Capítulo 2

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16 de octubre, 2013.

13 años.

Hace dos meses ingresé a una escuela secundaria y puedo decir que es un poco extraño todo, tal vez algún día me acostumbré a esto o quizás solo aprenda a fingir como siempre.

Según lo que le dijo mi abuela a mi madre es que tuve que ingresar hace un año para que nadie me dijera algo sobre la edad, solo es un año, no va a pasar nada. Todo esto se debe a que ingresé al prescolar un año tarde, gracias a la locura de mi madre: ella no irá a la escuela, la educaré en casa. Lo hizo solo un año, después dijo que lo mejor era que asistiera a una escuela.

Las personas de mi alrededor dicen que está es una de las mejores etapas de mi vida y que tengo que disfrutarla porque no habrá otra así. Hablando con sinceridad yo no creo que sea la mejor y es que, en un futuro también conoceré a más personas.

–¡Mariana! ¡Tenemos que hablar! –Camila, habló, emocionada y termino por sentarse frente mío.

–¿Ahora qué pasó?

Antes de que comenzará a hablar me quedé observandola por unos segundos, estaba cansada y un poco agitada, había venido corriendo desde no sé que parte de la escuela.

Ella era mi amiga, la mejor y se puede decir que nos conocemos desde antes de entrar a la secundaria. Hace unos años se convirtió en mi vecina. Mi mamá, mi abuela y su madre comenzaron a hablar por un problema, gracias a eso se volvieron buenas amigas. Camila y yo convivíamos solo por ellas, pero con el tiempo nos hicimos amigas. Ahora somos inseparables.

–¿Y bien?

–Cuando venía caminando pase por las canchas de fútbol, ahí se encontraban los chicos hablando y ya sabes –asentí y la miré atenta–. El punto es que escuché a Dylan hablar sobre ti y para ser exacta, mencionó que tenían una relación.

Al escucharla no pude evitar soltar una pequeña risa y terminé negando con diversión. No podía creer la mentira que estaba diciendo.

Dylan es un chico de segundo año y por lo que sabía jugaba en el equipo de fútbol de la escuela. Él es un poco alto, piel blanca, cabello castaño y rizado, sus ojos son de color miel. La mayoría de las chicas suspiran por él y dicen que es el más guapo de la escuela. En mi punto de vista no es así, pienso que es un chico engreído.

–Una relación –me reí con ironía–. Nunca hemos cruzado alguna palabra. Pobre chico, ya no sabe que inventar.

Una parte de mí estaba feliz por ese tipo de rumores y porque en cualquier momento los alumnos estarían hablando de mí: la chica de primer año y grupo b.

–Cami, sabes muy bien lo que pienso de ese chico –suspiré y continúe comiendo mi fruta picada–. Además no me gustaría tener una relación ahora.

–Sé lo que piensas sobre él y te entiendo –suelta una risa y la acompaño–. Ese es el motivo o es que estás enamorada de Raúl.

–¿Qué? –la miré con el entrecejo fruncido y me cruce de brazos–. ¡Claro que no! ¿De dónde sacas esas cosas?

–Mari, todo el grupo piensa que ambos están enamorados. Se llevan bien, pasan tiempo juntos y a veces suelen actuar de manera cariñosa –Me explicó, tranquila y le dio una mordida a su sándwich.

–Raúl es guapo e inteligente, me cae bien y solo somos amigos –le respondí y desvíe la mirada–. En todo caso solo nos tiramos la onda y no creo que vaya a pasar algo.

–No te confíes –me sonrió con emoción–. En un futuro todo puede pasar y quizás cambies de opinión.

Raúl es un chico de nuestro grupo, es guapo, inteligente y amigable. En dos meses se volvió el "popular" de primer grado y todo por conocer a los de tercer año. Es alto, degaldo, piel blanca, cabello rubio y lacio, sus ojos son verdes y sus labios son rosados. Según me ha dicho ama jugar básquetbol, el único problema es que en la escuela no hay equipo de eso.

Dulce Traición • Lit Killah Donde viven las historias. Descúbrelo ahora