Capítulo 20

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Muchas gracias a todos por leer y comentar.

Espero les guste y puedan perdonar cualquier error...

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Tan pronto como Snow desapareció, Regina se apresuró de vuelta al salón y David fue tras ella. Los invitados se sorprendieron al verla entrar alterada.

La Reina no lo notó. Lo único que quería en ese instante era tener a su hija en sus brazos. Llegó con Granny quien sin preguntar nada, le entregó a la bebé.

—Pedacito bello —sonrió con ternura al ver la hermosa carita de Charlotte. Le acarició el fino cabellito con una mano y después le besó la pequeña frente.

—Nos vamos a retirar —anunció David a la lobo mayor. Puso una mano en la espalda baja de Regina—. Sigan con la fiesta y háganse cargo de todo. Por favor —pidió. Granny asintió y el Rey volvió su atención hacia su esposa e hija.

—¿Sucedió algo? —preguntó la lobo con cautela. Era obvio que algo grave pasó con la princesa que los dejó visiblemente preocupados. Se tensó cuando Regina volteó a verle.

—Lo evidente cuando se trata de Snow —respondió la Reina con voz sombría.

—Después te cuento —susurró David.

Regina no esperó nada más. Aferró bien a Charlotte en sus brazos y lideró el camino hacia la salida entre miradas y murmullos de los presentes.

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Llegaron a la habitación que compartían. David cerró empujando la puerta con su espalda y se recargó ahí.

Regina mecía a Charlotte a quien miraba mientras le decía que todo estaba bien, que nada pasaría. La arrulló con todo el amor del mundo y la pequeñita no tardó en quedarse dormida. La llevó hasta la cuna, usó su magia para ponerle ropita cómoda y la arropó.

—¿Qué vamos a hacer? —preguntó David a su ahora esposa. Lo que dijo Snow no era algo que se podían tomar a la ligera.

—Si el Oscuro se atreve a algo se las verá conmigo. Y no le gustará —respondió confiada.

Sentía seguridad en sus propias palabras pues las cosas eran muy distintas a como solían ser. Ahora tenía una hija y un esposo, que era su amor verdadero, por quienes pelear a muerte de ser necesario.

—Regina. No —pidió espantado cuando el pensamiento de que se atreviera a matarlo asaltó su mente. Se acercó a ella preocupado. La Reina volteó a verlo.

—No voy a matarlo —aclaró Regina ante la absurda insinuación. Por supuesto que no se arriesgaría a ser el Oscuro. No era tan idiota—. Pero si llega a intentar algo contra nosotros deberé encontrar una forma de deshacerme de él.

Se suponía que era imposible que Rumpelstiltskin escapara de la celda, e incluso Snow se aseguró que seguía encerrado antes de ir a arruinarles la boda. Así que no lograba entender del todo cuál era el peligro. ¿A qué se refería con que si todo salía mal sería culpa de ella?

—¿Crees que debemos llamar a Azul? —preguntó David. La ansiedad se había apoderado de él.

El Oscuro predijo que él tendría una niña con Snow, que sería la Salvadora y derrotaría a la Reina Malvada. Pero en cambio la princesa tuvo un niño con Lancelot y él, efectivamente tuvo una niña, pero con Regina, la Reina Malvada a quien la supuesta Salvadora debía vencer.

—No voy a llamar a la polilla. —Caminó hacia él, deteniéndose justo cuando lo tuvo enfrente.

—Tal vez es por esto que te dijo que acudirías a ella y que te ayudaría —le recordó, angustiado por lo que todo eso pudiera significar para Charlotte.

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