Capítulo I

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Steve había comenzado a perder el rumbo de su vida.

¿Qué tenía que hacer? ¿A partir de ahora, debería seguir siendo el Capitán América que todos conocían? ¿Iban haber más guerras por las cuales tenía que luchar? pensó.

—Estoy tan cansado. —dijo con la vista fijada sobre un lago que se mostraba al frente suyo.

Desde que había despertado, después de haber sido congelado por casi 70 años. Steve había sido instalado en una casa alejada de la ciudad con una vista maravillosa hacia un lago rodeado de árboles.

¿Qué debería hacer? se volvió a preguntar.

La pequeña paz que sentía con el pasar los días se volvía tan rutinaria y predecible, pero tan gratificante que Steve comenzaba a cuestionar si en verdad deseaba tratar de integrarse a la actualidad.

«Podría a decirle a Fury que todavía no estoy listo» pensó, tocándose la nuca.

La casi invisible marca sobre su piel, lo hizo suspirar.

—¿En que estoy pensando? ¿Dónde se han ido mis valores? —se preguntó, bajando la cabeza.

A pesar, de que en algún momento se había convertido en el famoso Capitán América y había logrado ayudar a muchas personas, Steve todavía sentía que un debilucho muchacho seguía en su interior.

—Quizás, todavía no estoy preparado... —susurró abrazándose a si mismo—...no quiero saber en lo que el mundo se ha convertido ahora.

Steve volvió a suspirar y recordó los sucesos del pasado que habían sido grabados fuertemente sobre su piel.

[...]

«Era un Alfa»

«Uno muy peculiar y débil»

Todo había comenzado cuando Steve decidió enlistarse en el ejército, a pesar de las quejas de su mejor y único amigo Bucky Barnes. ¿Qué podría pasar? Creía que no podía ser tan malo.

Sin embargo, la fuerza física y resistencia que destacaba a los Alfas... Nunca había sido una virtud de Steve.

¡De todas formas no se iba a rendir!pensó. Con mucho esfuerzo, Steve logró ingresar y ser reclutado para servir a su patria como había soñado desde siempre.

No obstante, tenía que participar en un proyecto a cargo del Doctor Esrkine.

Steve había aceptado a las finales, desesperado por demostrar lo que valía, sin embargo un día antes del "proyecto" acordado... Sus compañeros de cuarto, subieron sus bromas a otro nivel.

Todos eran Alfas, incluyendo a Steve.

Sin embargo, no por ello iban a tratar de igual al pequeño Alfa que ni siquiera podía levantar una pesa y era tan obstinado en no rendirse. Entonces, ¿qué podían hacer para quebrantar aquel espíritu?

Steve lo supo en el momento que lo ataron.

Su Alfa aulló asqueado cuando estaban intentando someterlo. Entre el sonido de risas y abucheos, Steve sintió como una parte de él era corrompida y oprimida ante la mirada de los demás Alfas.

Aquella vez fue el último momento que sintió la presencia de su Lobo interior.

[...]

Steve sintió picazón en la pequeña marca sobre su cuello.

Los recuerdos del pasado se despejaron de su mente, como un manto de nubes al pasar un fuerte viento. De nuevo, volvía a su realidad.

Con una figura imponente y el suero de un súper soldado corriendo por sus venas, Steve parecía ser un cascarón vacío. No importaba lo que hiciera, jamás volvería a ser el mismo.

—Debería resignarme y seguir... —se dijo, apretando los puños.

—¿Qué deberías seguir? —se escuchó a su atrás.

Steve volteó en posición de alerta, ante la intromisión en su vivienda. Había estado tan inmerso en sus pensamientos que no se había percatado que un auto se había aparcado a su atrás y un hombre se había acercado.

—¿Quién eres? —preguntó Steve de manera brusca.

El desconocido que llevaba gafas negras y traje del mismo color, sonrió de lado y se acercó con soltura a pesar de la hostilidad del rubio.

—Déjame presentarme, soy Tony Stark. —saludó el hombre quitándose las gafas con astucia—. He venido a pedido de Fury, señor Rogers.

—Dígame, Steve. —respondió el soldado un poco cohibido—. ¿A qué se debe su visita?

El recién llegado, lo miró por un instante y sus ojos avellanas viajaron hacia la parte descubierta de su cuello.

—Según tengo informado, eres un Alfa. —susurró Tony curioso—. Es una extraña cicatriz la que tiene ahí, ¿no?

Steve cubrió con una mano la marca por inercia. Aquel hombre no le daba buena espina, era demasiado observador y directo. ¿A qué venía exactamente?

—Por favor, dígame cuáles son sus asuntos aquí. —dijo Steve receloso.

Tony se llevó un pulgar a la boca y asintió.

—¿Sabe de qué casta soy? —preguntó haciendo caso omiso a su pedido.

—¿Cómo voy a saber eso? —respondió Steve irritado—. Solo dígame de una vez, porque-...

—Debería saberlo. ¿Es un Alfa, no? —cortó Tony astuto—. No es por presumir, pero soy un tanto especial que hasta un Recesivo sabría que soy.

Steve lo miró sin entender.

—Pero, hay unas pequeñas excepciones como los Betas. —continuó Tony sin despegar la vista de su cuello—. O quizás un Delta.

Steve retrocedió por instinto y quiso saber porque Fury le había mandado a una persona tan malditamente peligrosa e inteligente.

Lo había descubierto en menos de cinco minutos.

No sabía qué clase de persona era Tony Stark, sin embargo Steve sabía de antemano la clase de pensamientos que tenían sobre los Deltas. La casta que era marginada y rechazada por haber perdido a sus Lobos y haberse dejado someter ante otros Alfas.

Aquello que iba en contra de la naturaleza.

—No sé en qué es lo que estarás pensando. —interrumpió Tony el hilo de pensamientos del soldado—. Pero, en realidad Fury me mandó para hablarte sobre una iniciativa llamada "Vengadores".

Steve vio como el hombre de traje le entregaba unos documentos.

—Deberías revisarlo, son los perfiles de todas las personas con las que se intenta formar el grupo. —dijo Tony señalando—. Vine a entregarlo personalmente porque pensé que eres del tipo a la antigua, ya sabes.

—¿Eso es todo? —preguntó Steve todavía desconfiado.

—Sip, eso es todo. —dijo Tony encogiendo los hombros—. Si te interesa, contáctate con Fury. Yo ya cumplí con mi parte del trabajo.

Steve asintió no muy convencido.

—¡Oh! Podría hacer la oferta aún más tentativa.—dijo Tony antes de irse—. Soy un Omega Dominante y puedo ayudarte a neutralizar las feromonas que esparces sin darte cuenta al ser un Delta, además de tratar llamar a ese Lobo tuyo.

—¿Qué..? —preguntó incrédulo.

—Será un tratamiento difícil, pero no es imposible. —dijo Tony alejándose—. ¡Me gustan los retos! ¡Así que espero verte en las instalaciones, Capitán!

Steve se quedó con las palabras atoradas en la garganta y la creciente emoción dentro su pecho ante aquella propuesta tan disparatada.

¿Sería posible..?

Quizás, podría volver a encontrar un nuevo rumbo a su vida.

Delta ∆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora