Capitulo 12

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Volver a sentir sus besos sobre su piel, sus manos recorriendo cada espacio de ella, gemí cuando atrapo mi pezón en su boca me aferre a su cabello buscando que la atención.

—¡Dios, Miguel!

—Tu piel se siente tan suave como la recordaba— dijo con la voz ronca, uní mi boca con la de el para acallar todos los sentimientos que podrían salir por su boca, nos volvimos descontrolados terminando de sacar la ropa que quedaba en nuestros cuerpos con desesperación.

Mis uñas arañando la piel de su espalda cuando sentía que la pasión me llevaría mas lejos con cada embestida que mis caderas se movían buscando que la sensación de sentirme llena de él, contuve cada gemido y cada grito, hasta que el clímax nos hizo que ambos alcanzáramos nuestra satisfacción.

Cerré mis ojos sintiendo mi cuerpo cansado, tal vez aquello era lo mejor mañana lo afrentaría esa noche no lo haría mañana se arrepentiría de todo. Cuando salió de mí, me acosté boca abajo cubriendo mi cuerpo con sabana.

Al despertar descubrí que estaba completamente sola en la cama, me alegro quería estar en otra situación para conversar lo que sucedió entre ellos solo fue pasión, entre en el baño mirando mi rostro cansado en el espejo, me quite la ropa y tome un rápido baño con agua tibia sentía mis músculos cansados, lave mi cabello y enjabone mi cuerpo agradecía no tener enrojecimientos donde Esther pudiera verlos.

Al salir enroje mi cuerpo en una toalla y seque mi cuerpo, tome un short de jean y una blusa fresca, apenas eran las siete, tenía que apurarme y empezar a prepararle el desayuno a Esther luego iría al colegio.

Baje las escaleras observando que Miguel no se encontraba por ningún lado, abrí la puerta de la cocina y ahí estaba el, desayunando junto a mi hija.

—Esther, cariño ¿Cómo estás? — sin duda no quería discutir delante de mi pequeña.

—Estoy bien, Miguel me hizo el desayuno... vi que se quedo anoche, fui a despertarte, pero el me ofreció hacerme waflets.

—Esta bien, Miguel podemos hablar. A fuera.

Sentí la mirada curiosa de mi hija entre nosotros Esther era una niña muy inteligente y sin duda pensaba que algo estaba sucediendo, frunció el ceño y luego se concentró en su desayuno; di la vuelta sobre mis talones y caminé hasta la sala sintiendo sus pasos detrás de mí. Al llegar me enfrente a esos ojos que había visto durante los últimos cinco años.

—¿Qué crees que estas haciendo? ¿Jugando a la familia? — pregunte con mi voz calmada, realmente no pensé que se quedaría, al mirar a mi alrededor me di cuenta que sin duda había estado husmeando en mi casa, apreté mis manos fuertemente clavando mis uñas en mis palmas.

—Solo estoy haciéndole el desayuno a mi hija, eso es lo único que hago — sabía que ambos estábamos frustrados.

—Jamás permite que te quedaras en mi casa, además husmeaste como un ladrón.

Vi en su mirada la vergüenza por haberlo descubierto, que no lo negara me enfureció más.

—Estas exagerando Lena, al final de alguna manera terminaremos juntos.

—¿Juntos? Déjame aclararte algo, que me haya acostado contigo no significa que te estoy dando alguna clase de oportunidad, no te cofundas. Tu y yo, es cosa del pasado.

Pude ver que mis palabras no le gustaron, pero sin duda no podría mentirle, no había superado muchas cosas con el pasar de los años, aunque sin duda le guardaba rencor por no confiar en ella, sabia que en parte había contribuido en eso pero si le fuera dicho ¿Habría sido diferente? Solté un pequeño bufido, al final solo seria la hija del hombre que mató a su madre y todos los hermanos que murieron ese día.

—Podríamos haberlo intentado, si me hubieras contado.

Me reí en su rostro, pasé las manos por mi rostro exasperada sabia que ni el mismo se creía sus palabras.

—¿Si te hubiera contado? Me echaste, Miguel. Sin ni siquiera dejarme decir una palabra. En tu mente solo era la hija de la persona que te trajo dolor... si no hubiéramos desarrollados sentimientos mutuos ¿Hubieras tenido piedad?

Ante su silencio seguí hablando.

<< No, no lo hubieras hecho. Tal vez ni podría estar respirando ahora o tal vez con muchos más años de dolor. No es como si el hubiera, o que cambiaríamos.

—Se que cometí muchos errores, pero tengo derecho a desear tener a Esther junto a mí. Deseo darle el amor que estos cinco años no pude porque me lo arrebataste.

—No te arrebate, uno toma desiciones. No quiero volver conmigo, lo que paso a noche fue despecho— aquellas palabras en cierta forma decían la verdad, sentía celos de imaginar a Ben con alguien más—. No esperes mucho de mí, realmente no voy a volver contigo.

—¿Despecho? Pensé que sería más que eso, sé que cometí errores, pero creo que merezco la oportunidad de emendar mi error.

—No, no quiero. Y espero que cumplas con lo que te estoy pidiendo, por una vez respetes lo que te pido.

—Quiero tener la oportunidad de hacerte ver, que si podemos intentarlo.

En ese momento el timbre de la casa nos interrumpió, caminé hasta la puerta, y la abrí mi corazón se detuvo al ver a Ben junto a la que ahora era la madre de su hijo, puse la mejor sonrisa que pude.

—Ben ¿Qué te trae por aquí?

—Vengo a ver a Esther.

—No creo que ahora sea buena idea.

—¿Por qué?

—Porque estoy compartiendo tiempo con mi familia.

Cuidando De Ti (Par2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora