|Cuatro|: Aprendizaje

2.1K 312 188
                                    

Capítulo Cuatro: Aprendizaje

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Capítulo Cuatro: Aprendizaje

Narrado por Mauricio Carpen:

—¿Cómo has estado, papá? —cuestiona la voz de Mateo del otro lado de la línea.

Con mi vista metida en la carretera doy una vuelta al volante y tomo otra calle.

—Estoy bien, hijo.

No me gusta mentirle, pero tampoco quiero que se mortifique por mí, entonces para su tranquilidad opto por aparentar que todo ha ido bien.

—Sabes que me preocupo por ti y sé que...bueno lo que ya sabemos que pasó, si te afectó mucho.

Siento anudada la garganta, es por esa razón que trago saliva y finjo sonreír.

—Estoy bien —insisto sonando audaz.

Lo escucho exhalar y supongo que su semblante termina por llenarse de tranquilidad.

—Tengo que entrar a mi última clase del día —comenta mientras hace una pausa y escucho como apresurado guarda cosas en su mochila y luego la cremallera siendo cerrada —. Adiós, te marco más tarde.

—Cuídate mucho, Mat.

No estoy muy seguro si llega a oír esto último porque la llamada culmina. Levanto mi mano hacia la pantalla de mi teléfono que se encuentra dentro del porta celulares del auto y presiono el botón de un costado, provocando que la pantalla quede en negro.

Desde hace una semana que volví a trabajar para la familia Bach no he querido alzar mi mirada al espejo retrovisor, todos estos días he evitado mirar este espejo por una sola razón: ya no encontraré el rostro del joven Hades a través de él.

Cuando conocí al joven Hades nunca creí que se convertiría una persona tan importante para mi vida. La primera vez que lo vi pude advertir como su mirada se cubría por una sombra de puro dolor, pero como mi trabajo era solo ser su chofer no me preocupe en eso, sin embargo, al pasar el tiempo logré ser testigo de el gran odio que él se tenía a sí mismo, lo vi autolesionarse en más de una vez; incluso más de las que hubiese deseado, lo observe descargar su ira contra su propia persona, lo miré mientras intentaba calmar esos ataques de pánico que muchas veces lo llevaron al hospital, pero la peor faceta que me mostró fue la de la depresión. Hubo un tiempo hace más o menos año y medio donde pasaba días encerrado en su habitación y cuando conseguía salir su fisonomía llegaba a ser deplorable, con solo míralo a los ojos podías encontrarte cara a cara con la tristeza, esa que no tiene escrúpulos.

Si me hubieran dicho que para ese entonces él terminaría con su vida pienso que lo hubiese aceptado con menos dolor, no obstante, recibir esa llamada cuando estaba seguro de que él estaba viviendo los mejores tiempos de su vida y cuando creí que por su mente jamás se volvería a cruzar ningún pensamiento suicida es algo que no puedo aceptar ni entender.

Maravillosa Destrucción| Completa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora