Capítulo VIII

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Miré a Eira, mi cuñada. Junto a mis hermanos mayores, ella había intentado sacarme de esa casa del infierno. Jenna era una mezcla entre mi hermano y Eira. Tiene el pelo rubio de ella y los ojos café de él, su sonrisa también es de ella y su inteligencia es de los dos. Después de hablar sobre lo que íbamos a intentar hacer, Eira se levantó de la mesa y fue al jardín. Yo fui detrás de ella y me puse delante mientras veía las estrellas.

-A él le encantaba mirar las estrellas.- dijo ella con una mirada de nostalgia que pude ver cuando me di la vuelta.

-A él le encantaba la noche también.- dije, pero mi voz se rompió en ese momento y ella se dio cuenta- Lo hecho mucho de menos, Eira. Hecho mucho de menos a Hen.

Ella se acercó a mí y me dio un abrazo. Habían pasado tres años desde que mi hermano murió, pero todos seguíamos igual de afectados por su perdida. Él dio su vida para intentar romper a la Niebla, pero murió en el intento y eso es algo que nunca voy a poder superar.

Después de eso seguimos hablando un poco hasta que todos se fueron a acostar, yo por el contrario me quedé allí abajo un buen rato. Estaba pensando en como al principio Nen me había parecido un insoportable, pero luego me di cuenta de que me había salvado la vida y me había dejado quedarme en su casa, pero yo nunca se lo agradecí.

Subía su habitación y peté en la puerta.

-¿Se puede?

-Si, pasa.

Pasé y vi que estaba sin camiseta, se debía de estar cambiando. Me fijé en que tenía una herida en el abdomen, se la debió hacer alguna vez mientras nos enfrentábamos a las Sombras.

-Me habías dicho que podía pasar.

-Te pones nerviosa al verme sin camiseta.

-Claro que no, tengo dos hermanos por si no lo recuerdas.- en cuanto dije eso se me borró la sonrisa- Bueno... tengo un hermano.

Él entendió. Yo me acerqué hasta él y fue esta vez en la que él se puso nervioso.

-Tiene muy mala pinta esa herida.- le dije.

-No es nada grave tranquila.

No le hice caso y puse mi mano encima de la herida, mi manó se calentó por el fuego para poder cerrar la herida. Vi la mueca de dolor en su cara pero cuando levanté mi cabeza para ver el negó como indicando que estaba bien. Separé mi mano de la herida y vi que lo había hecho bien, estaba cerrada.

-Te va a quedar un cicatriz muy bonita.- dije sonriendo, él soltó una pequeña carcajada.

-Será la mejor cicatriz que tenga.- yo lo miré sin entender- Porque siempre que la vea me acordaré de que me cerraste tú la herida.

Yo sonreí para no sonrojarme.

-Me pasas la camisa que hay en esa silla por favor.

Yo me acerqué a la silla y al ver que era la camisa que había utilizado ayer y que estaba toda sucia fui hacia el armario para coger otra igual pero limpia. Se la lancé y él la cogió al vuelo, se la puso pero no se la abrochó y normal porque esta noche hacía muchísimo calor.

-Toma.-me dijo mientras me tendía la camiseta que le acababa de pasar- Me acabo de dar cuenta de que tú sigues en vestido, yo me pondré la mía.

-Pero está sucia, y no hay más camisetas en el armario.

-Da igual, tu ponte esta.

Fui al baño, me quité el vestido y me puse la camisa que me había dado Nen. Cuando terminé de abrochármela salí del baño y vi que él ya tenía la suya puesta.

Sáterix II: Un mundo extrañoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora