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Un día llegó ebrio y obligó a Kristal a tener relaciones sexuales, ella obviamente no quería eso, pero no pudo negarse ya que el castaño tenia una fuerza descomunal.

Las semanas siguientes llegaron en un abrir y cerrar de ojos, Yibo evitaba estar cerca de su esposa, el pedir perdón no arreglaría nada; además estaba el tema del divorcio, no sabía cómo sacaría el asunto para tratar con ella.

Al pasar el tiempo, Kristal llega con la noticia de estar embarazada, Yibo no iba a negar la paternidad y decidió que ya no habría divorcio, rompió los papeles y decidió cuidar a su esposa.

Esta vez hará las cosas bien, le dará una familia a su hijo y siempre velará por su felicidad.

Meng Ziyi y Lulú estaban molestas por la decisión que tomó, pero aún así decidieron apoyarlo, además Ziyi tenía una forma para desquitar su enojo, mandaría al castaño por 6 meses a su casa para que alimente a Otto.

Sabía perfectamente que le tenía miedo al pobre e indefenso cachorrito. Así que eso era lo mínimo del castigo que podía recibir de sus amigas, porque Lulú era más blanda, al parecer la maternidad cambió algo en ella, solo hizo que limpiara y alimentará a sus conejos.

Con aquel castigo era suficiente para Lulú, ya que los esponjositos eran muy escurridizos y le darían un dolor de cabeza.

Sentía que podía resistir todo por su Bao Bei.

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El tiempo pasó y llegó el pequeño Wang Chung.

Nadie dudó que era un Wang, y con el tiempo los chismes que se habían tejido alrededor del castaño respecto a su infidelidad, se disiparon.

Ahora sólo se hablaba del joven heredero cuyas facciones eran hermosas, algunos decían que heredó de su madre las cualidades de ser bondadoso y dulce.

Aunque la verdad era otra, en una parte los chismes tenían razón, esas cualidades las heredó de su madre que era Sebastián.

Aquel hermoso joven que después de darla a luz fue tirado al mar, desmembrado y desfigurado; haciendo que sea imposible que alguien pueda reconocerlo... solo se podría saber su identidad con sus dientes.

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Sebastián se enteró de su embarazo y estaba muy feliz, porque era de Wang Yibo.

Aquel joven castaño de mirada fría que hacía estremecer todos sus sentidos, aquel que le desnudaba el alma y fue capaz de llegar al mínimo rincón de su cuerpo, aquel que hacía ver las estrellas en el firmamento y hacía llegar a la gloria y a la vez al mismísimo infierno, pues el castaño estaba muy bien dotado y era casi imposible pararse durante dos días.

Pero después de fantasear por un rato, aterrizó de golpe al recordar que solo eran compañeros de cama, sólo se satisfacían y nada más.

Sabía que no podría aspirar a nada, siempre estaría en las sombras.

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El día que Yibo decidió reunirse con Sebastián para terminar todo; pero Sebastián quería darle la noticia.

Era de noche y hacía demasiado frío, la luna estaba en su máximo esplendor, Sebastián no pensó que el castaño le diría que debían terminar la relación clandestina... pensó que se trataba de otra cosa, pero no tenía derecho a reclamar.

-Yibo, necesito contarte algo. Es algo muy bueno y maravilloso. -sonriendo-.

-Yo, también necesito decirte algo. Pero puedes hablar primero. -tomando la taza de café servida-.

-No te preocupes, mejor dime tu primero. Veo que debe ser serio el asunto, estás muy tenso.

-Sebastián, necesitamos terminar nuestro trato.

Sintió algo horrible en su corazón, pero no iba a mostrar que la noticia afectó y caló en el alma.

Era consciente de la relación que tenían y sabía que un día acabaría todo.

-sonriendo-. Entiendo, arreglaste el problema con tu esposa, me alegro mucho.

-No, de hecho pienso pedirle el divorcio.

-¿Qué?.

-Recuerdas que hace tiempo mencioné sobre un amigo que tenía y lo lastimé, volvió aparecer y tengo la intención de...

-No tienes porque darme explicaciones, recuerdas que teníamos un trato. -tomando su mano-. Me alegro por ti. Espero que seas feliz.

-Gracias Sebastián, aunque no lo creas te apreció como un amigo.

-Amigo, los amigos no hacen cosas de amantes. -pensaba Sebastián-.

-Bueno, creo que debemos celebrar. Yo invito esta noche.

-Está bien.

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Esa fue la última vez que se vieron...

Al salir del restaurante, Sebastián iba caminando para relajarse un poco, no pudo decirle a Yibo sobre su paternidad.

Estaba tan concentrado en sus pensamientos, y no se percató que un auto estaba siguiéndolo.

Al llegar a su casa, encontró que la puerta estaba abierta; decide no entrar pero al momento de querer llamar a la policía, alguien lo aprisiona y adormece con una inyección.

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Al despertar se da cuenta que estaba en una habitación lujosa, aquello le daba un mal presentimiento.

Una mujer muy hermosa, con un vestido negro estaba sentada en el sofá.

-Al fin despiertas.

-¿Quién eres?

-¿En serio no me reconoces?... ¿Acaso nunca ves la televisión?.

-No tengo tiempo para perderlo en estupideces.

-Jajajaja, claro... -acercándose a Sebastián-. Cierto, no te gusta perder el tiempo viendo televisión, pero si lo pierdes acostándote con mi esposo. -mirándolo seriamente-.

-De qué está hablando. -tartamudeando-.

-A mí no me engañas puta, sé todo de ti. De hecho se que acuestas con mi esposo desde hace años. Pensé que no eras una amenaza... pero me confíe demasiado.

-¿Qué es lo que quiere?.

-Iré directo al punto. Quiero a tu hijo, y no está en discusión.

-No te lo daré.

-Queridito, no estás en posición de exigir. No tienes elección. -dirigiéndose a la puerta-. Acostúmbrate a estar en está casa y no intentes nada estúpido, porque te mueres.

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Kristal estaba feliz, por fin podría deshacerse del estúpido de su esposo y podía hacer lo que quería sin necesidad de estar aparentando algo que no era.

Odiaba tener que asistir a las fundaciones y estar cerca de niños enfermos y huérfanos, estar mostrando una cara que no tenía la cansaba y exasperaba cada día.

Nunca fue amable con los demás, siempre buscaba su beneficio propio... pero el pequeño Wang Chung hizo que naciera ese lado humano que alguna vez tuvo.

Never Say Good ByeDonde viven las historias. Descúbrelo ahora