1
La propuesta de Enlil a los dioses fue descabellada y aún así algunos estaban considerando seriamente utilizar a los dos seres que más estragos le causaron a los dioses.
- ¡Nos estamos arriesgando demasiado confiando en Buda y ahora tú quieres que confiemos en criaturas que verdaderamente nos odian y están en nuestra contra! -Tsukuyomi (el Dios de la luna de la mitología sintoísta) reprendió a Enlil- ¡Debes estar bromeando!
- ¿Tienes alguna otra idea?, ¿Estás dispuesto a participar voluntariamente?
Tsukuyomi no contestó.
- Además, -continuó Enlil- si llegan a traicionarnos, yo personalmente entraré en su lugar si uno nos traiciona y les pido a los dioses de la muerte que se encarguen de matarlos al instante, sobretodo a Wukong.
- ¿Eso está permitido? -le preguntó Hera (la diosa griega del matrimonio) a Heimdall.
- No hay ninguna regla que lo prohíba -contesto.
- De acuerdo... Pero, ¿cómo puedes asegurarnos que van a participar?
- Voy a ofrecerles una oferta que no podrán rechazar.
- En ese caso... -Amaterasu agregó los nombres en el pergamino y señaló a Enlil- Están bajo tú responsabilidad ahora.
- No hay problema.
- Entonces vé por ellos -Amaterasu cerró el pergamino.
Buda se acercó con Enlil.
- Yo iré por Wukong, sino te molesta.
Enlil no confiaba en Buda.
- Que te acompañe alguien más.
- Okay -respondió, fueron Mictlántecuhtli y Shiva los que acompañaron a Buda.
Enlil le dijo a Buda qué tenía que hacer cuando estuviera con el mono y se dió la vuelta dispuesto a irse
- Ereshkigal, necesito que me acompañes.
- Supuse que lo pedirías, Enlil.
Enlil no tuvo necesidad de explicarle nada, Ereshkigal leyó su mente y sabía que tramaba.2
Tanto Gilgamesh como Sun Wukong se encontraban retenidos en lugares que los dioses escogieron específicamente para ellos. Sun Wukong se encontraba debajo de la montaña Kanchenjunga sin posibilidad de moverse mientras que Gilgamesh estaba encadenado en el mismo lugar donde alguna vez también lo estuvo Prometeo, en el cáucaso, donde es azotado en la espalda sin descanso todos los días por el dios Marduk, el dios principal de Babilonia.
El sonido del látigo cortando la piel de Gilgamesh hacía eco a su alrededor. Gilgamesh estaba sobre sus dos rodillas, con los brazos extendidos a los lados, no mostraba ninguna señal de dolor ante los azotes de Marduk, quien estaba detrás de él propinando los latigazos.
- Gilgamesh... El hombre más fuerte de la tierra... -Enlil le indicó a Marduk que se detuviera- Cuyo puño logró matar a un dios... El rey que después de dirigir su reino tiránicamente, lo abandonó por un hombre mitad animal...
Gilgamesh levantó la mirada furioso.
- ¿Qué es lo que quieres?
- Vine a proponerte un trato... Necesito que-
- ¡Yo no voy a atender las necesidades de nadie y menos las tuyas!
- Escucha, estoy dispuesto a perdonar tus crímenes y a liberarte de esta prisión si haces algo por mí.
- ¡ESO NO ME IMPORTA! Lo único que me importaba... ¡Me lo arrebataron!
- Y si te dijera... -Ereshkigal hablo- Que parte del trato es resucitar a Enkidu...
Gilgamesh los miró con interés.
- Este es el trato: Gana una pelea por mí y además de tu libertad, le devolveremos la vida a Enkidu...
Gilgamesh confío ciegamente en los dioses.3
Balduino estaba intrigado en lo que acababa de decir Gilgamesh, quien había cambiado de semblante. Su rostro que antes mostraba amargura y seriedad ahora reflejaba añoranza y tristeza.
Balduino conocía bien esa expresión. Pues alguna vez él mismo la tuvo.4
Nacido de padres que eran parientes, el futuro rey Balduino IV fue maldecido con la lepra a una temprana edad. Fue su mentor y tutor Guillermo de Tiro el que se dió cuenta de su enfermedad la tarde cuando el joven Balduino junto con otros niños jugaban a pincharse los brazos. Balduino no sentía dolor, lo que hizo sospechar a Guillermo. Después de aplicarle unas pruebas y salir positivo, el pequeño Balduino fue dejado a su suerte en las afueras de la ciudad. No obstante Guillermo no lo abandonó.
Balduino dejó de vivir en la corte de su padre para pasar a vivir en una sucia cabaña, alejado del pueblo y aún así Guillermo se encargo de enseñarle a leer y escribir estando en esa cabaña.
En una ocasión Guillermo fue a visitar a Balduino para su lección diaria por la tarde, sin embargo, él no se encontraba en casa. Guillermo salió a buscarlo dentro del reino. Después de una hora de buscarlo lo encontró.
Balduino se encontraba acurrucado al pie de las escaleras de la iglesia frente a la plaza principal; estaba encapuchado, vestía una larga túnica con agujeros -causados por rascarse intensamente para saciar su comezón hasta sangrar- de color café con manchas rojas. Veía a lo lejos cómo jugaban los niños a las atrapadas. Fue entonces cuando uno de los niños tropezó y cayó cerca de Balduino.
Sin dudarlo, el joven Balduino fue a levantarlo.
Una mujer emitió un estruendoso grito de horror al ver el brazo lleno de úlceras y llagas del niño.
- ¡Aléjate de él! -la mujer jaló al niño que había tropezado de la mano de Balduino- ¡Que no te toque ese niño maldito!
Balduino retrajo su mano hacia él y la miró, miró a su alrededor. Todos lo veían con desprecio y se alejaron desesperadamente de él, los niños que jugaban hicieron igual.
- ¡Balduino! -Guillermo fue el único que se acercó a él- ¿Te encuentras bien?
Balduino asintió lentamente mirando a la nada.
- Vámonos... -Guillermo lo tomó del hombro y miró a la señora- Es solo un niño.
- Uno maldito y así les llama el señor a los leprosos.
Balduino miró hacia atrás al alejarse del lugar. Deseaba poder jugar una vez más con los demás niños, extrañaba a sus amigos, ya no quería ser el motivo del terror en las plazas y en todo lugar donde el estuviera presente y aunque las quemaduras y las cortadas no le causaban dolor, el que los demás lo miraran como lo hacían ahora le destrozaba el alma. Al llegar a casa Balduino rompió en llanto.
ESTÁS LEYENDO
Shuumatsu No Valkyrie 2
FanfictionYa han pasado mil años desde el primer enfrentamiento directo contra los humanos y una vez más los dioses quieren extinguir a la raza humana. Afortunadamente es gracias a Geir la valquiria, que deciden volver a enfrentarse a los humanos. En esta oca...