Capítulo 15: Ojos De Gorgona

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A Geir le preocupaba que la presencia del fuego afectara el rendimiento de la doncella y no estaba tan equivocada.
Juana se sintió un poco halagada por el comentario de la diosa. Sin embargo, aún se sentía inquieta por el fuego que rodeaba la arena.
Atenea empujó con su escudo a la doncella y a pesar de que el fuego se encontraba a unos cuantos metros de distancia de dónde combatían, Juana enseguida regresó al centro de la arena. Atenea aprovechó la oportunidad por lo que tomó su lanza casi al extremo de esta e intentó perforar el cuerpo de Juana. Juana nuevamente logró esquivar el ataque, estuvo a punto de caer de espaldas, sin embargo, logró mantener el equilibrio.
Atenea realizó un ataque ascendente con su lanza consiguiendo partir el casco de Juana por la mitad revelando un joven rostro de ojos verdes, su piel era blanca y tenía el cabello negro, lacio y cortado hasta la altura de su cuello.
Un hilo rojo brotó de la frente de la doncella y bajó hasta su barbilla.
El casco no permitía ver claramente que sudaba, y mucho por causa del fuego que le provocaba inquietud y pavor.
- Eres solo una niña... -Atenea levantó su lanza- ¿Por qué una jovencita como tú está involucrada en peleas tan peligrosas?
- Yo... A pesar de que un ángel me mandó a pelear... Mi destino fue el ser una guerrera y si mi destino indica que debo morir peleando... -Juana levantó su espada desafiando a la diosa-¡Lo cumpliré!
- Que así sea.

2

Fue una noche cuando el arcángel Miguel se comunicó con Juana en Orleans, su pueblo natal.
Juana, al no ser de la nobleza ni nada parecido, no sabía ni leer ni escribir, por lo que estaba resignada a hacer labores domésticas y ser firmemente devota a la religión. Su madre le enseñó a rezar arduamente todos los días y así lo hizo. Sin embargo, se hartó de ser una simple campesina. Deseaba ser algo importante, y al igual que su familia odiaba a los ingleses que amenazaban con apoderarse de su país y que en cualquier momento podrían invadir su pueblo y someterlos a todos. Le rogó a Dios durante dos años el poder hacer algo en contra de los ingleses. Sus súplicas fueron eventualmente escuchadas y el arcángel Miguel se presentó ante ella.
Arrodillada, la doncella rezaba como de costumbre. De repente el entorno cambió, el viento dejó de soplar, los animales nocturnos dejaron de emitir sus respectivos sonidos y comenzó a hacer frío.
- Juana de Arco, -le habló la figura de un hombre de pie frente a ella extendiéndole la mano- levántate.
- ¿Quien eres tú? -Juana respondió asustada sin levantar la vista.
- Mi nombre es Miguel... Dios ha escuchado tus plegarias Juana, y he venido a decirte cuál es la voluntad de él. Toma mi mano, Juana que te lo mostraré.
Juana tomó su mano, al hacerlo, se vio a sí misma liderando una tropa de soldados franceses abriéndose paso entre los ingleses y vio a su pueblo y a toda Francia siendo libre al fin de la amenaza anglosajona pero para eso necesitaba hablar con un hombre: Carlos VII, el próximo rey de Francia.
Al levantarse, Juana levantó la vista, no obstante, Miguel ya no estaba ahí.
- La voluntad de Dios es que liberes a Francia... -susurró la voz del arcángel.
A la mañana siguiente, Juana le contó a sus padres de su extraordinaria experiencia, sin embargo, obtuvo una reacción que no esperaba. Al principio la acusaron de comerse unas setas que se encontraban cerca del pozo para después tomarla por loca o bruja. Sus propios padres la consideraban una bruja, y por miedo, la encerraron en su habitación por un par de días hasta que escapó.
Desconsolada, la joven francesa lloraba en las noches y clamaba a su dios por ayuda, pedía que sus padres le creyeran, sin embargo no recibió tal ayuda.
Una noche, después de haberle orado a dios y llorar, Juana se tumbó en su cama y cerró los ojos dispuesta a dormir. Sin embargo, unos segundos después de haber cerrado los ojos, tuvo una visión de ella misma escapando de la habitación y de su propia casa. Para cuando abrió los ojos se dispuso a hacer lo que había visto.
Eran las tres de la madrugada, sus padres ya estaban dormidos y Juana aprovechó para acercarse a la puerta de su habitación, la puerta era de madera, estaba ya muy vieja y tocada por la humedad. Juana tomó la perilla con una mano mientras que con la otra agarró el borde opuesto de la perilla.
- Veamos... Uno... Dos... ¡Tres!
Juana cargó con todas sus fuerzas la puerta haciendo que la madera del marco que sostenía las bisagras se rompiera. La joven francesa hizo a un lado la puerta silenciosamente y salió en busca de Carlos VII.

Shuumatsu No Valkyrie 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora