Segunda parte de "Perfecta Destrucción" y último libro de la bilogía «Destrucción».
"Yo no estaba preparada para él, y, en realidad, nadie podía estarlo, ninguna persona estaba preparada para experimentar algo como Hades Bach".
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Capítulo Catorce: La Carta
—¿Llamadas y mensajes? —pregunta Érebo, confuso.
Luego de que bajara la guardia hemos entablado una muy buena charla, es por eso que le estoy hablando de las llamadas y los mensajes que he recibido.
—He recibido tres mensajes y dos llamadas —explico, buscando mi móvil en el bolsillo de mi pantalón. Desbloqueo la pantalla y busco los mensajes, eso es lo único que puedo mostrarle, ya que las llamadas no quedan registradas.
No del todo convencido él acepta mi teléfono y les echa un vistazo a los mensajes.
—Encontraras. Mi. Pasado —lee las palabras de cada mensaje a la vez que su cejo se va frunciendo cada vez más —. No entiendo nada —admite.
Humedezco mis labios y suelto el aire de mis pulmones.
—Es una historia muy larga, pero Hades me envió mensajes muy parecidos a estos antes de que fuéramos novios —expreso haciendo mi mejor intento para que me entienda.
La confusión que invade su semblante me hace saber que mi intento es en vano.
—¿Para qué te enviaba ese tipo de mensajes?
Me acerca mi teléfono, yo lo agarro y lo guardo.
—Ya te dije que es una historia larga. Lo que quiero que entiendas es que solo Hades y yo sabíamos de la existencia de esos mensajes. —Me detengo a pensar por un momento —. O eso es lo que creo.
Se rasca un lado de la nuca.
—Hades siempre fue...diferente, supongo que fue él quien te propuso el tema de los mensajes.
Asiento con la cabeza.
—Así fue.
Sus labios tiran de lado.
—Lo conozco tanto. —Sacude la cabeza —. Lo conocía tanto.
Eso último lo dice en un tono tan triste que el corazón parece caerme hasta los pies. Es tan frustrante saber que todo esto puede resultar fallido y que al final Hades no esté vivo.
—Quiero averiguar quien ha estado enviando esos mensajes, paquetes y llamadas —continuo, dejando atrás lo que puedo estar sintiendo —. ¿Puedes ayudarme?
Aprieta la mandíbula con la mirada clavada en mis ojos.
—¿Ayudarte? ¿A qué?
Atrapo una de las tiras de mi mochila y la aprieto. No puedo creer que vaya a pedirle esto al hermano de Hades, pero él es la única persona que considero que pueda ayudarme.
—Necesito averiguar si Hades sigue vivo —suelto sin pelos en la lengua.
Puede que se tome mi propuesta como una gran falta de respeto hacia él y su familia, puede que piense que he enloquecido, o al final puede que las mismas dudas que tengo yo también carcomen su cabeza.
