Capitulo XXIII (Final)

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Toda clase de pensamientos pasaron por la mente de Steve.

Hace unos días, la Doctora les había comentado que nunca estarían lo suficientemente preparados para el momento cuando el bebé fuera a nacer. Sin embargo, Steve y Tony le habían restado importancia.

Eran una pareja de superhéroes.

El famoso Iron Man y el Capitán América juntos. ¿Lo tenían todo bajo control, cierto?

—¡Rogers, maldita sea! ¡Reacciona! —exclamó el Omega sacándolo de sus pensamientos.

El mencionado volteó a mirarlo y vio la escena de la supuestamente tenía que estar preparado.

—Estas mojado... —fue lo primero que dijo.

Anthony lo miro con una sonrisa incrédula.

—¡Obviamente estoy mojado! ¡Acabo de romper la fuente! —exclamó el genio tocando su vientre—. Se suponía que el parto estaba programado para la próxima semana. ¿O es que tengo algo mal? —preguntó el Omega abriendo los ojos horrorizados.

—Tony, no...

El mencionado lo calló con una mano y esparció sus pesadas feromonas sin controlar su angustia. ¿Por qué se había adelantado? Había hecho un seguimiento exhaustivo de su gestación y las probabilidades del adelanto del parto eran mínimas. ¿Entonces? ¿Qué había fallado?

—Jarvis, necesito un diagnóstico de mi condición actual. —dijo Tony tratando de levantarse y viendo a su Alfa intentando respirar como un pez fuera del agua—. ¿Cap?

—...tus feromonas. —dijo a penas.

Tony se acordó del pequeño detalle de que era un Omega Dominante y su aroma podía agobiar hasta a un Alfa entrenado.

—Que descuidado. —contestó tratando de calmarse—. Quizás, no conté con esa variable en mis diagnósticos... Si, eso debe ser. Entonces voy a hacer un-... ¡Argh!

Steve alzó el rostro, respirando con pesadez.

—¿Contracciones? —preguntó el soldado yendo hacia el castaño y ayudándolo a levantarse—. Mejor, vayamos con el médico.

Anthony asintió con una mueca de dolor.

—Por fin, dices algo inteligente. —bromeó el Omega tratando de sonreír para aligerar el ambiente—. Alista el coche, iré por la maleta.

Después de unos minutos de ajetreo, el Alfa manejaba el auto con los latidos del corazón en la garganta.

—Ya vamos a llegar, no te preocupes. —dijo con una mano en el volante y la otra entrelazada con la mano del Omega—. ¿Calma, si?

Anthony sonrió con ternura.

—Tu eres el histérico, cap. —molestó mientras dirigía su mirada a su abultada pancita—. Eres un niño problemático, ¿sabías? —tocando suavemente su abdomen—. Mira como tienes al gran Capitán América sudando y temblando como si se fuera a morir.

—Tony no deberías bromear así.

El mencionado estuvo a punto de responder, cuando sintió otra punzada aguda.

—¡Mierda! Al parecer tampoco le gustó mi broma al cachorro. —dijo a penas, agarrando con fuerza la mano del Alfa—. ¿Podrías manejar un poco más rápido, por favor?

Steve lo miró de reojo, viendo al Omega removerse como un gusano.

—Hijo mío, ¿podrías darle un poco de piedad al famoso e invencible Iron Man?—preguntó el soldado tocando el abdomen del Omega.

—¡Rogers! ¿Me devolviste la jugada o me parece?

El Alfa sonrió, sintiendo que estaba comenzando a calmarse un poco. Estaban a unos minutos a la clínica y aunque los nervios eran palpables... La ilusión de que por fin podrían tener en sus brazos al retoño de su amor.

Era una sensación increíble e indescriptible.

—Nuestro cachorro. —dijo con la voz cargada de emoción.





Al llegar a la clínica privada, una fila de enfermeras los estaban esperando para atenderlo. A pesar, de que se había adelantado el parto, antes de salir Anthony había hecho las respectivas llamadas para tener todo el lugar a su disposición.

Era un Omega Dominante y requería de ciertas condiciones al ser terriblemente territorial en su estado de gestación.

Ningún aroma de Omega o Alfa debía estar cerca, sino a un perímetro prudente y la mayoría de enfermeras debían Betas o que tuvieran suficientes inhibidores para que no quede ningún rastro de feromonas que no sean las suyas o de Steve.

Anthony no quería causar ningún problema. Era una casta superior y lo sabía.

—Soy el médico a cargo, lo llevaremos a la habitación designada. —se presentó una Beta mientras dirigía a las enfermeras con una camilla para el Omega.

Anthony asintió y camino con dificultad junto a Steve.

—Iré con mi Alfa. —sentenció sin lugar a dudas.

Las enfermeras lo miraron sorprendidas al ver al gestante caminar aún con las contracciones.

La mayoría de Omegas gestantes llegaban retorciéndose y en un mar de lágrimas por el dolor constante. Sin embargo, Tony Stark había mantenido la compostura sin flaquear hasta llegar a la habitación.

—No te sobre esfuerces. —dijo Steve tocando la mejilla del castaño.

—Estas hablando con un Vengador. —respondió orgulloso con una mueca que intentaba ser una sonrisa—. Soy más fuerte de lo que crees.

El Alfa asintió, sin querer darle la contra a su pareja.

—¿Quieres que me quede adentro o espero a fuera? —preguntó con amabilidad.

—Te quedarás adentro de la misma manera que me cogiste. ¿Entendido, cap? —respondió Tony en tono calmado y amenazante a la vez—. ¡Ugh! ¡Tú hijo me quiere matar! ¡Llama al médico!

Steve asintió un poco confundido, saliendo de la habitación para buscar a la Beta.

—...Es nuestro hijo. —murmuró a penas.




Habían pasado tantas horas que Steve había perdido la cuenta del tiempo. Entraba y salía de la habitación, yendo a llamar a la Beta cada vez que Tony lo pedía.

Las contracciones tenían que aumentar le había un millón de veces el médico.

No obstante, el Omega parecía no escuchar esas palabras y seguía removiendose encima de la camilla con dolor y soltando un montón de maldiciones. Hasta el resto del equipo de los Vengadores habían llegado a la clínica -permaneciendo en una distancia respetable- y esperaban ansiosos la llegada del nuevo integrante.

Steve volvió a entrar a la habitación y por un instante, casi se desmaya de la impresión.

—¡Ven aquí, Rogers! —exclamó Tony alzando la mano para afianzar su agarre—. Argh, duele como el infierno.

El Alfa trato de apoyar al Omega dándole caricias y palabras alentadoras en el momento del labor de parto.

«Es el momento» pensó sin todavía creerlo. Su hijo iba a nacer.

—Tú puedes, beloved. —dijo con emoción, escuchando que las enfermeras decían que el bebé ya estaba saliendo—. Cariño, sé fuerte.

—¡Claro que lo soy! —exclamó Tony rojo como un tomate por el esfuerzo.

Después de unos minutos de gritos y ajetreo, se pudo escuchar claramente el sonido del llanto de un bebé.

—¡Es varón! —exclamó una enfermera.

Steve volteó a mirar al Omega con los ojos llenos de lágrimas. ¡Su hijo!

—¿U-un niño..? Genial. —balbuceó Tony exhausto.

El Alfa estaba apunto de besar al castaño por el excelente trabajo que había hecho y agradecer de que ahora eran una familia. No obstante, un leve aroma agrio se esparció en la habitación junto los sollozos del bebé.

—¿Qué..? ¿Quién? —preguntó el Omega levantando la cabeza con confusión. Era un aroma familiar, sin embargo no era suyo ni del soldado. ¿Entonces?

—Un momento, por favor. —pidió la doctora apartando a las enfermeras que se encontraban confundidas—. Voy a tener que hacer una revisión al niño por unos momentos.

—¿Perdón? Dame a mi hijo. —exigió Tony con molestia. Había esperado unos malditos nueve meses para ese instante.

La Beta observó con detenimiento al bebé que seguía llorando y el aroma se hacía más fuerte. Las feromonas eran bastante agresivas al ver las reacciones de las enfermeras que eran Omegas y veían al niño con nerviosismo, no obstante no parecía molestar al Omega que recién había dado a luz, ni tampoco al otro padre.

Solo había una explicación.

—Sé que puede ser precipitado sacar una conclusión tan rápido, sin embargo es bastante obvio... —dijo la doctora arropando al niño y entregándolo a la pareja—... su hijo es un Alfa Dominante.

Steve y Tony se miraron entre sí con asombro e incredulidad.

—¡¿Qué?! —exclamaron al unísono.

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