|Veinticuatro|: La Cabaña

1.3K 296 92
                                    

Capítulo Veinticuatro: La Cabaña

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Capítulo Veinticuatro: La Cabaña

Aprieto la tela de mi bolso al acomodarlo en mi regazo y ella cruje. Acto seguido guio mis ojos a la puerta de la cafetería por la que aún no aparece Mauricio.

Unos minutos después de que Peter atravesó la puerta del local salí y le pedí a Madi que se fuera, le aseguré que estaría bien y que no quería que perdiese su tiempo al esparme. Como me lo esperaba, ella insistió en quedarse, pero cuando se percato que más que una petición era una necesidad lo que le hice saber claudicó y se marchó, aunque antes de meterse dentro del coche me dejó muy claro que podía llamarla en cualquier momento. Es por esa razón es que ahora tengo mi bolso conmigo.

Me estaría mintiendo a mí misma si dijese que no me planteé la posibilidad de marcharme y no esperar a Mauricio, un presentimiento me dice que lo que tiene él por decir es mucho más doloroso de lo que puedo imaginarme, sé que es posible que después de hablar con él quede mucho más devastada de lo que ya estoy, sin embargo, si es por saber más cosas de Hades, estoy dispuesta a dejar hasta mi último aliento en el intento.

Alargo mi mano hacia el teléfono que descansa en la mesa y presiono el botón del costado, la pantalla se enciende y yo verifico la hora, 5: 45 de la tarde, ya casi va a caer la noche. Han transcurrido más o menos veinte minutos desde que Peter se perdió de mi vista y Mauricio nada que llega.

«¿Y si todo esto es mentira? ¿Y si estoy siendo engañada?», me plateo y en eso mi pierna derecha comienza a moverse, de arriba hacia abajo, aumentando el ritmo al paso de los segundos.

Pero como si mis pensamientos estuviesen siendo leídos por el destino, se oye la campanilla de la puerta y al mover la mirada hacia ella me topo con el hombre que he estado esperando. Mauricio se adentra al café y esparce su vista por el local. Se ve tan formal como siempre, vestido con un traje al cuerpo, zapatos relucientes por lo pulcro que los tiene y con el pelo peinado muy bien, ni una sola hebra le cae al frente.

Alzo mi cuerpo y pongo el bolso a un lado del móvil.

—¡Mauricio! —llamo su atención, moviendo mis manos de un lado a otro.

Su cara se maravilla en cuanto clava sus ojos en mí. Viene hacia mi dirección con un andar calmado y bien cuidado. Tan pronto llega a mi altura frena sus pasos.

—Hola, señorita Charlotte —me saluda sin salir de su postura erguida y bien cuidada.

Sin poner resistencia a lo que me pide mi corazón me abalanzo a su cuerpo y lo abrazo con todas mis fuerzas. Aunque me gana de altura por unos cuantos (muchos) centímetros, me las ingenio para que mis brazos lo arropen lo suficiente. Cierro mis ojos y sólo me permito darle algo de cariño al sujeto que puede que sea la persona que más sufre por la pérdida de Hades. Al principio él se queda estático, no obstante, mi muestra de afecto se prolonga por tanto tiempo que siento su mano apretarse en mi espalda.

Maravillosa Destrucción| Completa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora