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"09. Celine's almost death"



Celine trataba de controlar su respiración pero el cosquilleo que recorría toda su piel desde hacía tiempo, más la preocupación  por no saber donde estaba Derek la estaba matando.

— ¿Te sientes bien? Estas sudando mucho — pregunta Deaton.

Era cierto, un poco de sudor caía por su frente, pero en su defensa, sentía como si algo la quemara por dentro.

— No, siento como si me estuviera quemando, un cosquilleo horrendo que produce mucho dolor — respondió sincera.

No supo descifrar la mirada de Deaton, era algo entre estar sorprendido, asustado, y preocupado, y a su vez, era como si tratara de disimularlo.

— No pensé en volver a verlo nunca más... — susurró para sí.

La chica lo miraba intrigada.

— ¿Qué cosa? — pregunta.

El veterinario salió de su ensoñación e hizo un gesto como diciendo que se despreocupara.

— Nada, hablo solo, creo que es signo de que empiezo a ponerme viejo — trató de bromear, pero era pésimo en ello.

Pese que a que Celine no se tragó aquello de ninguna forma, tenía demasiadas cosas en su cabeza que ocupaban un puesto más alto en sus preocupaciones.

— Tengo que encontrar a Derek, podría estar muerto para estos instantes — dijo preocupada.

— Suponiendo que encuentres a Kate y sus cazadores, no veo una forma de que tú sola puedas ganarles — interviene Deaton.

Celine se paró del suelo, y se puso su chaqueta de jean para después atar su cabello. Tenía solo un cuchillo con ella pero si iba a morir esa noche, al menos moriría tratando de salvar a la única familia que le quedaba.

— Aún así tengo que intentarlo, sé que Derek lo haría por mí sí fuera al revés — determinó.

— ¿Al menos sabes dónde están? — cuestiona el veterinario.

La chica asintió.

— Si mis sospechas son ciertas, sí y si no, los buscaré — respondió.

Antes de que pasara por la puerta, Deaton se acercó a ella. Tenía algo en las manos.

— Llévate esto, al menos sobrevivirás un poco más, las balas no matan, pero son paralizantes, para lobos y humanos, solo hay cinco — explicó.

Celine tomó con cuidado el arma, agradecida, y salió del lugar después de que Deaton le prometiera que Scott estaría bien.

(...)


Hasta ahora, la chica ya había entrado al bosque y no tuvo inconvenientes, pero algo la detuvo cuando ya estaba a un kilómetro de la vieja casa Hale.

Una flecha, que le rozó, rompiendo un poco su chaqueta.

La chica sacó su arma, apuntando hacia todos los lados, de repente una lluvia de flechas apareció y las pudo esquivar por los pelos.

— ¿Saben? Si están escondidos esto no es divertido — gritó.

De repente tres hombres salieron.

— Ay, no lo pensé — re regañó a si misma.

La primera bala dejó su pistola dando en la pierna de uno, que cayó inerte al instante, y se desembocó una pelea en la que los cazadores llevaban la ventaja porque eran dos contra uno.

I KNOW PLACES | Derek Hale Donde viven las historias. Descúbrelo ahora