Capítulo III

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Anthony miraba de reojo al Capitán.

—¡Los Alfas siempre seremos lo mejor de lo mejor, hermano! —exclamó el Dios del trueno con una sonrisa, mirando al soldado.

—Respeto tu opinión. —respondió Steve incómodo.

—¡Vamos, hombre! ¡No seas tímido! —bromeó Thor—. Todos buscan un buen Alfa como pareja. Justo como nosotros, eh.

El soldado negó con la cabeza, tratando de mantener su sonrisa.

«¿Cómo puede soportarlo?» pensó Tony de brazos cruzados. Los Deltas mayormente eran resultados de los abusos o intimidación de su antigua casta y el simple hecho de hablar sobre los Alfas o el causante del trauma... Era doloroso.

«Steve debería poner sus límites. Quizás con un buen golpe, Thor lo entendería» pensó Tony divertido.

—En realidad, Thor. Creo que todos solo necesitaríamos a una "buena persona" como pareja. —habló Steve con una sonrisa tímida—. No importaría la casta, simplemente que te trate bien.

«¿Qué?» pensó Tony volteando a verlo directo.

—¡Que gracioso eres! —exclamó Thor entre risas abrazando al soldado—. ¡Pero tienes toda la razón, compañero!

Steve asintió, encogiendo los hombros.

Por un instante, los ojos del soldado conectaron con el Omega que no había dejado de mirarlo.

Tony sintió sus mejillas arder al ver la pequeña sonrisa que le había regalado el Capitán en ese pequeño momento, antes de continuar con la conversación con el Dios Asgardiano.

«Quién eres...» se volvió a preguntar Tony acalorado.






—¡Hoy la misión fue un completo éxito! —exclamó Thor con alegría, entrando a la sala de juntas.

—La verdad es que no hubo ninguna pérdida. —dijo Natasha con una sonrisa.

—Sigo sin creerlo. Fue tan fácil. —añadió el arquero, a su atrás.

Tony rodó los ojos, ante la efusividad de la mayoría de Alfas del grupo. Eran tan despreocupados, soltando feromonas a su alrededor sin importarle los demás.

«Menos mal, soy un Omega Dominante» pensó Tony yendo a sentarse.

—Hmm, chicos. —llamó Steve captando la atención de los demás Vengadores.

—¿Qué pasa, cap? —preguntó Clint con una botella de agua en la mano.

—Sé que acabamos de regresar de una misión y estamos cansados. —dijo el Capitán de manera firme—. Pero, como su líder quisiera pedir que nos comportemos por un momento más y mantengamos nuestra postura.

El grupo se lo quedó mirando sin entender, hasta que Steve tímidamente tocó la parte de atrás de su cuello.

Especialmente la glándula de olor.

—Oh, perdone. Capitán. —dijo Bruce, siendo el primero en reaccionar—. No me había dado de aquel descuido.

Natasha, Thor y Clint se miraron confundidos.

—¡Ah! Que vergüenza. —dijo Thor con una sonrisa—. Estaba soltando feromonas como una bestia. —añadió viendo a una figura sentaba al frente suyo—. Perdón, hombre de hierro.

Tony se encogió de hombros, restándole importancia. Era el único Omega del grupo, así que técnicamente era una falta de respeto hacia él.

Sin embargo, se había acostumbrado a la desfachatez de los Alfas.

—Gracias por el aviso, Cap. —dijo Natasha asintiendo—. Creo que tendríamos que aprender un poco más de ti. No soltaste ni una pizca de feromonas.

—Sí, eres increíble. —añadió Clint.

Steve asintió y se acercó lentamente hacia el Omega, cuando los demás dejaron de prestarle atención.

—Hace un tiempo, después de... De mi incidente.—susurró el soldado tratando de no mostrarse triste—. Perdí el olfato de aquellas cosas, así que por favor, perdona mi incompetencia como Líder al no actuar rápido.

Tony abrió los ojos y por primera vez en su vida, no supo que decir.

«¿Y aún así..? ¿Sin poder distinguir las feromonas de los demás? ¿Pensaste en mi?» se dijo Tony mordiéndose el labio.









Anthony giró sobre su cama, incapaz de poder dormir.

«¿Qué me pasa? ¿Por qué sigo pensando en él?» se dijo cerrando los ojos con rabia.

—Maldita sea, porque tienes que ser tan jodidamente bueno, Rogers. —susurró en voz alta.

Era tan amable, pero a la vez tímido.

—No piensas en ti... Y dejas que los demás te usen. —dijo Tony recordando cómo el soldado aceptaba las órdenes sin refutar—. Pareces perfecto, pero sufres mucho.

El Lobo de Tony se removió ante sus últimas palabras.

Nunca había sentido interés genuino ante alguna persona, gracias a qué su casta era lo suficientemente aterradora para ahuyentar a los demás.

Sin embargo, Steve se veía tan frágil y obstinado a la vez, que Anthony no podía evitar sentirse atraído.

«Quiero ayudarlo... Quiero que desaparezca esa mirada triste que tiene» pensó Tony, cayendo en cuenta que ya no podría verlo como un simple desafío o un experimento que comprobar.

—Rayos... Estoy jodido. —dijo en voz alta.

El sonido de la alarma, sonó por toda la habitación y Tony cayó en cuenta que ya había amanecido.

Miró de reojo, su calendario y notó que hoy Steve visitaría sus instalaciones para el chequeo médico que había prometido días atrás.

—Veamos que es lo que sucede. —se dijo, extrañamente motivado.










Steve volvió a limpiarse las manos llenas de sudor en sus pantalones. Estaba muy nervioso.

—Llegaste, Cap. —avisó Tony en la entrada de su laboratorio—. Venga, entra.

El mencionado asintió y miró a su alrededor con incertidumbre.

Desde que había regresado a la actualidad, le costaba poder acostumbrarse a ver la tecnología tan avanzada que manejaban. Especialmente, la de Tony que parecía sacada de otro mundo.

—Solo siéntate y deja que mis bebés hagan lo suyo. —dijo Tony señalando a los aparatos—. No estés nervioso, no tomará mucho tiempo.

Steve asintió y apretó los puños.

«¿En verdad, podía ser capaz de volver a ser como era antes? ¿Mi lobo..? ¿Aparecerá?» pensó Steve recordando con tristeza, cuando estaba vinculado con aquella parte suya más animal.

Era un Lobo hermoso y cuando cambiaban de formas... La sensación era tan-

—Listo. Ya he terminado. —dijo Tony sacándolo de sus pensamientos—. Los resultados todavía tendré que revisarlos por unos días y después te avisaré cuando esté listo. ¿Okey?

—Sí, gracias. —respondió Steve, todavía aturdido.

Había recordado más de lo que debería. Estaba comenzando a sentirse ansioso de nuevo.

El haber vuelto a pensar en su Lobo interior, también le había traído las memorias de cuánto sufrió en incidente. Su Lobo había aullado pidiendo ayuda hasta el último momento.

¿Cómo podía pedir que vuelva después de lo que había pasado?

«¡Basta! Tengo que calmarme» se dijo Steve mentalmente.

—Ya me tengo ir, Stark. —habló caminando rápidamente hacia la salida—. Muchas gracias por tu tiempo, espero que también pueda ayudarte en tu investigación.

—Hablando sobre eso... —cortó Tony, cogiendo levemente la manga del soldado—. Ya no lo estoy haciendo por el amor a la ciencia. Sino porque en verdad quisiera ayudarte.

Steve asintió, tratando de sonreír. No estaba consiguiendo calmarse por mucho que lo intentará.

—Y quizás te parezca raro lo que te voy a decir. —continuó el Omega un poco avergonzado—. Pero, ¿tendrías tiempo esta noche?

—¿Qué? —preguntó Steve sin entender.

—Es solo una propuesta. —dijo Tony nervioso—. Por si quisieras salir conmigo, claro si hoy no tienes planes... Yo entendería si no pudieras, en serio. Podríamos salir otro día y conocernos un poc-...

—No. —cortó Steve mirándolo incrédulo—. Lo lamento, pero me tengo que ir.

—P-pero. —dijo Tony confundido, con la mirada herida—. ¿Por qué, no? Al menos, dame una razón de tu rechazo.

Steve suspiró y se abrazo a si mismo. Todavía no lograba calmarse.

—No pierdas el tiempo con una persona que no lo vale, Tony. —respondió antes de irse.

Delta ∆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora