Dulce Traición • Lit Killah

Capítulo 12

Después de salir de fiesta, beber un poco y tener unos de los mejores polvos de la vida, lo mejor (y único) que quería al llegar a cada era dormir por horas, pero por cosas del destino eso no pasó.

Solo habían pasado minutos desde el momento en el que me acosté en el sillón, se sentían como si fueran horas y cada vez me frustraba un poco más por no poder dormir como quería.

Manuel dormía tan plácidamente, no le importaba nada, quién como él. Tomé mi celular para mirar la hora: 04:28 de la madrugada, no podía dormir desde hace cuarenta minutos y no sabía en qué momento lograría dormir. ¿Qué tengo que hacer para dormirme ya? ¿Será mi castigo por enredarme con la amiga de mi novia?

Entre al chat de la hermosa rubia que fingía odiarme, me sorprendí un poco al verla en línea, ¿con quién estaba hablando? ¿tenía intenciones de escribirme? Nunca lo iba a saber, enseguida se desconecto y no volvió a conectarse. Lo primero que hice al salir del chat fue marcar el número de Nacho, me podría desahogar con él y quizás me daría un pequeño consejo que terminaría ignorando por querer hacer las cosas a mi modo.

Pensaba que no me iba a responder, pero en el tercer timbre lo hizo.

–¿Hola? –contestó, adormilado– ¿Mauro?

–Hola spaghetti. –saludé, divertido y pude imaginar cómo entrecerraba sus ojos– ¿Te desperté?

–¿Tú qué crees? –me reí y suspiró– ¿Qué pasa? ¿Por qué me llamas? –antes de responder, continuó– Mau, he estado trabajando mucho, necesito descansar y no está bien que me llames a las siete de la mañana.

Había olvidado la diferencia de horario, bueno, en todo caso me hubiera matado si lo llamo a las cuatro.

–Quiero hablar contigo, necesito desahogarme. –Le explique y le di una mirada a Manuel, estaba muy dormido. Me aseguraba de que no escuchará.

–¿Ahora mismo? –asentí, como si pudiera verme– ¿No puede ser mañana? –Negué con la misma intención y suspiré.

–Tiene que ser ahora mismo, si espero hasta mañana o cualquier día, no voy a poder dormir en paz y eso no está bien. –le respondí, formando un puchero– Te juro que vale completamente la pena.

Se quedó en silencio por poco tiempo, pensaba en lo que debería hacer: escucharme o finalizar la llamada. Cuando se decidió hizo un pequeño sonido para indicarme que podía hablar y tenía toda su atención. Suspiré.

Voy a ser directo, así no nos complicamos la vida en explicaciones.

–Ayer en la tarde salí de fiesta con las chicas y Manuel, horas después tuve intimidad con Mariana. –comenzó a toser de la impresión– Me gusto mucho estar con ella. ¿Recuerdas el comentario de que estar con ella sería solo placer? –silencio, pero imaginaba que estaba asintiendo– Resulta que no es así.

–¿Qué? ¿Cómo que follaste con ella? ¿Camila lo sabe? –silencio– ¡Mauro! ¡Respóndeme, gato!

–Follar no es una palabra que quede con ella, más bien hicimos el amor. –me reí, nunca lo había dicho así– ¿Cómo me preguntas que si sabe? ¡Nos mataría por eso! –suspiré, alterado– Nos alejamos de ella con la mentira de qué íbamos a distraernos o al baño.

–¿Qué pasó después de que lo hicieron? –Preguntó, curioso.

–Discretamente me propuso que fuéramos amantes, dijo que cuando tuviera una respuesta la visitará en su depa. –hice una pausa y suspiré– Quiero estar con ella, disfrutar esos momentos de placer, pero al mismo tiempo quiero mantener la distancia.

–¿Por qué?

Tomé un poco de aire y me preparé para responderle.

–Me estoy enamorando de ella y todo es muy cabrón. Ella no es solo placer, es algo más, tal vez una segunda novia. Me siento tan bien con su compañía, sus besos son deliciosos, cuando estamos solos es lo mejor. –mis ojos se cristalizaron– No quiero lastimarla y mucho menos quiero sufrir.