Capítulo 31: Los Espadachines

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1

Solitario y recluido en una habitación personal donde se encuentran los más placenteros deleites que alguna vez tuvo en vida como libros de astronomía, novelas y poemas tanto de un enigmático poeta así como de un escritor y dramaturgo de fantasía, además de un gato europeo de color gris atigrado y de pelo corto, se encontraba un hombre de traje sentado en una silla escribiendo sobre un escritorio sus más profundos pensamientos. El hombre había olvidado por completo el terremoto ocurrido hace más de una hora -durante el cuál tuvo que huir de su habitación despavorido con el gato en brazos- , en ese momento se concentraba en plasmar su mensaje en el libro dónde escribía melancólicamente. La habitación estaba atiborrada de un silencio tan absoluto que solo se podía escuchar el sonar del bolígrafo del hombre trazar sus finas letras en el papel.
La quietud de la habitación llegó a desasosegar al gato quien se levantó del sofá donde este dormitaba, después de haberse estirado bostezando en el acto, emitió un ligero maullido y de un brinco cayó al suelo; dando elegantes pasos se dirigió hacia el humano, se posó a un lado del escritorio y de un ágil salto logró subir a la siniestra de donde estaba trabajando el hombre.
El escritor agregó un punto final al su escrito y el sonido de su pluma cesó, dejó esta en el tintero, volteó hacia el gato quien lo miraba con sus enternecidos cristalinos y coloridos ojos esperando a que se le acariciase; Lovecraft así lo hizo sin denotar ninguna clase de expresión en su serio rostro. La caricia de Lovecraft fue tan placentera que provocó el ronronear del felino. Después de que Lovecraft pasó su mano por todo el lomo del animal miró su escrito con melancolía y añoranza para después de cerrar los ojos suspirar.
- Oh amada Sonia... -dijo al fin.
Lovecraft abrió los ojos y posteriormente cerró el libro colocándole un listón a modo de separador para después levantarse de la silla sin olvidar el escrito.
Al ver que su amo se retiraba, el intrépido gato se abalanzó hacia él y logró colgarse de su hombro, Lovecraft lo acomodó bien y ambos salieron de la silenciosa habitación.

2

Sekhmet, junto con Bastet entraron en la enfermería enseguida de que Isis se retirara de ella. A diferencia de Muhammad, Sekhmet solo estaba inconsciente por lo que estaba fuera de peligro mortal, aún así, su hermana lloraba de preocupación por ella, después de quitarle los guantes tomó su mano y se quedó con ella en silencio mientras era atendida por las ninfas.
Seth, después de cerciorarse de que Sekhmet se encontraba bien, regresó a su lectura.

3

Con las manos temblando, Geir sostenía su carta; no habían tantos renglones como en la carta de Göndul y Hjör.
Freya la sostenía firmemente y juntas comenzaron a leer.
"Geir, quiero que sepas que no me dirigí a pelear por que tú me lo hayas pedido o por la estúpida última voluntad de Brunhilde, lo haré para honrar a nuestras hermanas así como por mi título de mujer guerrera... Pero... Existe un riesgo altísimo de que muera en el campo de batalla y a pesar de todo yo te amo, te amo con todo mi corazón al igual que todas mis hermanas (incluso a Brunhilde) y no quiero que nuestra última interacción sea la que tuvimos hace poco... Perdóname, Geir. Ojalá pueda decirte esto personalmente... Pero debo ir a pelear y espero poder verte una vez más sin rencor.
Con cariño, tu hermana. Fleck."
El nerviosismo abandonó el cuerpo de Geir , una pequeña lágrima de conmoció y felicidad brotó de su ojo derecho y un inmenso alivio la hizo sentir renovada, más sin embargo no podía dejar de pensar en que ella era una asesina al mandar a sus hermanas a las fauces de la muerte.
Las lágrimas de conmoción se convirtieron en un llanto de amargura y frustración. Las cartas de Fleck le provocaron un intenso sentimiento de añoranza y melancolía por sus hermanas seguidos por una abrumante culpa. Geir no quiso voltear a ver a Fleck, no obstante ella notó su gimoteo.
- ¿Geir... ?
- No sé cómo pueden perdonarme todas ustedes... -musitó apretando sus puños- Tú tenías razón Fleck... Solo las estoy mandando a una muerte segura en una pelea sin sentido...
- No Geir... -contestó compasivamente Fleck- Tú no nos has obligado a pelear con cuchillo en mano. Hasta ahora tanto Hilda, Hervor y Hrist decidieron apoyarte en esta lucha y, aunque yo participé por orgullo al principio, y... Aunque llegué a pensar que pelear por los humanos, seres que no aprenden de sus errores, que son egoístas y malvados era inútil, extrañamente Muhammad no entraba en esas categorías, es un poco engreído sí, pero tiene un corazón de oro, siempre buscó la igualdad entre todos y con cada golpe que logramos asestar podía sentir su ímpetu de pelear por este nuevo mundo, el mundo ideal con el que siempre deseó para todos...
Y si hay más hombres como él en la historia de la humanidad... Tal vez ellos no sean una causa perdida.
La sensación de fracaso y decepción se esfumaron del interior de Geir haciendo que encontrara la calma; Geir sonrió conmovida y llena de alegría. Cuando Fleck la vio, con dificultad alzó su mano y le indicó que se acercara. Las cuatro valquirias extendieron los brazos y se dieron un fuerte abrazo. Geir lloró una última vez, sin embargo no fue de tristeza ni de frustración, después de mucho tiempo logró encontrar paz.

Shuumatsu No Valkyrie 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora