Capítulo 25: Respuesta.

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Dick Grayson sabía que tener un perro implicaba mucho trabajo.

En su niñez la idea de tener un perro cruzó muchas veces por su cabeza y antes de comentárselo a Bruce le dijo a Alfred y dependiendo de la opinión del hombre decidiría si consultarlo o no con su guardián.

El amable Alfred le hizo saber con su acostumbrado modo educado y formal que un perro no sería una buena idea considerando que tanto Bruce como él tenían otros asuntos muy importantes que atender y un perro quedaría en segundo plano. Pese a que su respuesta prácticamente había sido un no, no se lo tomó a mal ni se desanimó, jamás podría si se trataba de Alfred.

Entonces, la ilusión infantil de tener un perro se quedó como sólo eso y con el paso del tiempo se olvidó de ello.

Quién dría que años después se encontraría discutiendo con su perro porque esperaba ansioso la cena.

-Brucely, abajo ¡Hey! ¡Abajo! - Sus intentos por controlar al can no estaban dando muchos frutos.

El pequeño pitbull que Wally llevó a casa ya no era tan pequeño. Pasaron dos meses desde que el perro se unió a su pequeña familia y en ese tiempo había crecido mucho.

Cuando la decisión de adoptarlo se volvió definitiva el día que el pelirrojo lo encontró, decidieron llevarlo al veterinario al día siguiente. El especialista revisó muy bien al perro y le hizo unas cuantas pruebas determinando que se trataba de un cachorro de dos meses, que sin dudas era un macho y que pese a su situación de calle no tenía heridas pero sí presentaba un cuadro de desnutrición que habría que atender cuidadosamente.

Ambos prestaron mucha atención a todas las indicaciones del veterinario, en especial sobre la comida que debían darle a su nuevo amigo. La siguiente parada fue la tienda de mascotas más cercana para hacerse con una cama especial para él y un par de juguetes. El pequeño era tranquilo pero el veterinario les dijo que eso posiblemente se debía a su estado de desnutrición y que una vez que mejorara y tomara confianza con ellos se volvería un perro muy juguetón.

Esa fue la verdad más grande que Richard había escuchado en mucho tiempo.

Una semana fue la que le tomó al pequeño Brucely confiar en ellos, pronto ya se encontraba acercándose a ellos para ser mimado y lamía sus manos luego de cada comida y sus rostros en un gesto cariñoso. Dos semanas más fue el tiempo que le demoró explorar sus juguetes hasta animarse a morderlos y jugar con ellos por todo el departamento.

Ahora con 5 meses de vida, Brucely estaba recuperado y ya era un perro alegre y juguetón que quería ser mimado siempre que estaban en casa. Afortunadamente dejarlo solo mientras trabajaban no fue un problema, parecía estar acostumbrado a tener momentos de soledad y sólo dormía o jugaba con sus cosas hasta que llegaran.

-Bien, bien, aquí está, sólo un poco, recuerda que aún debemos tener cuidado con tu estómago - Dick estaba siendo acosado por un perro mientras le servía la comida.

El joven de cabello negro se encontraba en la cocina de su hogar acompañado del pitbull. Estaba cortando un filete en cubos para dárselo como cena al animal y éste muy ansioso, se mantenía a su lado moviendo la cola a la espera.

El veterinario les dijo que la raza a la que pertenecía Brucely necesitaba muchas proteínas y que era bueno para su salud comer carne al menos tres veces a la semana sin extralimitarse en la cantidad y en el aceite que usaran para freírla, así le evitarían problemas de peso, también les dijo que a pesar de requerir de la carne, procuraran que basar su alimentación principalmente en croquetas, pues éstas ayudarían tanto a su metabolismo como a su pelo, pues lo volvería brillante y evitaría que se le cayera mucho, incluso les recomendó una marca en específico.

One Life With Bird and a Flash Tomo II - BirdFlash - DCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora