía que yo estaba allí sin mirarme y creo que no hice ruido. Me senté a su lado y los dos nos quedamos mirando hacia la pared.

-Eres un pesado.- me dijo.

-Ya empezamos.

-No estoy mintiendo, me estabas espiando detrás de la puerta.

-No podía dormir.

-Pues das vueltas en el sofá.

-El sofá es enano.

-Pues te caes de él.

-Eres insoportable.- le dije enfadado.

-Ya tenemos algo en común.

Me levanté y salí de la habitación cerrando la puerta detrás de mí. Volví a bajar las escaleras y me fui al sofá. Me quedé mirando al techo intentando dormir, pero no podía, a si que volví a subir. Lyn seguía despierta mirando al armario, me acerqué a ella y me senté a su lado. Los dos nos quedamos mirando el armario. Luego ella bajó al salón y yo fui detrás. Se tumbó en el sofá y se quedó allí un rato. Yo mientras fui a la cocina y me calenté un poco de leche. Cuando acabé la leche me fui al sofá, Lyn se había quedado dormida en él. La cogí en brazos y la llevé a la cama. Cerré la puerta detrás de mí y volví al salón. Tardé un poco en quedarme dormido hasta que lo conseguí.


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Me levanté cuando los rayos de sol me dieron en la cara. Me levanté dela cama y bajé a la cocina para calentarme un poco de leche, cómo odiaba la leche fría de verdad. Como vi que Nen aún seguía dormido le tiré un cojín a la cara. Se despertó de un salto y me tiró el cojín de vuelta.

-Levántate que hay muchas cosas que hacer.

Se levantó a regaña dientes, pero se levantó. Cuando ya estábamos listos salimos de la casa y volvimos a entrar en el bosque. Esta vez lo llevé hasta un lago, quería que aprendiera a congelar cosas. Le expliqué un poco como congelar y descongelar. La verdad es que no sé como podía yo saber todo eso, puede que fuera porque tengo y tenía amigos en todos los elementos, también puede ser porque cuando me aburría iba a ver las otras clases, puede ser por muchas razones. Cuando Nen puso las manos encima del lago me senté debajo de un árbol, esto nos podría llevar todo el día. Y sí, nos llevó todo el día, cuando se hizo de noche y ya empezaba a hacer frío le dije que lo dejara y que ya seguiríamos mañana.

Cuando volvíamos a casa los dos pudimos oír un silbido, me giré hacia el lado donde provenían los silbidos. Cogí a Nen del brazo y lo puse detrás mía, sabía que había allí. De repente una Sombra salió de entre los árboles, yo tiré a Nen hacia un lado y le lancé una llama a esa cosa, la maté al instante. Luego salieron una tras otray yo las iba venciendo una a una sin problema ninguno. Cuando vi que aún seguían saliendo más y yo ya estaba cansada de matar a Sombras, hice que dos llamas de fuego salieran del suelo, hice dos remolinos con ellas, los lancé los dos en su dirección. Fui corriendo a donde estaba Nen, que tenía una mano en la boca y cara de sorprendido, y lo protegí con mi cuerpo antes de que los remolinos explotaran. La explosión desintegró a todas las Sombras, pero a mi utilizar tanto poder me había cansado.

-Tienes el iris de ojo rojo.- me dijo Nen.

-Si, ya lo sé, cuando utilizas mucho poder se te ponen del color del elemento.- ese color en mis iris ya había desaparecido, lo notaba.

Él se sentó a mi lado y allí estuvimos los dos sentados un buen rato. Cuando la luna ya estaba alta e iluminaba todo el bosque, Nen se levantó y me tendió su mano para que pudiera levantarme pero no me podía ni sostener de pie por el cansancio que tenía, entonces él me cogió en sus brazos y me llevó hasta casa. Yo en medio del camino ya me había quedado dormida, a si que ya no sé que pasó después.


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Yo y el chico entramos en mi cabaña corriendo, él se sentó delante del escritorio y antes de empezara a trabajar estaba intentando encontrar una manera cómoda de poner su pelo castaño y alborotado y que no estuviera delante de su para. Como era corto no se lo podía atar, a si que yo le pasé una cinta que había encontrado por allí. Cuando ya estaba cómodo cogió los cinco frascos, unos con cada elemento e intentó juntarlos. Estuvo así unas tres horas, debían de ser ya las dos de la madrugada.

-Deja de intentarlo y descansa un poco.- le dije.

Sabía que era estar intentando hacer algo y no dar, pero al contrario que él a mí nadie me dijo que parara y descansara.

-¿Como te llamas?- le pregunté, se me había olvidado completamente preguntarle.

-Hais, tú Rais, ¿no?

Asentí. De repente fuera se pudo oír el grito de la gente, ambos salimos corriendo para ver que pasaba. Las sombras habían llegado hasta el campamento, le dije a Hais que fuera a buscar a los profesores mientras yo las intentaba detener. Me hizo caso y salió corriendo. Yo invoqué fuego en mis manos y empecé a matar a esas cosas. Cuando terminé oí el grito de unos campistas un poco más allá. Eran los de Tierra y estaban rodeados por todos lados. Hice una barrera de fuego al rededor de ellos para que las Sombras no se acercaran hasta que yo llegara. Empecé a matarlas sin ningún problema, pero una me cogió del pie por detrás y tiró de mí. Di una palmada en el suelo y una llama salió de él llevando a la Sombra por delante.

Pero empezó a llover y aún seguían viniendo más. Entonces fue ahí cuando los profesores llegaron.

-Todos a las cabañas y no salgáis.- ordené, nadie se opuso.

Por culpa de la lluvia ya no podría salvar a nadie. Yo acompañé a los de Aire hasta su cabaña, pero al darme cuenta de que Hais no estaba salí corriendo en la otra dirección. Lo encontré intentando abrirlas puertas del comedor para poder entrar. Como no daba y las Sombras se le estaban acercando, cogió una antorcha que había y empezó a espantarlos. Llegué a su lado sin ningún problema y le cogí la antorcha.

-Tenemos que llegar hasta mi cabaña. ¿Podrás hacer algo para que el fuego no se apague hasta que lleguemos?

Él asintió, cerró los ojos y cuando los abrió tenía el iris de un color entre gris y blanco. Vale, nos teníamos que dar prisa antes de que se cansara. Al llegar a la cabaña, dejé la antorcha fuera junto con la otra y entramos los dos dentro.

-Por los pelos.- dijo Hais sonriendo y luego se empezó a reír.

Yo no pude evitar no reír, su risa era contagiosa y así es como pasamos la noche, los dos en la cabaña esperando a que llegara el amanecer.



Sáterix II: Un mundo extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora