Capítulo 22 Mansión Galloway Mañana del 27 de diciembre de 1942 Katherine Jones

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—¿Qué es lo que ha pasado? — indagó, Jack, tratando de entender la situación.

Quería explicarle todo lo que había sucedido, pero me invadió una profunda sensación de terror. Tenía un nudo en la garganta que me impedía que pudiera pronunciar palabra alguna. Se me escapaban entre los rincones de mi boca, sin control, solo era capaz de pronunciar tres palabras: hombre, ahogar y morir. Tres palabras aleatorias para mi ayudante, pero con un gran significado para mí. Aún tenía grabado cada escena, pero algo borrosas, como si solo se hubiese tratado de una pesadilla, sin embargo, los moratones de mi cuerpo hablaban por si solas.

Estaba en shock. Aterrada y mi corazón latía agitado. Solo miraba al baño desde la cama, con pavor, imaginando como ese hombre me esperaba para continuar con su trabajo. No había acabado conmigo. Yo era la siguiente y, quizás, eso había sido solo un aviso o Jack había llegado a tiempo. Me contraje pegando mis rodillas a mi pecho, abrazándolas, mientras tiritaba, no de frio sino del auténtico y profundo pavor que sentía. Me quedé en la cama mientras Jack le explicaba fuera al inspector lo que había sucedido.

Yo solo quería estar sola y permitirme ser vulnerable, ser humana. Me encontraba perdida buscando mis piezas para poder volver a recomponerme. Necesitaba llorar en soledad y en silencio. Sabía que me llevaría un tiempo aceptar lo que había ocurrido. Había sido una experiencia muy traumática. Casi perdí la vida en aquella bañera sino hubiera sido por mi ayudante. Necesitaba descansar, pero tenía miedo a cerrar los ojos. Cada vez que lo hacía, volvía a experimentar el mismo sentimiento que tuve mientras ese monstruo trataba de acabar conmigo. Realmente, había sentido como la muerte se aproximaba a mí. Había sentido como mi vida se iba apagando poco a poco, abarrotándomelas él con sus propias manos.

La puerta del baño me observaba, amenazante, como si quisiera sucumbirme, atraerme y convencerme de que la abriese. De nuevo, se me formó un nudo en la garganta y una profunda zozobra comenzó a florecer en mi pecho, impidiéndome respirar. El miedo me invadió. Aún podía sentir su mano ejerciendo presión en mi

Me incorporé lentamente. Posé los pies en el suelo, mientras que las plantas de mis pies ardían, con un intenso dolor. Gruñí de dolor. Y me puse en pie con dificultad. Mi piernas estaban débiles y no me respondían, a penas las sentía, así que tuve que ir dando pequeños pasos posándome en la cama y en la pared y de ese modo llegar hasta la puerta. De nuevo, sentí pavor. Algo me decía que estaba ahí observándome, amenazante. No sabía si eran imaginaciones mías o si realmente estaba sintiendo su presencia a mis espaldas. Una profunda sensación de ansiedad me invadió. De nuevo, volvía a sentir esa sensación de presión en el pecho. Me faltaba el aire. Quería huir y salir de allí ya así que intenté acelerar el paso, ignorando el intenso dolor que sentía a cada paso. Mi corazón latía cada vez más rápido, suplicando que lo liberasen.

Las rodillas me comenzaron fallaban. Me temblaban, pero ya estaba a pocos centímetros de alcanzar el pomo. La vista se me nubló así que me apoyé en el marco del espejo de pie que estaba al final de la habitación. Mis rodillas fallaron y el espejo calló haciéndose añicos. Caí de rodillas. Inspirando, tratando de recobrar el aire que suplicaban mis pulmones. Mis rodillas acabaron sobre los cristales haciendo que sangrasen. Pensé que me moría.

Repentinamente, Jack abrió la puerta con gran ímpetu, mientras que en su rostro de dibujaba una expresión de preocupación y miedo. Respiraba agitado, quizás porque había oído el estruendo y trató de correr para comprobar que todo estaba bien. Se había asustado.

Al verle desde esa posición en la que parecía que le suplicaba. Me sentí diminuta, frágil y vulnerable. Él trato de cruzar el mar puntiagudo de cristales que había provocado yo. Casi todo el suelo estaba repleto de diminutos y punzantes fragmentos de cristal.

El Misterioso Caso de la Mansión GallowayDonde viven las historias. Descúbrelo ahora