|Veintitrés|: La Verdad

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Capítulo Veintitrés: La Verdad

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Capítulo Veintitrés: La Verdad

—Señorita Sellers. —El profesor Vélez está de pie delante de toda la clase, con el ceño fruncido y los ojos chispeando a causa de la rabia. —¿Dónde está su trabajo?

Lo miro sin tener ánimos de nada más que de irme a mi casa, meterme dentro de las sabanas de mi cama para dormir y así escapar de mi realidad.

—Olvidé realizar ese trabajo, lo siento.

—¿Lo siento? —me cuestiona con la voz impregnada de indignación. —Le recuerdo que está a punto de reprobar mi materia y un «lo siento» no va a lograr que eso cambie.

Asiento.

—Lo sé.

—Hasta mañana tiene tiempo de entregarme el trabajo, ¿entiende?

—Si.

Percibo un tiroteo de miradas acribillándome, toda la clase me mira como si me tratase de un bicho raro, algo anormal o un ente de otro mundo. Solo soy una chica que se ha sentido tan mal que se ha descuidado a ella, lo que creía amar y todo lo que la rodea; incluso mi aspecto físico se ha deteriorado de tal manera que estoy segura que mi cabello no aguanta una cepillada.

Doy una breve repasada por todas las personas que me miran, pero cuando mis ojos chocan con los de Madi me detengo a mirarla. Su mirada me dice más que mil palabras, ella se encuentra muy preocupada por mí y me lo ha dicho en varias oportunidades, pero todas esas veces que me ha hablado de temas termino por voltearle la conversación. La verdad, es que no sé qué contestarle a sus preguntas acerca de mi salud mental, siempre respondo que estoy bien, aunque ella y yo sabemos que miento.

Ya hace dos días que hablé con Margareth y mi mundo se deterioró más de lo que ya estaba, estos últimos dos días han sido una tortura donde no he hecho nada más que atormertarme con la idea de que todo este tiempo he visto cosas donde no las hay y que en mi cabeza cree posibilidades que desde un principio y muy en el fondo de mi ser supe que eran imposibles.

Dejo de observar el preocupado rostro de mi mejor amiga y acabo por enfrascar mi interés en el cuaderno que descansa en la mesa del pupitre, en él no hay ni una sola letra escrita, la hoja está tan blanca y pálida como mi piel.

—Como saben, estamos próximos a la graduación, por ende, esta semana será de mucho exámenes, trabajos y servicios sociales para ustedes. —El profesor prosigue con su clase sin darle mucha importancia a mi falta. —Ya para mitad de año muchos de ustedes estarán empezando una nueva etapa en sus vidas, la cual es la universidad. Quiero que sepan que no es una etapa fácil, ella conlleva muchos sacrificios, noches de desvelos y esfuerzos que al momento nos molestan hacer. Pero vale la pena, le prometo que va a valer la pena todo.

Estoy escuchando lo que dice el hombre en el momento que mi móvil vibra, lo tengo metido en el bolsillo del jean, pero mis sentidos se encienden apenas noto cómo el artefacto vibra. Y es con esa simple acción que la ansiedad se despierta en mi pecho. Mi mente me pide desesperadamente que saque el celular y lea lo que me ha llegado, pero mi conciencia sabe que eso estaría mal, ya que estoy en clases y eso es una falta de respeto.

Maravillosa Destrucción| Completa ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora