Capítulo VII

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Steve volvió a mirar el lago, a las afueras de la cabaña.

«Estaba sentado aquí, cuando Tony vino a visitarme por primera vez» pensó Steve recostado en una vieja banca de madera.

Se había vuelto su lugar favorito para meditar.

—Han pasado tantas cosas... —dijo en voz alta, tocándose la nuca—. Tengo miedo, pero quisiera intentarlo.

Recordaba la mirada de Tony cada vez que lo veía y sus mejillas que parecían colorearse sin aviso alguno. Aún, cuando era un Omega codiciado por muchos, Anthony simplemente enfocaba toda su atención hacia él.

«¿Por qué? ¿Por qué yo?» pensó Steve sin entender.

Tony había ofrecido su ayuda desde el primer instante que se conocieron e incluso, luego le había pedido una cita.

—¿En tus ojos, yo soy una persona que vale la pena? —preguntó Steve con la cabeza gacha.

«¿Seré capaz de estar a su altura?» pensó, temeroso.

Después de lo que habían pasado, Steve no podía negar el gusto que sentía por el Omega. A pesar, de la inseguridad que tenía... No podría soportar alejarse de Tony.

Recordaba los besos, caricias y la forma que Anthony lo miraba. ¿Cómo podría ser capaz de no luchar por ello?

—Soy un tonto. —se dijo, parándose del asiento.







Anthony buscaba por los pasillos a un soldado, de traje azul y escudo llamativo.

Había encontrado una idea que podría ayudar al rubio.

—¿Capitán? —preguntó en voz alta, al ver a la figura que estaba buscando ir directamente hacia él—. Lo estaba busc-...

—Stark. —cortó Steve un poco agitado—. Por fin, te encontré.

El mencionado lo miró confundido. ¿De qué se había perdido?

—Quiero hablar contigo. —continuó Steve con una sonrisa nerviosa—. Quisiera decirte que vayamos a un lugar más privado, pero presiento que mis nervios no van a poder más.

Tony asintió, preocupado.

—¿Pasó algo? ¿Es algún problema con las feromonas? —preguntó el Omega quitándose la chaqueta—. Si quieres puedes acercarte y olfatear mi aroma para que puedas calmarte.

Steve vió el cuello desnudo del castaño y sintió que le faltaba el aire.

—Hace calor. —murmuró desviando la mirada.

—¿Eh? ¿No es eso? —dijo Tony un poco avergonzado, acomodándose la prenda.

—Lo que yo quería decirte era... era sobre aquella invitación. —dijo Steve tocándose la nuca—. ¿No sería muy tarde para invitarte a salir, Tony?

—¿Qué?

—Quisiera tener nuevamente la oportunidad de poder conocerte. —continuó Steve—. Lamento haber sido tan lento en darme cuenta, Stark. Me gustas.

El mencionado tocó su hombro, para asegurarse que era real.

—¿Hablas en serio, cap? —preguntó Tony con los brillosos.

Steve asintió y se acercó lo suficiente para quedar a centímetros del Omega.

—Me gustas, lo digo en serio. —dijo cogiendo el rostro del contrario—. Gracias por ser tan paciente conmigo.

Anthony sonrió en grande y unió sus labios sin importarle que estaban en medio de los pasillos del Complejo.

—Podría ser el mismísimo Buda por ti, Rogers. —bromeó Tony divertido.






Anthony miraba fijamente al rubio, mientras estaba recostado en sus piernas. Habían ido a la Torre para estar completamente solos los dos.

—Estoy saliendo con el Capitán América, ¿sabías? —dijo con una sonrisa—. Lo voy a presumir con todo el maldito mundo.

Steve le devolvió la sonrisa y acomodó los mechones rebeldes de la cabellera del castaño.

—Como tú quieras. —dijo, depositando un beso en la frente del Omega.

Tony se removió avergonzado. No esperaba aquella respuesta.

—Oh, verdad. —continuó Steve recordando su conversación de hace unas horas—. Cuando nos encontramos en el pasillo, parecía que también me estabas buscando. ¿Tenías algo que decirme? Creo que te interrumpí por mi confesión.

Anthony abrió los ojos, acordándose.

—¡Sí! Lo olvidé completamente. —dijo, parándose de un salto. Para buscar algo dentro de su chaqueta—. Es solo una opción, pero creo que podría ayudar.

Steve observó con curiosidad la pequeña tarjeta que el Omega le entrego en sus manos.

—¿Sesiones de psicoterapia? —leyó el soldado en voz alta—. ¿Quieres que vaya a un psicólogo?

Anthony asintió.

—No lo veas como algo malo, cap. —explicó Tony ante la mirada incrédula del rubio—. Es muy común en la actualidad. Además, creo que necesitas ayuda de un profesional. —pausó por un instante, preparándose para lo que iba a decir—. Los traumas de un Delta no son algo que se puedan superar con palabras bonitas o buena voluntad. Según los resultados médicos, muestran a tu cuerpo en perfectas condiciones.

—No entiendo. —dijo Steve de brazos cruzados—. ¿Y aquellas alteraciones que me dijiste?

El Omega suspiró y busco los papeles donde mostraban los cambios físicamente normales para un Alfa.

—El problema no es físico. —dijo con una sonrisa triste—. Lo más seguro, es que tengas algún bloqueo mental por lo que tuviste que pasar.

Steve lo miró por un momento y asintió.

—No te voy a obligar a que vayas, cap. —añadió Tony tocando su mejilla—. Es solamente tú decisión.

—Lo sé. —susurró Steve, quizás muy en el fondo sabía que el problema erradicada en él.

Talvez su Lobo no aparecía porque inconscientemente Steve no lo permitía.

—Esta bien, lo haré. —concluyó luego de unos minutos, viendo al Omega sorprendido—. Iré por mi propia voluntad. Ya he pasado suficiente tiempo escondiendo mis temores, además que ahora tengo una razón más para seguir adelante.

...Y esa eres tú, Tony Stark. —dijo con una sonrisa tímida.

Delta ∆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora