Capítulo 8

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Desperté.

Me hubiera gustado seguir durmiendo, pero los pocos rayos del sol comenzaban a entrar por la ventana y fue en ese momento donde entendí que anoche tuve que cerrar las cortinas. Mi justificación es: estaba cansada.

Al abrir mis ojos los talle con mis manos y seguido me quedé observando el techo, se veía muy bien. Mientras que lo estaba observando pude recordar lo que pasó anoche: había dormido con alguien. Me moví un poco, pero al darme cuenta no había nadie a mi lado.

Solo fue un sueño.

Querida, las cosas no son así.

Trataba de recordar un poco más de lo que pasó, pero el sueño me estaba consumiendo y sería difícil. Me incorporé en la cama y al darme cuenta un lado de la cama estaba arrugado, justo cómo si alguien hubiera estado durmiendo ahí. Minutos antes de que despertará él se había levantado para irse.

Después de poco tiempo me levanté de la cama, salí de la habitación y en la sala pude ver a Mauro, estaba sentado en uno de los sillones, se veía aún con sueño. Todo estaba en silencio, pensaba que ya se habían despertado, pero me equivoqué.

Había pensado en hablar con él, pero decidí no hacerlo y seguido comencé a caminar hasta la terraza. Una vez que llegué me recargue en el barandal de metal y me quedé observando la hermosa vista que tenía. No pasó mucho cuando escuché unos pasos atrás de mí.

Me había seguido.

–Mariana. –mencionó, sin alguna expresión– ¿Por qué te caigo mal? –no le respondí– Te estoy hablando.

Se quedó en silencio, esperando que le diera una respuesta. En ese momento se recargo en el barandal, mantenía su distancia conmigo.

–Mariana...

Se comenzaba a desesperar.

–¿Por qué te interesa saberlo? –le respondí, cortante– Tengo mis razones y eso no viene siendo asunto tuyo, Monzón.

–¿Cuáles son tus razones? –me dio una mirada– Tienen que ser válidas. –hizo una corta pausa– ¿Sabes? Pudimos ser los mejores amigos si tú no me hubieses dejado de hablar.

Tengo mis razones para alejarme de él y creo que están muy claras, pero sé que no lo entendería tan fácil. Mejores amigos, solo sentí una punzada en el pecho. Ahora mismo no era el mejor momento para hablar de sentimientos, pero mi estúpido corazón quería llevar las riendas de esta situación.

–Mauro, no entenderías mis razones por las que me caes mal y por las que te dejé de hablar. –Le dije, desanimada. Solo quería terminar con eso, pero al parecer, él no.

–No las entenderé, pero quiero que me lo expliques hasta que lo entienda. –Lo miré. No era un comentario, era una orden directa.

–¿Sabes qué? Mejor dejemos las cosas así y quédate con la duda del porqué.

–No dejaremos las cosas así, ya te dije quiero escuchar tus razones. –se acercó un poco– Así me lo tengas que explicar con manzanas, pero lo vas a hacer aquí y ahora o armamos un puto escándalo que despierte a los chicos. Tú decides.

Mierda, lo que menos quería es que armaramos un escándalo.

–Te lo diré, pero a cambio quiero escuchar tus razones.

Mauro tenía sus razones, ¿No?

Él pensaba que había ganado, pero no era así, aquí todos hablamos o nadie habla. Después de unos segundos se convenció y asintió. Pensé que no accedería, pero sin problema lo hizo.

Dulce Traición • Lit Killah Donde viven las historias. Descúbrelo ahora