Capítulo 10

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Gracias a todos por leer, por los likes, estrellitas y kudos, pero muy especialmente a aquellos que me dejaron comentario en el capítulo anterior porque era uno importante y que tenía desde que comencé el fic queriendo escribir jajaja

Este capítulo es para todos ustedes y espero les guste...

También espero puedan perdonar cualquier error.

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El alumbramiento dolió mucho para Snow, tanto física como emocionalmente porque mientras hacía lo debido para traer a su hijo al mundo, también estaba cargando con la culpa y la angustia de qué era lo que pasaría si sus sospechas y temores eran ciertos.

Aun así, fue un alivio cuando sintió que abandonaba su cuerpo y de inmediato trató de ver a su bebé para saber si estaba bien. Sin embargo, Azul se encargó primero de asearlo con magia, lo envolvió en una manta blanca con listones morados que Granny había tejido especialmente para ese momento y se lo entregó anunciando que era un niño. Algo que confundió a Snow pues se suponía que, según el amuleto de la madre de David, tendría una niña para la cual ya había elegido nombre.

Lo tomó en brazos y lo acunó contra su pecho mientras las lágrimas brotaban de sus ojos al verlo. Era precioso, lloraba a todo pulmón y, aunque lo más importante era que estaba sano, había algo que no podía ignorar y que opacaba su felicidad.

Escuchó que Johanna y Doc hablaban de algo, seguramente de eso, pero no les puso atención porque lo único que acaparaba su mente era que todos sus temores se volvieron realidad. Lo sabía con sólo verle la hermosa carita. En su corazón de madre sabía bien que no era hijo del Príncipe Encantador.

No pudo evitar soltarse a llorar abiertamente por un par de segundos, pero después se tranquilizó y les pidió que no dejaran pasar a David. Hipando y sollozante les hizo la confesión a los presentes y pidió fuera enviado un cuervo al padre de su pequeño con la noticia, muy decidida a hacer lo correcto.

En sus planes no estaba engañar al Rey haciéndole creer que sí era suyo ahora que estaba segura que no, pero necesitaba un poco de tiempo para contarle todo. Además, sí, aunque sabía que David era un buen hombre, temía por lo que fuera a hacer una vez que se enterara.

Sin embargo y como era de esperarse, no pudieron retenerlo, y ahora estaba plantado frente a ella con el semblante desencajado después de escucharla decir que el hijo no era suyo

- ¿Q-qué?... - el Rey se sintió aturdido de pronto - ¿De qué hablas? - preguntó haciendo una mueca de desconcierto

- Prometo que lo explicaré todo, pero no en este momento - le habló comprensiva, pues sabía que David tenía todo el derecho a saber la verdad, pero acababa de parir, estaba cansada, no quería dar explicaciones, quería estar sola con su recién nacido y asimilar ella misma las noticias

- ¡¿Cómo me pides eso?! - se escuchó exasperado y aun desencajado. No lograba ordenar nada en su cabeza y eso amenazaba con ponerle verdaderamente mal

- Será mejor que salgas, David - la voz de la vieja lobo lo hizo reaccionar y voltear. Le miraba también comprensiva y casi maternal, pero para él era más lástima o pena que otra cosa.

Apretó las manos en puños con impotencia mientras escuchaba llorar al pequeño que por ocho meses creyó y amo como suyo, y resultaba que no era cierto, que no era su hijo. Así de simple...

Se dio la vuelta y salió como alma que llevaba el diablo de ahí. Estaba furioso y dolido por la situación, porque Snow le estuvo haciendo sentir culpable y reprochando por lo de Regina durante todo ese tiempo cuando ella había hecho lo mismo y, al igual que él, lo ocultó, pero lo de ella fue mucho más lejos: lo engañó haciéndole creer que el bebé que engendraba era de él cuando no era así.

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