Capítulo 13 Mansión Galloway Mañana del 20 de diciembre de 1942 Katherine Jones

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— ¿Cómo es tu hermano Lilith?

La pequeña se encontraba jugando en su habitación mientras yo observaba cada detalle de la habitación, tratando de encontrar cualquier cosa que pudiera ser útil. Se trataba de una estancia espaciosa, tanto, que daba la impresión de que estaba prácticamente vacía, con varias ventanas y estaba decorada con varios dibujos que estaba colgados en las paredes, realizados con crayón por la misma Lilith.

Ella se encontraba en el centro de la habitación, arrodillada en una alfombra circular, de un color turquesa pastel, que estaba decorada con varios animales que tenían dibujada una sonrisa en el rostro, mientras la pequeña jugaba con dos muñecas de trapo haciendo volar su imaginación. Incluso, parecía que no había oído mi pregunta. Yo estaba espaldas a ella. Así que, siendo consciente que no me estaba prestando atención, me arrodillé ante ella y esperé que se percatará de mi presencia. En cuestión de segundos acabó guardando silencio, quizás algo desconcertada y volvió a mostrar la misma timidez que solía tener ante mí.  Esbocé una sonrisa.

— Son muy bonitos tus dibujos. Eres toda una artista.

— Gracias— dijo de una manera casi inaudible.

Quizás estaba siendo demasiada fría con ella. No estaba acostumbrado a tener que interrogar a menores, de hecho, me parecía que no era la manera correcta de proceder con ellos. Así que intenté hablar de aquellas cosas que pudieran gustarle o que pudieran hacerla reír. Tenía que ganarme su confianza. Yo era toda una desconocida que había irrumpido en su hogar y en su vida. Además, ahora toda su vida estaba patas arriba. Había perdido a un gran pilar, su madre. Debía tener tacto con ella.

El interés que tenía en sus dibujos se debía a que, normalmente, los más pequeños de la casa podía plasmar, en un simple garabato, como percibían a cada uno de sus familiares o incluso, podían percatarse de cosas de las que, nosotros los adultos, no le dábamos importancia o estamos demasiados ocupados para hacerlo. Así que comencé a analizarlos uno a uno, a la espera de que algo me llamara la atención. Pero nada. La mayoría de sus dibujos eran algo abstractos y no lograba percatarme que era lo que tenía ante mis ojos, y otros en los que se dibujaba a sí misma con criaturas inventadas o fantásticas. Pero había uno diferente. En él aparecía dibujado un castillo junto con un pequeño laberinto en la parte de atrás y varios árboles.

Era la mansión y sus alrededores.

Pude suponer que los que aparecían en el dibujo eran ella y su familia. Estaban dándose las manos. Ella los vería como una familia unida. Y solo estaban ellos. Pero pude ver como había dibujado a alguien oculto entre los árboles del bosque, al otro lado del papel. Mientras tanto, la pequeña de ocho años seguía manteniendo una conversación con sus muñecas de trapo. Saqué la libreta para tomar varias anotaciones. Quizás, ese dibujo infantil podría sernos útil, así que le hice un ademán con la mano para que Jack se acercara. Tenía que verlo.

Manteniendo el silencio, le señale el monigote que estaba emborronado con cera negra. Él acercó el rostro para verlo mejor y seguidamente asintió. Pensaba lo mismo que yo. El asesino no tenía por qué servir en la casa, pero si rondase los alrededores, a la espera de una oportunidad para acabar con Evelyn, aunque seguíamos sin tener suficientes datos acerca de aquella persona.

Nadie le había visto.

Nadie sospechaba de nadie, aunque la única sospechosa que teníamos era la Señora Danvers, y solo porque mantuvieron una discusión la Señora Galloway y ella. Pero quizás no mentía, y había estado diciendo la verdad todo ese tiempo.  Lo único que me turbaba era por qué desaparecía cuando aparecía aquella figura oscura que había estado viendo.

Despegué el papel con cuidado para poder mostrarle con mayor facilidad a Lilith lo que había captado mi atención. Me apresuré y me arrodillé de nuevo frente a ella.

— ¿Quién es, Lilith? — dije apresuradamente, mientras le señalaba con el dedo la silueta misteriosa.

Me miró algo confusa y asustada por cómo me había dirigido a ella. Titubeo un poco, porque no sabía cómo explicar quién era aquella persona que aparecía en su dibujo. Dudó un poco antes de contestar.

— No lo sé— dijo de manera casi inaudible.

— No te preocupes— intenté tranquilizarla—, pero ¿pudiste verle en el bosque? ¿Le viste la cara? — indagué.

Ella se limitó a asentir con la cabeza, seria.

— Era un hombre, con el pelo negro, pero no pude verle la cara. Era raro. Cada mañana, mientras estaba jugando en el patio, estaba allí observando nuestra casa.

Quizás estaba encontrando la forma de entrar en la casa, pero durante el día le sería imposible, podría verle cualquiera de los residentes. Algo no me cuadraba. Además, en el patio trasero solían pasar el mayor parte del tiempo la pequeña junto a su hermano. De hecho, el Señor Galloway ni siquiera había estado saliendo a aquel patio. También, cabía la posibilidad de que estuviera a la espera de que su cómplice le pudiera ayudar a infiltrarse en la casa.

— ¿Y le has visto estos días por la casa o en el patio?

Negó con la cabeza.

Algo estaba claro, había logrado su objetivo. Fuera quien fuese había acabado con la vida de la Señora Galloway, había robado las llaves del ala este de la mansión y había conseguido los planos. Tal vez, era el mismo que conducía el coche que seguimos Jack y yo. Podía estar oculto entre los muros de la mansión, a la espera de cumplir su siguiente objetivo. Esperará a actuar en plena noche, cuando todos estemos dormidos, por eso en plena madrugada intentó entrar en la biblioteca, mientras Jack y yo buscábamos. Pero eso no explicaba que tenía que ver Nathaniel con todo eso.

— ¿Y qué hay de tu hermano? — lancé la pregunta de golpe—. ¿Te dijo algo el día de la fiesta que te pareciese raro? ¿Se fue a la cama a la misma hora que tú?

Esta vez asintió.

Sin embargo, aunque lo hiciera, era imposible que supiera con certeza que su hermano se encontrase durmiendo en su habitación. Tenía que interrogar a los posibles sirvientes que pudieron verlo durante la noche y supieran con seguridad que el joven, en ningún momento había salido. Pero, según los acontecimientos que sucedieron durante la noche, algo había sucedido para que Nathaniel acabase en aquel lugar. No podía estar implicado en el crimen, sería perturbador pensar que su propio hijo lo hubiera hecho. Algo se nos había pasado por alto. Además, era un joven dolido por la muerte de su madre, que sufría en silencio, o al menos había tratado de parecerlo durante nuestra conversación. Pero fue entonces cuando me di cuenta de que tenía una especie de libreta, sosteniéndola entre sus manos, cuando lo vi en el jardín.  Tenía que interrogarle.

La luz del sol era fría, leve, debido a que las nubes predecían otra posible nevada. El paisaje parecía distinto. El poco verde que había, cuando habíamos llegado aquel dieciocho de diciembre, había desaparecido. Todo estaba cubierto de nieve, blanco, mientras que el viento sacudía las ramas de los árboles.

Yo estaba ante el ventanal observando aquel paisaje, dándole una calada a un cigarrillo con mis guantes de piel negro, cavilando como podía transcurrir la investigación. El inspector seguía afuera, junto a los restos de mi coche carbonizado, aunque las condiciones invernales eran terribles para trabajar allí. Había decidido hospedarse en unos de los pequeños hostales que se encontraban en la ciudad. No quería involucrarse en la investigación que yo estaba realizando, aunque se ofreció para aconsejarme en caso de que fuera necesario.

Nathaniel estaba sentado a mis espaldas con Jack junto él. Aún tenía restos de nieve y un vendaje le tapaba la herida que se había hecho en su pierna derecha. La pernera de su pantalón la tenía recogida hacia arriba. Su respiración era agitada, tanto que era fácil percibirla. Estaba terriblemente asustado.

El Misterioso Caso de la Mansión GallowayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora