Capítulo XI

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«Estoy jodido» pensó Tony.

—Jarvis... Cancela mis citas-... ¡Argh! —jadeó el Omega sintiendo las piernas temblar.

«En verdad, estoy jodido» pensó Tony cerrando los ojos. ¿Por qué no se había dado cuenta?

No había hecho ninguna preparación previa para poder controlar el Celo de un Alfa que se había estado conteniendo por años.

—Mío...—susurró Steve sin dejar de mirarlo, mientras besaba con devoción sus muslos.

—C-capitán. Vayamos a la habitación, ¿sí? —pidió Tony entre suspiros.

Hace un momento, Tony había encontrado al soldado en el cuarto de baño y desde que había reaccionado a las feromonas de Alfa, no pudo escapar de ahí.

—Mío. —volvió a decir Steve, con más firmeza.

Tony reprimió un gemido.

El Alfa lo tenía sometido contra el suelo, besando sus piernas y tocando con extrema delicadeza la piel del Omega.

Era tan extraño.

No era la reacción que Tony esperaba de un Alfa en celo.

—¿No quieres hacerme daño, verdad? —no pude evitar preguntar el Omega, cuando sintió los labios de Steve besar hasta la punta de sus pies.

—No. —respondió la voz grave del Alfa—. Eres mío. Voy a cuidarte.

Anthony sonrió enternecido.

«¿Por qué me estoy preocupando? Tengo al Alfa más sobre protector del mundo» pensó.

—Bien. Yo también quiero cuidarte. —añadió Tony tratando de levantarse—. Vayamos a la cama.

El agarre de Steve se hizo más fuerte. Al parecer, no quería separarse ni por un segundo del Omega.

—Hey, no me voy a escapar. —rió el castaño todavía en el suelo—. Solo quiero un poco más de comodidad. ¿Entiendes?

—Mío. —volvió a repetir el Alfa.

«Okey. No estás en todos tus sentidos» pensó Tony divertido.

Sabía que no le haría daño y estaba aliviado por ello. Sin embargo, tendría que manejar un poco la situación para poder ayudarlo.

—No quería llegar a estás medidas, pero ya que no eres un Delta. —susurró Tony esparciendo sus feromonas por el lugar—. Es momento que veas que es tener a un Omega Dominante de pareja.

Steve abrió la boca y soltó un jadeo. La reacción había sido inmediata.

—Voy a ayudarte. —dijo Tony levantándose con libertad y tomando el rostro del Alfa aturdido—. De pie. Sígueme.

—S-sí, mi Omega. —apenas pudo responder.








Tony gritó con todas sus fuerzas, al llegar al orgasmo.

—¡A-ah! ¡Joder! —jadeó al sentir su entrada palpitar.

Las embestidas de Steve parecían no cesar y aunque, Tony se sentía exhausto. No podía evitar reaccionar al más mínimo toque del Alfa.

—¡Argh! —exclamó el Omega viendo la creciente erección entre sus piernas.

«Acabo de venirme, no puede ser cierto» pensó incrédulo.

—Estás... Reaccionando a mi. —gruñó el Alfa con una sonrisa.

Anthony abrió los ojos sorprendido.

Las feromonas de los dos, se encontraba mezclada por toda la habitación.

«¿Es porque Steve es un súper soldado? ¿O quizás se adelantó mi celo?» pensó Tony confundido. Sin embargo, no iba a negar que estaba lubricando más de lo normal.

—Yo... A-ah. No lo sé. —balbuceó el Omega con el rostro caliente.

El Alfa apretó aún más el agarre en las caderas del contrario.

—¿Puedo? —preguntó dando estocadas más rudas y descontroladas dentro del interior del Omega.

—¡Argh! ¡Sí! —exclamó Tony sintiendo el pene del Alfa entrar y salir sin pudor alguno.

Al instante, Anthony ahogó un gemido.

El semen caliente y abundante de Alfa, comenzó a correr por sus piernas. No obstante, en el interior sintió algo expandirse.

—O-oh, mierda.








Steve observaba maravillado la espalda perlada del Omega, cubierta por el sudor.

—Tan bueno... —susurró, cogiendo con las manos la estrecha cintura del castaño.

—Hmm, ¿te gusta? —preguntó Tony de espaldas, encima suyo.

El Alfa asintió, sin dejar de ver cómo la entrada del Omega bajaba y subía, absorbiendo su miembro en cada movimiento.

Era tan obsceno y hermoso, ante sus ojos.

—Eres solamente mío. —gruñó Steve tocando la espalda del Omega.

Anthony giró levemente el rostro, dejando ver su rostro completamente sonrojado y cegado por el calor.

—Soy tuyo. —respondió con una sonrisa.

Steve lo observó por un instante y algo dentro suyo se removió.

—¡A-agh! ¿Qué...? —preguntó Tony confundido, al ver al Alfa salir de la posición en la que estaban y ponerlo debajo suyo.

El Omega apenas pudo mantenerse de rodillas sobre la cama.

—¿Steve..? —inquirió sin entender.

—Creo que ahora estoy listo. —susurró el soldado, acercándose por atrás y besando con esmero la espalda del contrario—. ¿Me permites..?

—¿Q-qué? —balbuceó el Omega, al sentir los colmillos del Alfa rozar levemente su cuello.

—¿Me permites ser tu compañero, Anthony Stark?

El mencionado sintió las piernas temblar y un escalofrío recorrer por todo su cuerpo. ¿Estaría bien? ¿Por fin, estaba listo?

«Lo he esperado tanto» pensó, cerrando los ojos para contener las lágrimas.

—Sí, Steve Rogers. —respondió Tony con una sonrisa.

Al instante, el Omega sintió una mordida desgarrar su piel. No obstante, no podía estar más feliz.

Tendría una marca. Una unión.

Delta ∆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora