Capítulo 5: Nueva Experiencia.

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Quizás se pensaría que después de mudarse un total de 4 veces en su vida, hacerlo una 5 sería mucho más fácil. Desempacar, acomodar todo e instalarse en su nuevo hogar, debía ser más fácil si ya se había hecho antes, pero si eres Wally West, te encontrarías con la sorpresa de que la quinta vez, era igual de complicada que la primera.

-¡Auch! ¡Demonios! - maldijo cuando se golpeó los dedos del pie con una caja aún sin abrir.

-Ten cuidado, amor - se escuchó la voz de Dick en medio de una risa.

West se talló la zona herida para luego continuar con su camino y tomar asiento en una de las sillas del pequeño comedor.

-¿Sabes? Creo que este fin de semana deberíamos terminar de desempacar de una vez, no quiero volver a golpearme -.

-Tú eres el que tiene súper velocidad, eres quien puede terminar de desempacar en 5 minutos – el de cabello negro se sentó en la silla de enfrente no sin antes acercarle una taza de café – aquí tienes -.

-Gracias – le dio un sorbo a su bebida antes de seguir hablando – lo sé, pero acordamos que lo haríamos los dos para saber dónde está todo -.

-Lo sé, sólo bromeó – en realidad él sería el último en poner a cargo a Wally de acomodar las cosas – aunque de los dos, tú eres quien tiene más experiencia en mudanzas -.

-Ni lo menciones – suspiró un tanto cansado. Se habían mudado hacía ya dos meses y aún habían cajas sin abrir por el departamento.

Dick sonrió un poco, el cansancio de su pareja le causaba un poco de gracia. Le hacía recordar que aunque seguía siendo el mismo pelirrojo de humor chispeante e ideas locas, había madurado con los años.

-¿Qué te gustaría para la cena? -.

-Lo que sea que prepares está bien, me encanta tu cocina – le dio una mirada coqueta levantando la cejas una y otra vez.

-Eso me deja un alto repertorio para elegir, pero de acuerdo – se encogió de hombros – terminemos o se nos hará tarde -.

La pareja comenzó a comer su desayuno en una escena bastante típica de ellos en los últimos dos años, casi tres, y aunque parecía tan normal como siempre, lo cierto era que había algo diferente y no era sólo el café del pelirrojo. El escenario era diferente.

Ya no se encontraban en Nueva York.

Al terminar de desayunar, el pelirrojo se hizo cargo de los platos y salieron juntos del departamento. Caminaron juntos por un par de cuadras hasta que tuvieron que despedirse, lo hicieron con un beso y deseándole un buen día al otro.

West caminó hasta el subterráneo y esperó tan sólo 15 minutos hasta abordar una línea y después de eso tuvo que hacer un viaje de 30 minutos hasta llegar a su parada y bajarse. Subió las escaleras y se encontró con su lugar de trabajo prácticamente enfrente.

La estación de policía.

Entró saludando a los guardias de afuera y a la recepcionista, como hacía cada mañana, caminó por los pasillos hasta llegar al elevador y bajar en el segundo piso, donde estaba su área de trabajo.

-Hola, Johnny, buen día ¡hey Ted! ¡¿qué tal viejo?! – entró repartiendo sonrisas y saludos a todos – Jenny, que linda te ves hoy -.

La oficina del forense solía ser un lugar agitado donde cada uno de sus trabajadores, que en este caso venían siendo forenses, se concentraban en su trabajo y si acaso sólo charlaban ocasionalmente, pero desde que su más reciente miembro llegó, el ambiente había cambiado a uno un poco más informal.

One Life With Bird and a Flash Tomo II - BirdFlash - DCDonde viven las historias. Descúbrelo ahora