Capítulo XXI

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Steve cerró los ojos cuando pudo sentarse en el sofá.

«Estoy cansado» fue lo único que pudo pensar.

Las últimos semanas habían sido como un torbellino para el Alfa, no obstante por fin sentía que estaba tomando sus responsabilidades debidamente y no a medias. Steve se sentía útil y necesario.

—Rogers. —llamó una voz suave a su costado—. ¿Deseas unos masajes, cielo?

Steve automáticamente sonrió en grande.

—Por supuesto. —respondió, abriendo los ojos y viendo a su Omega con una camisa suya. Estaba comenzando a notarse un leve bulto en su abdomen—. Tan lindo. —susurró.

Tony alzó una ceja divertido.

—¿El cachorro o yo? —preguntó cruzando los brazos.

El Alfa negó con la cabeza y se acercó para rodear con sus brazos al castaño.

—Los dos, obviamente. —contestó bostezando—. Son los mejores regalos de mi vida, Tony. ¿Vamos a cama? Quiero descansar.

El mencionado asintió, sin embargo lo jalo del brazo para llamar la atención del soldado. Tony no era tonto, era consciente del sobre esfuerzo que estaba haciendo Steve al ir a misiones por el día y cuidarlo por las noches.

—¿Cuando irás a tus sesiones? —preguntó el Omega directo.

—Hmm, cuando me desocupe. —respondió vagamente el Alfa—. ¿Ya vamos a la habitación?

Tony suspiró y no se movió del lugar.

—Tienes que darte tiempo para ti, Rogers. —dijo en tono firme—. Necesitas descansar, tomarte un respiro y hacer lo que te guste. —pausó un momento para controlar sus emociones. Últimamente Tony estaba más sensible y la preocupación por su Alfa era notable—. No quiero que te desgastes ni dejes de ir a las sesiones con el psicólogo solo por mi culpa o el trabajo.

—Tony, no...

—Dejame terminar. —cortó Tony con las feromonas pesadas. A veces, ser un Omega Dominante tenía sus ventajas—. Mi cachorro y yo deseamos a un Alfa feliz y descansado. Lo único que pido es que pienses en ti, nada más.

Steve lo miró apenado y asintió.

—¿Te hice preocupar mucho?

—Carajo, piensa en ti. Rogers. —exclamó Tony.

El Alfa suspiró y una leve sonrisa nació de sus labios. Se había conseguido la mejor pareja que pudo tener.

—Okey, haré lo que quiera. —dijo el soldado un poco divertido—. ¿Ahora sí vamos a dormir, cariño?

—Sí, beloved.




Steve camino hacia el ascensor de la Torre Stark.

«Ir a terapia es igual o más cansado que ir a una misión» pensó suspirando. Cada sesión en el consultorio era como tirar y volver a rehacer sus pensamientos.

Sin embargo, no podía negar que era relajante soltar aquellos problemas que tenía en mente. A veces, parecían ser pequeñas dudas y luego se volvían una gran y preocupante confusión o viceversa.

—Aunque he llegado a una gran conclusión. —dijo en tono firme.

El hecho que alguna vez fue convertido en Delta y los abusos que sufrió con ello. Todos aquellos traumas, lo habían perseguido por muchos años.

Steve siempre había huido de ello, escondiéndose siendo incapaz de enfrentarlos y cayendo en una profunda tristeza al no tener la suficiente valentía para poder superarlo.

Y quizás, nunca lo haría.

No obstante, creía que podría convivir con ello sin causarle algún resentimiento de por medio. Steve se había dado cuenta de ello, cuando hablo por primera vez del tema con Tony y se sintió reconfortado por él o quizás también pudo contarle al psicólogo sin interrupciones y con calma.

«Cada día comienza a doler menos» pensó parado en la entrada de la sala.

—Está vez, solo quiero mirar hacia delante. —decidió caminando por los pasillos.

«Quiero hacer muchas cosas a partir de ahora, pero me gustaría seguir a tu lado» pensó Steve observando al castaño descansar en la habitación.

—¿Steve..? —preguntó el Omega levantándose al oír el sonido de la puerta—. ¿Llegaste? ¿Qué tal te fue?

El mencionado se acercó y beso la frente de su pareja.

—Creo que está vez avance mucho, Tony. —dijo con una sonrisa—. ¿Sabes que también me acordé? Yo antes tocaba el piano cuando estaba en el servicio militar.

«Era una manera de desestresarme» pensó divertido, recordando aquella sensación.

—¿En serio? ¡Te conseguiré uno inmediatamente!

Steve se rió encantado y asintió.

La calma en su corazón se hacía cada vez más grande. 

Delta ∆Donde viven las historias. Descúbrelo ahora